89⛥Reality

2.8K 364 110
                                    

Capítulo dedicado a mariangelarutmar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Capítulo dedicado a mariangelarutmar


La vuelta a casa se hizo eterna. 

Era consciente del porqué de conducir con tanta calma. Al igual que era consciente también de los desvíos que tomaba para alargar más el viaje. 

Podía escuchar cómo suspiraba de vez en cuando, soltando un grave sonido desde lo más profundo de su garganta. Sonido que comenzaba a poner mi piel de gallina. Desde que subí al sitio de copiloto no hice más que mirar a la ventana, en silencio. 

Las lágrimas habían dejado de brotar pero mis pestañas seguían estando húmedas. Pasé mi mano cubierta por el guante sobre mi nariz helada y acto seguido fue mi turno de suspirar al ver la hora de mi teléfono. Habían pasado más de diez minutos y no nos habíamos acercado en lo absoluto a la casa de mi abuela. Empecé a mover mi pierna izquierda con nerviosismo e impaciencia. 

-¿Crees que lleguemos antes del anochecer? Lo digo por echarme una siesta. 

Mi tono de voz pareció divertirle ya que medio sonrió, volviendo a suspirar de nuevo. 

Devolví mi mirada al frente y aumenté la velocidad de los movimientos de mi pierna. Había sido mala idea subir al coche. Observé a nuestro alrededor, deseando que Silas apareciera. Me preguntaba si podría ser capaz de volcar el coche. Justamente al pensar eso sentí la mano de Deimos posarse sobre mi muslo, deteniendo así los impacientes movimientos. Podría jurar el haber sentido cada pelo de mis brazos y mi nuca ponerse en punta. Mantuve mi mirada sobre su blanca piel y sus largos dedos por varios segundos. 

Demasiados, segundos. 

Sabía que no le gustaba el que moviera de ésta manera la pierna pero mi espíritu rebelde empezó a hacer acto de presencia. Por lo que llevando mi mano a la suya intenté apartarla de mi muslo. Digo intenté porque apretó tanto sus dedos sobre éste que me fue imposible el apartarla. Ni siquiera usando dos manos. 

Gruñí al ver que solamente había logrado desprender su dedo meñique y la sonrisa de él se expandió más al notar mi enfado. Empecé a revisar el coche, en busca de algo afilado para clavarle en la mano. Al percatarse de ésto la retiró lentamente, no sin antes dejar una suave caricia que logró manifestar un escalofrío de pies a cabeza. 

-¿Puedes llevarme a casa? -pregunté con fastidio, devolviendo mi mirada a la ventana y frotando mi muslo para eliminar el cosquilleo que su mano había dejado. 

-¿Puedes dejar salir aquello que estás reteniendo? 

Mis ojos se cerraron al instante en el que escuché su pregunta. 

Deimos me conocía demasiado bien. Escalofriantemente bien. Desde el día de ayer me había encerrado en mí misma. Éramos sólo yo y las sádicas voces de mi mente. Y el límite de mi cordura empezaba a estar en juego. Opté por no contestarle pero volvió a insistir con la misma pregunta, obteniendo una fulminación por mi parte. 

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora