39⛥Distance

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Nadie emitió palabra alguna en todo el recorrido que quedaba hasta llegar al hotel.

El hotel era de pocas estrellas, pero tampoco exigíamos tanto ya que nos quedaríamos solamente esta noche a dormir. 

Volví a agradecerle a Tracy por las toallitas húmedas que me dejó usar para limpiar la sangre de mis manos y brazos. Mi cuello ardía y ese dolor no era para nada cómodo. Aguantable sí, pero no cómodo. No sería ninguna sorpresa que empezaran a aparecer moretones en él. 

Cuando nos detuvimos en frente del hotel, nos bajamos en silencio. 

Alexander me tendió mi mochila, diciéndome todo y nada con la mirada. Evité sostener su mirada por mucho tiempo. Sólo quería encerrarme en algún lugar y tumbarme en el suelo para pensar. Estaba débil. Me sentía débil, y odiaba estar rodeada de seres humanos cuando me encontraba así. Porque las lágrimas podrían aparecer en cualquier momento.

Cuando Eddy bloqueó el vehículo nos dirigimos todos juntos hacia la recepción del hotel, donde un señor mayor nos observaba con curiosidad. Su pelo blanco recogido en una coleta le daba un aire juvenil. 

-Buenos días, ¿en qué os puedo ayudar?

-Querríamos alojamiento para el día de hoy. Partiríamos mañana por la mañana.- informó Tracy, sacando su billetera.

-Las habitaciones que tenemos disponibles ahora mismo son tres. Las dos primeras llaves disponen de dos camas únicamente y la otra de tres.- informó el anciano poniendo las respectivas llaves encima del mostrador. 

Y ante esa pregunta, se volvió a manifestar un silencio tenso. 

-¿Podemos ir nosotros tres juntos?- preguntó Priscila, refiriéndose a Richard y Jacob.

Fruncí el ceño cuando éstos me miraron de reojo antes de asentir. 

Miré a Tracy, queriendo formularle la misma pregunta a ella, pero la confusión volvió a mí cuando agarró rápidamente a Alexander del brazo.

-Yo prefiero estar con Alexander.

Sabía perfectamente quién quedaba a mis espaldas, pero esa no era mi preocupación ahora mismo. Mi preocupación e indignación era el porqué todos me miraban desconfiados.

-¿Qué demonios os pasa?- pregunté elevando una ceja.

Hubo un breve silencio en el que solamente se escuchaban las teclas del ordenador de recepción.

-Creo que tras lo que acaba de pasar... es mejor que el Amo esté contigo. Él es el experto en caso de que ocurra... algo.

Prometo el haber hecho todo mi esfuerzo para no asesinar con la mirada a Priscila, pero me fue una tarea imposible de realizar. 

La encaré y me acerqué lentamente a ella. Y al detenerme a unos cuantos centímetros pude notar perfectamente cómo su mirada se volvía insegura.

-Si quisiera empezar a matar, no quedaría ni uno de vosotros.- siseé mirando también a los demás de reojo.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora