65⛥Exorcism

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Maratón 1/3 dedicado a LindsayNoe6


El amanecer estuvo ligado a un fuerte aroma a café proveniente de la cocina.

Estirándome en la cama decidí levantarme tras unos segundos mirando a la nada. Anoche llegué tarde pero opté por dormir y recargar energías para el día de hoy, a pesar de las ganas de empezar a buscar ayuda en el grimorio, queriendo apoderarse de mi organismo y derribar las órdenes de mi mente las cuales me gritaban el recargar energías. Era la desventaja de estar en un cuerpo humano.

Debía de darle las necesidades que éste demandaba. Necesidades débiles, debía de admitir.

Mirándome en el espejo del cuarto de baño pasé mis manos por mi cuello, deslizándolas más tarde por mis brazos. La costra de las heridas iba desapareciendo poco a poco. Despojándome de mi pijama decidí observar mi espalda. Un hondo suspiro se hizo presente. La cicatriz de mi espina dorsal había avanzado mejor que la de la palma de mi mano. Acordándome de ésta decidí despojarme también de los guantes. La herida no era tan molesta, pero sí notaba cierta incomodidad al estirar por completo la palma. Decidí sentarme en el suelo del baño tras coger una gasa y desinfectante. Sentí el escozor de la herida abierta pero mi interior no sufrió ninguna reacción como respuesta. Tras asegurarme de que la herida contenía suficiente desinfectante procedí a vendarla con ayuda de unas gasas. Volví a ponerme en pie y lavé mi rostro con la mano sana.

Tras volver a la habitación me acabé decantando por unos pantalones negros y una camisa ceñida de color blanco. Cuando me senté en el suelo de nuevo para atar los cordones de mis zapatillas, unos golpes en la puerta me hicieron levantar la cabeza.

Mi abuela, sin esperar aprobación, decidió entrar con una enorme sonrisa.

-¿Café?- pregunté al volver a ponerme en pie- ¿Por fin has dejado tu adicción a los tés?

Se encogió de hombros a la vez que miraba atenta mis movimientos.

-La cafeína no es tan mala como dicen.

Una sonrisa se dibujó en mis labios mientras buscaba un bolso en mi armario. Tras dar con uno para transportar sin problema el grimorio decidí introducir éste en su interior.

-No te has apartado de ese libro desde ayer. -dijo apoyándose contra el marco de la puerta- ¿Qué es?

-Una reliquia. -respondí sin más, pasando por su lado y bajando las escaleras hacia la cocina.- Por cierto, ¿aún tienes guardados mis ahorros?- le pregunté, deteniéndome a mitad de las escaleras.

En la cima de éstas mi abuela frunció el ceño.

-Necesito un nuevo móvil y un nuevo número de teléfono.- expliqué antes de que explotara en preguntas.

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