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Al medio día salimos a un restaurante de comida rápida para almorzar.

Debía de ser la única que no podía concentrarse totalmente en la conversación que estaban manteniendo los demás. Untaba mi patata en la salsa de Kétchup de manera repetitiva. Tras varias horas, aún podía sentir el hinchazón de mis labios por los bruscos movimientos de Eddy.

Me preguntaba si era egoísta y de mala persona desear que sus labios me besen únicamente a mi por la eternidad. Y en el fondo no me importaba lo incorrecto que era pensar aquello. Notaba su mirada sobre mí de vez en cuando, hasta que logró despegarse de la conversación con los demás y enfocarse en mí. Ladeó la cabeza, preguntando en silencio la razón de mi extraño comportamiento.

Seguí untando la patata en la salsa, sin apartar mi mirada de la suya. Su mirada empezaba a tener el mismo efecto en mí que el tacto de su piel y la mía. Intercambiando miradas con él, mis pensamientos poco a poco se iban tornando impuros. Medio sonriendo se cruzó de brazos, acomodándose en su asiento frente a mí. Me fue imposible no imitar su sonrisa.

Veremos quién se cansa primero.

Podría deducir al cien por ciento lo que estaba cruzando su mente. No era nada diferente a lo que se estaba cruzando por la mía. Me preguntaba qué hubiese ocurrido si Tracy no nos hubiera interrumpido. ¿En verdad me habría acostado con Eddy Douglas? 

-Creo que hay un poco de patata frita en tu kétchup.

Volví a la realidad, apretando los labios ante las carcajadas de los demás por el comentario de Alexander. Mis dedos estaban cubiertos por la salsa, al igual que la patata frita. 

Carraspeando, Eddy tomó de su bebida lentamente, para después informarnos de algo que dejó mi mente bastante confusa.

-Padre se a encargado de todo- informó dirigiéndose a Tracy.

Todos los demás le miramos confusos.

-A veces el poder de tu padre me llega a dar escalofríos- admitió Jacob, diciendo lo que la mayoría de nosotros estábamos pensando.

-¿Acaso la policía no hizo preguntas?- pregunté sin poder mantenerme callada- Había un cadáver... ¿acaso no les extrañó el que no tuviera ojos?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, pudiendo sentir aún sus pupilas siendo aplastadas por mis dedos. 

-Es lo que tiene ser la familia más poderosa de Salem- explicó Tracy, encogiéndose de hombros y restándole importancia a sus palabras- Mi padre tiene contactos por doquier y la mayoría no cuestionan nada de lo que él dicta.

Miré a Eddy de reojo, quien se volvió a encoger de hombros ante mi mirada.

Había una mujer muerta en un accidente de coche. Y estaba segura de que era bastante notorio que la causa de su muerte no fue el accidente. ¿Y ni la policía ni los criminólogos harán nada? Sin duda era un tema que me producía escalofríos.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora