Al día siguiente amanecí con menos dolor de espalda, pero no me libré de unas hinchadas ojeras.
Ojeras las cuales fueron la burla para Alexander durante varios minutos. Yo me limitaba a rodar los ojos, intentando no arrojarle mi café caliente sobre su rostro cada vez que decía algún chiste. Gracioso según él.
-Se que me dijiste que no debía de contarle a nadie sobre el... el grupo. Pero ya conoces a mi abuela. Las únicas con las que hablará serán las plantas.
Soltó una risa y asintió, dándome la razón. Observé durante varios segundos la lluvia a través del gran ventanal de la cafetería.
Echaba de menos el sentarme aquí con mi mejor amigo y hablar sobre miles de tonterías. Solo que ésta vez había temas serios de los que debatir. Y uno de ellos era el tema de las miradas que Tracy le lanzaba a Alexander de vez en cuando.
Sonreí orgullosa ante su reacción. Pillándole desprevenido, carraspeó y le dio un mordisco a su galleta.
-No sé de qué me hablas- se encogió de hombros.
Volví a rodar los ojos y puse mis codos sobre la mesa, acercándome a él.
-¿Crees que soy tonta? E visto también cómo la miras.- ronroneé- ¿Pasó algo en mi ausencia?
Su mirada se perdió por unos segundos y yo llevé mi mano a mi boca, sorprendida al notar su rostro enrojecerse.
-No somos nada oficial aún, así que por favor no-
-¿Os habéis acostado?- elevé una ceja.
Inspiró hondo para acabar asintiendo con desgana.
-¿Más de una vez?- pregunté, y obtuve otro asentimiento- ¿Más de cinco?- murmuré con una sonrisa al obtener de nuevo otro asentimiento.- ¿Y ninguno de los dos a querido darle un nombre a lo que está sucediendo?
Negó, devolviendo su mirada a la ventana.
-Tracy puede lucir fría e intimidante pero en el fondo... en el fondo su verdadero ser a sido el que me a cautivado- sonrió cuando puse mi barbilla sobre mis manos unidas, observándole con ternura- No quiero forzarla así que esperaré con paciencia hasta que ella decida dar el siguiente paso.
Suspiré.
-Iba a decirte antes las palabras que siempre me repetías al conocernos- susurré sin apartar mi mirada de sus mejillas sonrojadas.
-Si no sabes lo que quieres, no arruines la vida de alguien que creía que si lo sabías- dijimos a la vez.
Puse mis manos sobre las suyas e hice cierta presión.
-Pero por tu mirada y tu piel sonrojada, tú sabes lo que quieres.
Me devolvió el apretón de manos, bajando la mirada. No pude evitar emocionarme. Lágrimas acudieron a mis ojos.
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AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|
Romance[PRIMER LIBRO TRILOGÍA AMOS] Érase una vez un ángel y un demonio. El ángel conquistó al demonio con su perversa mirada y el Demonio conquistó al ángel con su inocencia. Desafiando las reglas de sus creadores se atrevieron a enamorarse. Así como es...