Los siguientes días fueron bastante tranquilos.
Bastante pacíficos para mi gusto. En mis sueños ya no se encontraba ninguna sombra. Solamente Aradia. Una Aradia silenciosa me observaba en silencio en mis sueños. No emitía palabra alguna, al igual que yo.
Sus ojos cambiaban de color a medida que me observaba. Pero al tercer día, finalmente obtuve algunas palabras de ella.
-¿Recuerdas lo que solía decir tu abuela?- dijo en voz baja- Sobre la magia que posees.
Fruncí el ceño, siguiendo su voz a medida que ella daba vueltas alrededor de mí. Con calma.
-Decía que yo poseía una magia hermosa. Una magia que hacía florecer a otros incluso cuando yo podría estar marchitada por dentro.- le respondí, sintiendo los pelos de mi nuca en punta cuando se detuvo en frente de mí.
Su mano viajó lentamente hacia mi rostro y cuando sus dedos hicieron contacto con la piel de mi mejilla, empecé a sentir frío. Demasiado frío. Pero mi cuerpo iba acostumbrando poco a poco a esa sensación, ya que su presencia desprendía eso. Frío.
Su cabeza ésta vez no poseía cuernos algunos. Solamente un largo cabello negro. No creía haber visto un negro tan profundo en toda mi vida.
-Así es, pero ahora esas palabras no te definen más- murmuró, retirando su mano lentamente.- Ahora, posees una magia capaz de marchitar a quien desees.
Su voz retumbó en forma de eco a mi alrededor.
Y una vez más, desperté en mi cama tras una intensa mirada de poder por su parte.
Incluso despierta, pude seguir viendo claramente su mirada. Sus largas pestañas y sus pupilas inundadas de miles de colores, llegaban a hipnotizarme en ciertas ocasiones.
Mientras tomaba una ducha, pensé en los tranquilos días que estaba teniendo sin pesadillas ni la presencia de las sombras que tenían como objetivo apresarme. Al fin y al cabo, creo que la unión con Aradia no había sido mala idea.
Mala idea estaba siendo el permanecer tantos días en casa. Mi abuela empezaba a cansarme con su actitud de querer saberlo todo. Sequé mi pelo y lo recogí en una cola de caballo alta. Decidí ésta vez llevar una simple camisa negra con cierto escote y unos pantalones negros a juego con el color. Una vez estuve lista, decidí mandarle un mensaje a Alexander. El cual me demostró bastante bien lo mucho que me había echado de menos, ya que ni siquiera había venido a intentar hablar conmigo.
¿Hay reunión ésta noche? Ya no recibo ningún mensaje del grupo. Amberx
Guardando mi móvil en el bolsillo trasero de mis pantalones, terminé de calzarme mis zapatillas para después bajar a cenar. Cuando estaba en la mitad de las escaleras, mi teléfono vibró.
ESTÁS LEYENDO
AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|
Romance[PRIMER LIBRO TRILOGÍA AMOS] Érase una vez un ángel y un demonio. El ángel conquistó al demonio con su perversa mirada y el Demonio conquistó al ángel con su inocencia. Desafiando las reglas de sus creadores se atrevieron a enamorarse. Así como es...