33⛥Caos

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A regañadientes, acepté que Alexander me llevara a casa

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A regañadientes, acepté que Alexander me llevara a casa.

Cuando detuvo su coche en frente de mi casa, me despedí con rapidez para evitar cualquier conversación que acabara conmigo siendo la mala de nuevo. 

-¿Podemos pasar la noche juntos?

Detuve mis movimientos y mis ojos se cristalizaron. Todo había sido muy frío entre nosotros desde mi vuelta.

Desconocía el carácter de Alexander conmigo, al igual que era consciente de que él desconocía el mío. Por eso, sin querer quedarme con mal sabor de boca durante toda la noche, asentí.

Apagó el motor y rápidamente estuvo a mi lado. 

-Por cierto, me a encantado lo delicada que fuiste con el Amo.

Me adelanté para abrir la puerta para que no pudiera ver mi sonrisa. Me había dado cuenta de ello. Pero me alteró los nervios el cómo Alexander intentaba abrirla de mil maneras, sin conseguir resultado alguno. Además, gracias a mí despertó al instante. 

Las luces de casa estaban apagadas, cosa que agradecí interiormente. Así me ahorraría encontrarme con mi abuela y sus creencias de que su nieta estaba poseída. Alexander cerró la puerta con cuidado y me dirigí hacia las escaleras. Al no notar su presencia a mis espaldas extrañada volví sobre mis pasos. Una amplia sonrisa adornó mi rostro. No lo pude evitar al verle buscar comida en la nevera, como solía hacer cada vez que se quedaba a dormir.

Y siempre tenía que someterme a una larga charla al día siguiente por parte de mi abuela sobre porqué la mitad de los aperitivos habían desaparecido.

-Hay galletas- dije por lo bajo, abriendo el tarro de la mesa del comedor.

Fue inevitable no soltar una pequeña risa cuando me lo arrebató sin cuidado alguno de las manos.

-Subamos- dijo con la boca llena, sin detenerse a masticar.

Una vez seguros en mi habitación, se echó con fuerza sobre mi cama. Nos miramos con los ojos abiertos como platos cuando el alambre del colchón sonó fuertemente. 

Permanecimos inmóviles durante varios segundos, hasta estar seguros de que no habíamos despertado a mi abuela. Suspiré para después quitarme las zapatillas y soltar mi cabello. Me tumbé con cuidado en la cama tras apagar la luz, y permanecimos en silencio durantes largos segundos, con la débil luz de mi mesilla de noche alumbrando la habitación.

-Me gustaría que habláramos de todo lo que a estado sucediendo- murmuró, sin dejar de comer galletas.

Le arrebaté una a pesar de su mirada divertida y, masticando, asentí.

-Empecemos por tu extraño y largo viaje. ¿Qué fue lo que pasó realmente?

Inhalé para después decidir que de nada servía el seguir ocultando todo. Gracias a Eddy Douglas y su trampa, en la cual me sumergí totalmente.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora