[PRIMER LIBRO TRILOGÍA AMOS]
Érase una vez un ángel y un demonio.
El ángel conquistó al demonio con su perversa mirada y el Demonio conquistó al ángel con su inocencia. Desafiando las reglas de sus creadores se atrevieron a enamorarse.
Así como es...
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Todos los que estaban vestidos de negro, quedaron en círculo a nuestro alrededor.
Los novatos, vestidos de rojo, quedamos dentro del gran círculo como ganado indefenso. Miré de reojo a Alexander quien como los demás, tenía las manos juntas delante de él, y miraba serio al frente.
El amo, del cual aún no sabia el nombre, empezó a repartir a cada uno un cuchillo. Cuando llegó mi turno, me lo tendió mirándome a los ojos fijamente.
Yo cogí el cuchillo por la punta, a diferencia de los demás, quienes lo cogieron casi por donde estaban los dedos de él, sujetando el cuchillo. Pero yo no quería tocar su piel. No me daba ninguna buena vibra. Él miró de reojo desde dónde había cogido el cuchillo, y antes de que me diese la espalda, juraría haber visto una comisura de su boca elevarse.
Yo elevé la mirada disimulando y mirando hacia arriba, sin fiarme de ese bichos negro volador.
-Bien. Antes de explicaros cómo va a ser ésta iniciación, me gustaría aclararos algo- dijo con el mismo tono de voz neutro e intenso. Si se hubiese presentado al casting para ser Batman, le hubiesen cojido solo por la voz- Lo que haréis a continuación, tendrá éxito dependiendo de vuestra energía. De vuestra esencia, que es más importante que saber leer bien un ritual- murmuró, mirando de reojo a su hermana, la cual rodó los ojos- Dejad a un lado la ira. El estrés. Y sobre todo, los egos obesos. Ya que con los egos obesos, se manifiestan las mentes anoréxicas.
Varios de los novatos rieron.
Yo simplemente elevé una ceja, permaneciendo con la mirada en ningún lugar en particular. Simplemente movía mis dedos nerviosamente por debajo de las mangas de la toga, la cual me quedaba grande.
-De acuerdo, ahora, si no hay ninguna duda, demos comienzo a la iniciación.
⛥
-La iniciación consistirá en cómo os enfrentáis a vuestro peor miedo- nos siguió explicando, mientras que Tracy y Alexander nos separaban y pintaban alrededor de cada uno de nosotros un círculo- Tenéis que haceros un corte con el cuchillo que os e entregado en la palma de la mano derecha. Dibujaremos dentro del círculo un símbolo sagrado, en el que tendréis que poner esa mano y repetir unas oraciones que os dictaré. Serán aceptados aquellos cuya mano al despertarse, siga presionada contra el círculo.
Fruncí el ceño observando cómo Alexander escribía letras junto a un símbolo que previamente había dibujado con tiza negra en mi círculo.
Siguió haciendo lo mismo en los demás. Observé cómo los otros dos integrantes del grupo, se acercaban a los novatos con una botella y una pequeña copa en la mano. Empecé a repasar con la mirada a los demás novatos esparcidos alrededor de mi.
Eran bastante jóvenes. Todos. Y algunos ponian cara rara a lo que sea que estuviesen bebiendo en aquella copa pequeña. La copa la sujetaba el hombre de la cresta. Si mal no recordaba era Jacob, la mano derecha del amo.
