Capítulo 34

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Eddie

Al día siguiente me estaba matando el dolor de cabeza, tenía una fuerte resaca, Harrington me invitó a un bar llamado "El escondite", bebimos hasta más no poder y sobre todo gracias a él tengo una nueva forma de conseguir dinero, resulta que conocía al dueño del bar y me hicieron una prueba en ese mismo instante y empiezo a tocar los martes por la noche, ahora solo falta decirle a Jeff y a Gareth.

No tenía muchas ganas de asistir a la escuela pero me tragué todos los sentimientos que tenía para ir a clases como si nada hubiera pasado, traté de evitar a Lizzy pero era inútil cuando ahora era ella la que me perseguía por los pasillos, incluso las veces que iba al bosque, siempre estaba ahí esperándome.

— ¿Qué quieres ahora?, Estoy cansado de que me estés acosando todo el tiempo — le dije de mala manera.

— Escúchame, te necesito — dijo haciéndome esa maldita cara para que cayera de nuevo en su trampa.

— ¡No, no me necesitas, necesitas la maldita hierba que yo te regalaba! — le grité demasiado molesto.

— Eddie, contigo me siento tranquila y puedo ser yo misma — me tomó de la mano.

— Eso no fue lo que dijiste ayer — desvíe mi mirada y le quité mi mano.

— Eddie, por favor, ayer estaba drogada, no sabía lo que decía — me volvió a tomar del brazo y yo se lo arrebaté.

— No, Lizzy, no soy un juguete con el que puedas estar jugando cada vez que te plazca, me engañaste, todo este maldito tiempo formabas parte del club de las animadoras — respondí rodando mis ojos, por más que mi corazón quisiera perdonarla, no podía, había traicionado mi confianza y eso es algo difícil de recuperar.

— Vuelve conmigo, Eddie — comenzó a suplicarme.

— Lizzy, será mucho mejor que te vayas con otro y que te quiera como tú a mí me quisiste — respondí dando media vuelta para salir del bosque.

— Eddie... — me suplicó una y otra vez llamándome por mi nombre.

— Déjame en paz, Lizzy — fue lo último que le dije antes de irme, no quería pasar otro segundo más con ella porque estoy seguro que volvería a caer en sus redes. Cuando llegué al estacionamiento Harrington estaba recargado sobre mi auto.

— Dijiste que me debías una muy grande — dijo con una amplia sonrisa.

— ¿Qué quieres que haga? — crucé mis brazos mirándolo.

— Vayamos a hacerle una pequeña visita a Billy — respondió mirándome fijamente.

— ¿Estás loco?, No quiero saber nada de él y mucho menos me voy a pelear por una chica — me recargue sobre mi auto a un lado de Harrington.

— Por culpa de él me sacaron del equipo de baloncesto, necesito que se arrepienta de lo que hizo — decía Harrington con mucho coraje.

— ¿De esto se trataba todo?, ¿Por eso me ayudaste? — suspiré mirando al piso.

— Lo siento, necesitaba un aliado — sonrió.

— Bien, te ayudaré, pero no a golpearlo, si quieres destruirlo, tienes que usar el cerebro — dije mirándolo a los ojos.

— Dame un poco de esa hierba que tienes — me dio una sonrisa maliciosa.

— ¿Qué planeas hacer? — lo miré mientras buscaba la droga en los bolsillos de mi pantalón.

— Solo dame un poco — respondió sin darme muchos detalles.

Le di la hierba a Harrington, me pagó por ella aunque no planeaba cobrársela. Se acercó al auto de Hargrove tratando de abrirlo con un alambre que había encontrado en el suelo, al parecer no tenía mucha experiencia en eso, le arrebaté el pedazo de alambre con el que estaba intentando abrir la puerta.

Amor CristalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora