10. El Juramento Inquebrantable.

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Capítulo 10, El Juramento Inquebrantable.

Anteriormente:

"No quería llevarme más gritos, ni broncas, ni charlas, así que salí rápidamente con Hermione."

En la actualidad:

Pov's Ivy:

Una vez más la nieve formaba remolinos tras las heladas ventanas; se acercaba la Navidad. Como todos los años y sin ayuda alguna, Hagrid ya había llevado los doce árboles navideños al Gran Comedor; había guirnaldas de acebo y espumillones enroscados en los pasamanos de las escaleras; dentro de los cascos de las armaduras ardían velas perennes, y del techo de los pasillos colgaban a intervalos regulares grandes ramos de muérdago, bajo los cuales se apiñaban las niñas cada vez que Harry pasaba por allí. 

Lavender, ahora estaba todo el tiempo con nosotros, y opinaba que cualquier momento que no estuviera besándose con Ron era tiempo desperdiciado; y además, estábamos otra vez en la situación de que Hermione y Ron se hubieran peleado y no parecían dispuestos a volver a dirigirse la palabra.

-Ron- No tiene derecho a quejarse, porque ella se besaba con Krum. Y ahora se ha enterado de que alguien quiere besarse conmigo. Pues mira, éste es un país libre. Yo no he hecho nada malo.

Le miré de arriba a bajo, juzgándole. Harry fingió estar enfrascado en una lectura para la clase de Encantamientos. Como estaba decidido a seguir siendo amigo de los dos, no tenía más remedio que morderse la lengua cada tanto.

-Ron- Yo nunca le prometí nada a Hermione. Hombre, sí, iba a ir con ella a la fiesta de Navidad de Slughorn, pero nunca me dijo... Sólo como amigos... Yo no he firmado nada...

Conscientes de que no se iba a callar preferimos centrarnos en nuestros deberes. La voz de Ron fue reduciéndose a un murmullo apenas audible a causa del chisporroteo del fuego, aunque parecía distinguirse otra vez las palabras «Krum» y «que no se queje». Hermione tenía la agenda tan llena que sólo podíamos hablar con calma con ella por la noche. Hermione se negaba a sentarse en la Sala Común si Ron estaba allí, de modo que la visitábamos en la biblioteca.

-Hermione- Tiene total libertad para besarse con quien quiera. Me importa un bledo, de verdad. -Dicho esto, levantó la pluma y puso el punto sobre una «i», pero con tanta rabia que perforó la hoja de pergamino.- ¡Ah, por cierto, ve con cuidado! 

-Harry- Te lo digo por última vez, no pienso devolver este libro. He aprendido más con el Príncipe Mestizo que con lo que me han enseñado Snape o Slughorn en...

-Hermione- No me refiero a tu estúpido «príncipe». Antes de venir aquí pasé por el cuarto de baño de las chicas, y allí me encontré con casi una docena de alumnas intentando decidir cómo hacerte beber un filtro de amor. 

- Oh si, todas pretenden que las lleves a la fiesta de Slughorn... 

-Hermione- Y sospecho que han comprado filtros de amor en la tienda de Fred y George que, me temo, funcionan.

-Harry- ¿Y por qué no se los confiscaste? 

-Hermione- Porque no tenían las pociones en el lavabo. Sólo comentaban posibles tácticas. Como dudo que ni siquiera ese Príncipe Mestizo, fuese capaz de encontrar un antídoto eficaz contra una docena de filtros de amor diferentes ingeridos a la vez, yo en tu lugar invitaría a una de ellas a que te acompañe a la fiesta. Así las demás dejarían de albergar esperanzas y se resignarían. La fiesta es mañana por la noche, y te advierto que están desesperadas. 

-Harry- No me apetece invitar a nadie...

-Hermione- Pues vigila lo que bebes porque me ha parecido que Romilda Vane hablaba en serio...

Hogwarts no se espera lo que está por llegar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora