78⛥The Warning

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Capítulo dedicado a DianaKstorena

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Capítulo dedicado a DianaKstorena

Los días fueron pasando pero ninguno pudo encontrar una explicación lógica a lo ocurrido aquella noche.

Me tumbé sobre el suelo y llevé mis manos a mi nuca.

Deimos y yo profundizamos todo lo pudimos pero en el grimorio de Armadel no aparecía nada similar a lo sucedido. Todos tuvieron bastante escozor en las manos minutos después de desaparecer las venas de éstas. Mis manos fueron las únicas en seguir portando las líneas negras.

Tras recoger los cristales rotos y tapar las ventanas con tela negra cada uno volvió a su hogar con la orden de investigar sobre dicho suceso. Ninguno de los demás había llamado aún por lo que supuse que obtuvieron el mismo resultado que nosotros. Nada.

-¿Alguna novedad?- pregunté, incorporándome y abrazando mis rodillas.

Deimos, sentado al lado la chimenea, negó para después cerrar con desgana el grimorio y pasar sus manos por su rostro.

Suspiré para después observar en silencio la alfombra del suelo.

-Éstos sucesos para los que nunca tengo respuesta sólo juegan con la estabilidad de mi cordura. -confesé.

-Nuestra, estabilidad.

Una sonrisa viajó a mis labios y Deimos correspondió ésta.

Mis pensamientos viajaron de nuevo a la magnífica escena que presenciamos en la capilla. Las venas de Deimos no podían ser erradicadas de mi mente. Ese color celestial no era algo que mis ojos hubieran presenciado antes y la duda no podía evitar abrumarme. ¿Porqué sus venas fueron de luz si éste ya no era un ser divino? Varias cosas no me cuadraban y mi mente no daba a basto para poder organizar todo. No sabía si centrarme en mi madre o en el suceso de la capilla.

-Ha sido verdaderamente agradable el poder tomar una ducha.

Sonreí, apoyando mi mejilla sobre mi rodilla.

-¿No sentiste dolor alguno?- pregunté.

Negó, apoyando su espalda sobre la pared sin problema alguno.

-Las heridas ya han comenzado a cicatrizar por lo que la molestia es mínima.

El alivio inundó mi organismo ya que volví a sentir por un momento la desesperación vivida aquella noche.

El sentimiento de perder a Deimos no era algo que pudiera sobrevivir.

Devolví mi atención a él al observar su mano tendida en mi dirección. Sin pensármelo dos veces uní mi mano derecha con la suya. Nuestras miradas permanecieron un buen momento sobre éstas e hice toda la fuerza mental posible para que el suceso de hace días volviera a suceder pero fue un intento fallido. Mis venas permanecieron en su sitio y las manos de Deimos seguían siendo blancas, sin vena visible. Por un momento levanté la mirada y observé cierta esperanza en la suya. Sin deshacer mi agarre llevé mi mano libre a su mejilla y éste cerró automáticamente los ojos.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora