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Con la ayuda de Tracy, pude ponerme el camisón del hospital

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Con la ayuda de Tracy, pude ponerme el camisón del hospital.

No me dolía el moverme o el sentarme, pero sí que podía notar de vez en cuando ciertos pinchazos en la columna. Me sorprendía el no tener nada roto ya que eso aposté por el dolor sentido anteriormente. Fue agonizante el sentimiento de no poder mandar sobre mi cuerpo para ponerme de pie o hablar. 

Una vez sentada en la cama, Tracy se sentó a mi lado para lograr hacerme un intento de cola de caballo. Sostuve su mano derecha entre las mías cuando acabó.

-Aún me sigue sorprendiendo tu verdadera personalidad- dije, confundiéndola- Antes de conocernos bien, la mayoría se sentía intimidada ante tu mirada. No lucías como alguien amigable.

Una risa salió de su boca y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.

-Es cierto el dicho de no juzgues a un libro por su portada, ¿no?

Asentí.

-Yo creo que lo que es cierto es que podrías ser una excelente actriz- sonreí ante sus ojos en blanco.- Por cierto, ¿y los demás?

Fue como invocarlos ya que al instante de decir aquellas palabras, la puerta se abrió por los empujones de Richard y Jacob. Richard le pegó en la nuca a Jacob, quien ignoró tal gesto para caminar hacia mí con un vaso gigante de coca-cola.

-¿Coca-cola? ¿En serio?- preguntó Tracy, mirando a éste con reproche.

Ignoré su comentario y di un gran sorbo, agradeciéndole a Jacob con la mirada.

-Necesita energías. Yo apoyo tal idea- opinó Richard, sentándose en  un extremos de la cama- Te veo mucho mejor.

Apreté los labios cuando me acarició mis pies bajo la sábana con ternura. Asentí, intentando no emocionarme ante el rostro de Alexander. 

Había estado llorando. 

Se sentó a mi lado y los demás lograron acomodarse en la cama. Menos Priscila, quien se sentó en el sofá individual de la esquina de la habitación. Dudando unos segundos, correspondí a su sonrisa incómoda. 

Deje el vaso en la mesilla a mi derecha.

-¿Te sientes mejor?- preguntó mi mejor amigo, apoyando su cabeza contra la mía.

-Sólo te abrieron la carne de la espina dorsal. La carne cicatriza, los huesos no tanto.- opinó Jacob, obteniendo al instante la mirada de todos sobre él.

No pude evitar sonreír al verle alejarse cuando Richard hizo amago de levantarse para darle otra colleja. 

-Hemos de admitir que lograste solucionar la situación de una manera increíble- admitió Alexander.

Todos asintieron, de acuerdo con sus palabras.

-¿Logramos firmar todos al final?- pregunté y asintieron.- Sólo quiero volver a Salem y olvidarme de todo esto- suspiré, apoyando mi cabeza en la de Alexander.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora