8. La Huida de la Dama Gorda.

13 3 1
                                    

Capítulo 8, La Huida de la Dama Gorda.

Anteriormente:

"Ron: ¿Y a ti Ivy? ¿En qué se abría convertido?
- No quiero hablar de eso. Pero supongo que la clase ha estado mejor que las del año pasado." 

En la actualidad:

Pov's Ivy:

En muy poco tiempo, la clase de DCAO se convirtió en la favorita de la mayoría. Sólo Malfoy y parte de su banda de Slytherin criticaban al profesor Lupin.

-Draco- Mira cómo lleva la túnica. -Solía decir cuando el profesor pasaba.- Viste como nuestro antiguo elfo doméstico.

Pero a nadie más le interesaba que la túnica del profesor Lupin estuviera remendada y raída. Las siguientes clases fueron tan interesantes como la primera. Después de los Boggart estudiamos a los gorros rojos, unas criaturas pequeñas y desagradables, parecidas a los duendes, que se escondían en cualquier sitio en el que hubiera habido derramamiento de sangre, en las mazmorras de los castillos o en los agujeros de las bombas de los campos de batalla, para dar una paliza a los que se extraviaban. De los gorros rojos pasamos a los kappas, unos moradores del agua que parecían monos con escamas y con dedos palmeados, y que disfrutaban estrangulando a los ignorantes que cruzaban sus estanques.

La peor de todas era Pociones. Snape estaba aquellos días especialmente propenso a la revancha y todos sabían por qué. La historia del Boggart que había adoptado la forma de Snape y el modo en que lo había dejado Neville, con el atuendo de su abuela, se había extendido por todo el colegio. Snape no lo encontraba divertido. A la primera mención del profesor Lupin, aparecía en sus ojos una expresión amenazadora. A Neville lo acosaba más que nunca.

Las horas que pasábamos en la agobiante clase de la profesora Trelawney, descifrando símbolos y formas confusas, procurando olvidar que los ojos de la profesora Trelawney se llenaban de lágrimas cada vez que miraba a Harry, tampoco era de las favoritas. Unos cuantos de la clase la trataran con un respeto que rayaba en la reverencia. Parvati y Lavender habían adoptado la costumbre de rondar a la profesora Trelawney a la hora de la comida, y siempre regresaban con un aire de superioridad que resultaba molesto, como si supieran cosas que los demás ignoraban. Habían comenzado a hablarle a Harry en susurros, como si se encontrara en su lecho de muerte.

A nadie le gustaba realmente la asignatura sobre Cuidado de Criaturas Mágicas. Hagrid había perdido la confianza. Ahora pasábamos lección tras lección aprendiendo a cuidar a los Gusarajos, que tenían que contarse entre las Criaturas más tranquilas del universo.

-Ron- ¿Por qué alguien se preocuparía de cuidarlos? 

- ¡Ron!

-Ron- Ay, bueno, lo siento...

{...}

A comienzos de octubre, se aproximaba la temporada de Quidditch y Wood, capitán del equipo de Gryffindor, estaba histérico, como de costumbre. En un equipo de Quidditch había siete personas: tres cazadores, dos golpeadores, un guardián y el buscador.

Wood cursaba su séptimo y último curso. Estaba desesperado por ganar la Copa de Quidditch, aunque fuera solo un año. En nuestro primer año Harry se perdió el último partido y perdieron, y el curso pasado con el problema de la Basilisco se cancelaron los partidos. 

Con la moral alta, el equipo comenzó las sesiones de entrenamiento, tres tardes a la semana. El tiempo se enfriaba y se hacía más húmedo, las noches más oscuras, pero no había barro, viento ni lluvia que pudieran empañar la ilusión de ganar por fin la enorme copa de plata.

Hogwarts no se espera lo que está por llegar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora