8. El Enigma.

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Capítulo 8, El Enigma.

Anteriormente:

"Harry: ¿Acaso Malfoy es uno de los grandes pensadores del mundo?"

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Pov's Ivy:

Al día siguiente trasladaron a Katie al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. A esas alturas la noticia de que le habían echado una maldición se había extendido por todo el colegio, aunque los detalles eran confusos y parecía que nadie, excepto nosotros y Leanne, se había enterado de que Katie no era la destinataria del ataque.

-Harry- Sólo lo sabemos nosotros y Malfoy. -Insistía, seguíamos fingiendo sordera cada vez que él mencionaba su teoría de que Malfoy era un Mortífago.-

No sabíamos si Dumbledore regresaría a tiempo para la clase particular de Harry, pero, como nadie le había dicho lo contrario, nos presentamos en el despacho del director a las ocho en punto. 

- No entiendo por qué tengo que venir contigo.

Harry me ignoró y llamó a la puerta, Dumbledore nos hizo pasar. Estaba sentado en su mesa, parecía muy cansado; tenía la mano más negra y chamuscada que antes, pero sonrió y le indicó que se sentara. El pensadero volvía a reposar en la mesa y proyectaba motas plateadas de luz en el techo. 

-Dumbledore- Habéis estado muy ocupados durante mi ausencia. Tengo entendido que presenciasteis el accidente de Katie.

-Harry- Sí, señor. ¿Cómo se encuentra?

-Dumbledore- Todavía no se siente bien, aunque podríamos decir que tuvo suerte. Al parecer, el collar apenas le rozó la piel a través de un diminuto roto que tenía uno de sus guantes. Si se lo hubiera puesto o lo hubiese cogido con la mano, quizá habría muerto al instante. Por fortuna, el profesor Snape consiguió impedir una rápida extensión de la maldición...

-Harry- ¿Por qué él? ¿Por qué no la señora Pomfrey?

-Phineas- Impertinente. -Musitó una débil voz procedente de uno de los retratos que había en la pared, y Phineas Nigellus Black, el tatarabuelo de Sirius.- En mis tiempos, yo no habría permitido que un alumno cuestionara el funcionamiento de Hogwarts.

-Dumbledore- Gracias, Phineas. El profesor Snape sabe mucho más de artes oscuras que la señora Pomfrey, Harry. En fin, el personal de San Mungo me envía informes cada hora y confío en que Katie se recuperará del todo a su debido tiempo.

-Harry- ¿Dónde ha pasado el fin de semana, señor? 

Phineas Nigellus, murmuró algo entre dientes.

-Dumbledore- Prefiero no revelároslo todavía. Sin embargo, os lo diré en su momento.

-Harry- ¿De verdad?

-Dumbledore- Si, eso espero... -Sacaba otra botella de recuerdos plateados de su túnica y quitaba el tapón con un golpecito de la varita.-

-Harry- Señor, en Hogsmeade me encontré con Mundungus...

-Dumbledore- ¡Ah, sí! Ya me he enterado de que ha tratado tu herencia con despreciable mano larga. Desde que hablaste con él delante de Las Tres Escobas no ha salido de su escondite; creo que le da miedo presentarse ante mí. Sin embargo, no volverá a llevarse ningún otro objeto personal de Sirius, descuida.

-Phineas- ¿Que ese sarnoso sangre mestiza ha estado robando las reliquias de la familia Black? -Se marchó muy indignado de su retrato, sin duda para trasladarse al que tenía en el número 12 de Grimmauld Place.-

Hogwarts no se espera lo que está por llegar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora