3. El Sauce Boxeador.

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Capítulo 3, El Sauce Boxeador.

Anteriormente:

"La señora Weasley me reprochó el comportamiento que tuve ante el zoquete ese y también le reprochó al señor Weasley por haberse peleado en la tienda. En un instante, luego de despedirnos de Hermione y sus padres, volvimos a La Madriguera con todas las compras, y con la señora Weasley bastante decepcionada, por nuestro comportamiento ante Lockhart."

En la actualidad:

Pov's Ivy:

El verano terminó más rápido de lo que deseaba, no quería dar clases con ese cretino de Lockhart. El envié a Hermione el dinero de mis libros, aunque ella me devolvió la mitad del dinero, alegando que no sabía cuando era mi cumpleaños, y esto contaría como regalo. No pude evitar pensar que el fantástico regalo de Hermione  era una basura, aunque ella es muy fan de este cretino, y la intención es lo que cuenta. 

La última noche que pasaríamos en La Madriguera, la señora Weasley hizo aparecer, por medio de un conjuro, una cena suntuosa que incluía todos los manjares favoritos de Harry y que terminó con un suntuoso pudín de melaza. Fred y George redondearon la noche con una exhibición de las bengalas del doctor Filibuster, y llenaron la cocina con chispas azules y rojas que rebotaban del techo a las paredes durante al menos media hora. Después de esto, llegó el momento de tomar una última taza de chocolate caliente e ir a la cama. 

{...}

A la mañana siguiente, nos llevó mucho rato ponernos en marcha. Nos levantamos con el canto del gallo, pero parecía que quedaban muchas cosas por preparar. La señora Weasley, de mal humor, iba de aquí para allá, buscando tan pronto unos calcetines como una pluma. Algunos chocaban en las escaleras, medio vestidos, yo esperaba en la entrada compartiendo miradas con Hypo. El señor Weasley, al llevar el baúl de Ginny a través del patio, casi se rompe el cuello cuando tropezó con una gallina despistada. 

A Harry no le entraba en la cabeza que todos nosotros pudiéramos entrar en el pequeño Ford Anglia. Claro que no había contado con las modificaciones especiales que le había añadido el señor Weasley. 

-Sr. Weasley- No le digáis a Molly ni media palabra. -Nos enseñó como había ensanchado el maletero con magia.- 

Cuando por fin estuvimos todos en el coche, la señora Weasley echó un vistazo en nuestra dirección, Percy, Harry, Ron, los gemelos y yo, estábamos confortablemente sentados unos al lado de otros.

-Sra. Weasley- Los muggles saben más de lo que parece, ¿verdad? -Iba con Ginny en el asiento delantero, que había sido agrandado.- Quiero decir que desde fuera uno nunca diría que el coche es tan espacioso, ¿verdad?

El señor Weasley arrancó el coche y salimos del patio, miramos la casa a la distancia, pero tuvimos que volver porque a George se le olvidó una caja de bengalas del doctor Filibuster. Cinco minutos después, el coche tuvo que detenerse en el corral para que Fred pudiera entrar a recoger su escoba. Y cuando ya estábamos en la autopista, Ginny gritó que se había olvidado su diario y tuvimos que retroceder otra vez. Cuando Ginny subió al coche, después de recoger su diario, llevábamos muchísimo retraso y los ánimos estaban alterados. El señor Weasley miró primero su reloj y luego a su mujer.

-Sr. Weasley- Molly, querida... 

-Sra. Weasley- No, Arthur. 

-Sr. Weasley- Nadie nos vería. Este botón de aquí es un accionador de invisibilidad que le he instalado. Ascenderíamos en el aire, luego volaríamos por el encima de las nubes y llegaríamos en diez minutos. Nadie se daría cuenta... 

Hogwarts no se espera lo que está por llegar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora