85⛥The Speech

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Maratón dedicado a Read-error

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Maratón dedicado a Read-error

Maratón 1/3

El rostro desencajado de Alexander fue lo primero que mis ojos apreciaron.

Mis sentidos se pusieron en alerta cuando entró como un vendaval, esquivando a Deimos a mis espaldas y mirando alrededor con los ojos abiertos como platos.

-¿Te encuentras bien? -dije caminando hacia él con preocupación.

-¿Yo? ¿Vosotros estáis bien? ¡Han explotado todas las bombillas de la calle!

Detuve mis pasos al escuchar tales palabras. 

Miré a Deimos con las cejas alzadas y justo entonces empezamos a escuchar murmullos de una gran multitud en el exterior. Deimos abrió la puerta y con rapidez me uní a él, con Alexander a nuestras espaldas. Toda la calle estaba llena de ciudadanos de Salem. Habían salido de sus casas y hablaban entre sí con alteración, sin comprender porqué demonios las bombillas de sus casas habían explotado. Mi mandíbula no podía estar más desencajada. 

La puerta de la casa de enfrente se abrió y mi abuela caminó a paso rápido hacia nosotros, observando de reojo a los alterados vecinos. 

-¿Estáis todos bien? -preguntó centrándose particularmente en mí.

Asentí sin poder dejar de ver los rostros asustados de los vecinos. 

Yo era la dueña de esas expresiones de temor, de nuevo. Mi abuela palpó mis hombros y brazos para acto seguido cubrir mis manos con las suyas. 

-¿Qué demonios a pasado? -preguntó Alexander, observando fijamente a Deimos. 

Éste último traía incluso cierta diversión en su rostro. 

Su mirada se cruzó con la mía y mi ceño se frunció. ¿Por qué él no estaba preocupado? Dió un paso para estar más cerca de mí y acercó sus labios a mi oreja. 

-Menos mal que logré tranquilizarte. De lo contrario no habría ni una casa en pie. 

Rodé los ojos para después echar a caminar de nuevo hacia el interior de la casa. 

-Será mejor que entremos y-

Un chirrido de ruedas me interrumpió y todos observamos confundidos cómo el coche de Tracy se detenía sin cuidado alguno en el bordillo de la entrada de la casa de Melanka. Jacob se bajó del asiento del conductor y Richard se apoyó en sus rodillas al bajar junto a Tracy.

-¡No vuelves a ponerte tras un volante! ¡¿Me has escuchado?! -le gritó Tracy a Jacob.

-¡Habríamos llegado en dos días si hubieses conducido tu! -le respondió, esquivando una colleja por parte de Richard a la vez que caminaban hacia nosotros. 

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora