27⛥Power

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Debía de admitir que el último lugar donde me imaginaba acabar era en un bar con las paredes a punto de caerse.

Solo pude distinguir a unos cuantos hombres borrachos con mujeres en sus regazos. La tenue luz del local me hizo agradecer internamente, ya que al menos nadie se burlaría de las pintas que llevaba. 

Me acerqué a la barra y le pedí una botella de cerveza al camarero. Éste me dio un breve repaso de arriba a abajo. Si me pedía la documentación, habría sido en vano llegar hasta aquí. Volví a agradecer cuando me dirigió un seco asentimiento, para después tenderme una fría botella de cerveza.

Sin pensármelo dos veces la llevé a mis labios, haciendo una mueca por el amargo sabor. Apoyé mi frente contra mi mano, soltando un hondo suspiro. Mi vida actualmente era un desastre. No tenía ni pies ni cabeza. Llevaba con Efona cerca de un mes y medio, y no me sentía satisfecha con nada de lo conseguido. Quiero decir, una de las cosas más importantes que quería haber conseguido, era poder domar mis manos.

Básicamente dejar de derrumbar edificios cada vez que mis venas decidían manifestarse. Pero al no haber razón para que éstas salieran y Efona pudiera ayudarme a poder controlarlas, tuvimos que enfocarnos en otros aspectos. Aspectos que no me satisfacían. Y luego estaba el  tema de que una mujer... ¿demonio? ¿bruja? 

Bueno, una mujer me había visitado y me había propuesto fusionarme con ella. ¡Ni siquiera sabía a lo que se refería! ¿Acaso era una posesión? ¿Cederle mi cuerpo? No entendía absolutamente nada. Y ni siquiera tenía un móvil para poder buscar su nombre o algo acerca de ella. 

-Por favor, simula hablar conmigo.

Fruncí el ceño ante la voz masculina a mi derecha. Un chico joven, un poco agitado, me observaba con cierta presión en la mirada.

-¿Hablar contigo? ¿Porqué?- pregunté girando mi cuerpo en la silla para encararle. 

Disimuladamente, señaló a sus espaldas. Me percaté entonces con una sonrisa en el rostro de cómo nos miraba una de las mujeres del local.

Soltó algo por lo bajo, mirándome, para después dirigirse hacia otro hombre.

-Bueno, ahora piensa que le e robado un cliente- suspiré, volviendo a beber de mi cerveza. 

Él volvió a mirar por encima de su hombro y al percatarse de que estaba a salvo, una gran sonrisa de alivio se formó en su rostro. 

Aproveché en repasarle con la mirada cuando llamó al camarero para pedirle su bebida. Su pelo rubio rizado parecía bastante bien cuidado. Me dieron ganas de meter mis dedos entre sus rizos sólo para verificar que el tacto era tan suave como lucía ante mis ojos. Tenía un atractivo natural, pero lo que más me gustó fue su mirada café. No recuerdo haber visto unos ojos marrones tan intensos. Sus ojos se arrugaron cuando sonrió ampliamente ante un chiste del camarero. 

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora