38⛥Greenland

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Y finalmente, el día que todos esperábamos llegó.

Mi abuela era consciente de adónde me dirigía. No hice amago alguno de esconderle más cosas. Sabía bien que no podía detenerme o hacerme cambiar de opinión.

-Estaré de vuelta mañana antes de media noche, abuela- susurré contra su cabello, intentando no reír ante sus intentos de quitarme la mochila del hombro.

-Te estaré esperando con galletas recién horneadas- susurró contra mi oreja, dándome un largo beso en la coronilla.

Le devolví el beso en la frente antes de subir a la furgoneta de enfrente de casa. Decidimos el salir antes de que saliera el sol para tener ventaja en cuanto al tráfico. Y al día siguiente, volveríamos a casa ya que la reunión era esa misma noche. Me senté en los asientos traseros, entre Tracy y Richard. En frente de mi se encontraban Jacob, Priscila y Alexander. 

Eddy, quien estaba al volante, echó un último vistazo por encima de su hombro para después emprender la marcha a nuestro objetivo. Greenland.

El viaje nos llevaría alrededor de una hora por lo que intentaron sacar conversaciones y debates, los cuales Eddy no soportaba gracias al carácter de Jacob, quien quería tener la razón en todo siempre. La primera media hora la pasé en mi teléfono. 

Yo me limitaba a escuchar, mirar mi teléfono y a sonreír de vez en cuando. 

-¿Te encuentras bien?

Observé detenidamente a Tracy, para después asentir lentamente a la vez que guardaba mi teléfono. Su pelo rubio estaba recogido de manera descuidada y aún así, la hacía lucir elegante. 

-No hemos hablado mucho últimamente.- se sinceró, suspirando.

-Creo que puedo intuir la razón...- murmuré mirando de reojo a Alexander.

Éste, con un gorro en la cabeza y una camisa de tirantes de rock, discutía con Jacob sobre alguna tontería. 

Tracy apretó los labios.

-Espero que no se note mucho- dijo confundiéndome- No le gustará mucho al Amo del grupo.

Seguí su mirada hasta Eddy, quien como si hubiese notado nuestras miradas nos miró desde el espejo retrovisor. 

Aparté la mirada al instante y fue el turno de Tracy de mirarme detenidamente.

-¿Hay algo que no me hayas contado?- preguntó alzando la ceja.

-Sobre eso quería hablar- se entrometió Richard, poniendo una mano sobre mi hombro. -Cuando te quedaste con los ojos en blanco en el sentido más literal de la palabra, ¿qué viste?

Mordí el interior de mis mejillas notando las miradas de todos sobre mí.

Me encogí de hombros.

-Fue bastante extraño todo- admití- Todo se detuvo a mi alrededor. Todos vosotros parecíais estatuas.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora