Capítulo 91

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Sky

Su mano aún seguía herida, entré a la casa por un botiquín de primeros auxilios, necesitaba curarla o podría infectarse. Cuando regresé a dónde él estaba, me senté a su lado, vertí un poco de agua oxigenada y él ni siquiera se inmutó, su rostro no expresaba ni una sola mueca de dolor, más bien no expresaba nada, era como si fuera un robot que no tiene sentimientos, no soltó ningún quejido, su llanto había cesado, pero él parecía una estatua, solo miraba fijamente las olas del mar, como si eso lo estuviera calmando.

— Mi tío solía cantarme esa canción, cuando me sentía asustado — por fin habló.

— Mi abuelo me la cantaba por la misma razón — respondí con una cálida sonrisa, comencé a sacar una venda del botiquín para su mano.

— Desde que era niño mi vida no fue fácil, mi familia era un caos, y se desmoronó el día que cumplí cinco años, no me gusta mostrar este lado de mi, y mucho menos me gusta hablar de mi pasado, de mi familia, de mi vida, pero el pasado tarde o temprano te alcanza, y estoy harto de lidiar con todo esto, cansado de seguir luchando solo contra mis demonios, no quiero que me salves, solo quiero que cuando te cuente mi historia sigas conmigo a pesar de todo — él me miraba buscando una respuesta, yo solo pude asentir para que siguiera contándome mientras yo le ponía el vendaje en su mano.

— Mi padre no es la cara linda que te dio en el restaurante, es un mafioso y creo que es el más peligroso, no lo sé, me he mantenido lejos de él para no tener problemas, toda mi vida me ha hecho sentir miserable, no supo ser un padre en mi infancia y ahora intenta recobrar el tiempo perdido, pero, no se puede, yo ya no soy un niño al que puede manipular con facilidad si le das un dulce o le compras algún juguete — llenó sus pulmones de aire para luego dar un suspiro largo, le costaba abrirse y aunque le dijera que no necesitaba saber su pasado, sé que él querría que lo escuchará de todos modos.

— Cuando era niño, mi padre llegaba a la casa totalmente cansado, decía que venía de trabajar cuando en realidad se la pasaba cometiendo actos ilícitos, lo único que hacía cuando llegaba a la casa era quitarse los zapatos y meterse a la cama a dormir, por un año se mantuvo haciendo esto, hasta que llegó el día de mi cumpleaños, el 5 de agosto, mi madre era muy linda conmigo y me quería como ninguna otra, me protegía y me demostraba todo su amor, se preocupaba por mi, y ese día ella se esforzó tanto en hacerme un pastel para celebrar mi cumpleaños — llevó una mano a su frente negando con la cabeza mientras reía para evitar llorar nuevamente.

— Mi padre llegó ebrio, con marcas en el cuello, posiblemente venía de estar con alguna otra mujer, mi madre le reclamó, y entonces pasó, la primer pelea entre ellos y acabó de la peor manera, mi padre le levantó una mano, la estampó en una de sus mejillas, la llamó perra, incluso creo que ese día abusó sexualmente de ella, aún recuerdo como gritaba ya que nuestra casa no era muy grande y las paredes no eran tan gruesas, me sentía mal por no poder protegerla, pero, ¿Qué podía hacer?, Era solo un niño y estaba asustado — hizo una breve pausa, yo solo lo miraba, no podía creer que todo eso le hubiera pasado de niño... Debió ser una tortura para él, mis ojos se llenaban de lágrimas.

— Después de ese día todo cambió, mi padre se sentía con el derecho de pegarle a mi madre casi todos los días y abusar de ella con la excusa de que era "su mujer", una vez intervine, pero, lo empeore todo, mi padre le alzó la voz a mi madre y le decía que como era posible que pusiera a su propio hijo en su contra, ese día ella recibió el doble de golpes por mi culpa, cada día tenía un moretón más en el cuerpo, pero no era eso lo que le dolía, sino las heridas del alma, esas heridas que no se cubren con maquillaje o con ropa, poco a poco el carácter de mi madre cambió, y para peor, comenzaba a gritarme, a decir que por mi culpa ella recibía todos los golpes y abusos de mi padre, me culpaba de todo lo que le pasaba, incluso llegó a pegarme, la mamá cariñosa que llegué a conocer se había ido por completo, y yo dejé de sonreír, dejé de sentirme seguro en sus brazos, lloraba todas las noches rezándole a un Dios para que todo esto terminara — un par de lágrimas salían de sus ojos, moría por abrazarlo.

— Cuando iba a cumplir los seis años, ella dejó una carta diciendo que no podía seguir viviendo más en esa casa, con un hombre que abusaba de ella constantemente, y con un hijo que la hacía sentir miserable, cada vez que me veía le recordaba a él y tenía ganas de pegarme y decirme muchas cosas de las cuales podría arrepentirse, mi padre dejó de beber y llevaba a varias mujeres a la casa, una diferente cada noche, cuando cumplí los siete años, ese señor me enseñó a robar autos, a disparar, amenazar, atracar a las personas, todo tipo de actos ilegales lo aprendí de él, sinceramente no me gustaba cometer esos actos, me decía que eso me convertiría en un hombre, pero ¿Qué pasa si yo no quería?, Me tenía que quedar callado porque sino, recibía golpes de su parte, me obligaba a robar los autos, incluso a muy temprana edad quería que yo me metiera con alguna mujer para dejar de ser un niño y me convirtiera en un hombre, por suerte siempre me escapaba de esa plática, un día lo atraparon en pleno acto, lo llevaron a la comisaría y lo encerraron por un par de años, mis preocupaciones se habían ido al igual que todos mis miedos e inseguridades, mi tío se hizo cargo de mi y se lo agradezco al cielo, quedarme con él, ha sido lo mejor que pudo haberme pasado — hablaba con mucha nostalgia, el agua del mar llegaba a nuestros pies para mojarlos, mis lágrimas no dejaban de salirme, jamás me imaginé que un niño pudiera pasar por tanto...

— ¿Qué pasó con tu madre? — me atreví a preguntar.

— Cuando tenía catorce años, pasé por un restaurante, iba solo, pero dentro de ese local, estaba ella, había rehecho su vida, un hombre y un niño de apenas unos 6 años de edad estaban con ella, se veía feliz, la familia que tanto quiso tener, escuché como le decía a su hijo "te quiero más que a nada en el mundo", cuando eso mismo me lo decía a mi, mi corazón se rompió en ese instante, me sentí reemplazado, ella cruzó miradas conmigo, su rostro era de sorpresa y no dudó en levantarse y correr hacía mi, pero yo fui más rápido y cuando ví ese acto, salí corriendo, lo único que quería era llorar, estaba asustado, todas las noches me preguntaba lo que había hecho mal, o si mi único pecado en esta vida fue nacer, he llorado todas las noches, pidiéndole y rogándole a Dios que no me permita terminar como mi padre, no quiero ser como él, me da miedo — volvió a derrumbarse, su historia era demasiado fuerte, y lo único que hice fue volverlo a abrazar.

— Y no eres como él — mencioné acariciando su espalda mientras su rostro se ocultaba en mi pecho.

— Perdón por gritarte en el restaurante, por tomarte a la fuerza y hacerte daño, no era mi intención, pero, me sentía lleno de coraje, que lo único que quería era salir corriendo de ese lugar — dijo entre sollozos.

— Está bien, no pasa nada — dije abrazándolo más fuerte.

Después de contarme su historia se sentía más vulnerable, más indefenso, lo notaba en su mirada, en su cuerpo que temblaba de miedo, como un niño pequeño que está asustado, pensó que tal vez lo rechazaría, pero era todo lo contrario, ahora que sé parte de su pasado y me dan ganas de abrazarlo, y nunca soltarlo, se abrió conmigo, me dejó ver ese lado de él, ese oscuro pasado que lo atormenta, solo quiero decirle que ya no está solo, y que mientras me permita estar a su lado, ayudaré a que su carga sea menos pesada, seré fuerte por los dos si es que un día amanece débil, peleare por él cuando no pueda enfrentar sus problemas, o pelearemos juntos cuando no quiera cruzar el camino solo.

— Si pudiera decirle algo a mi yo del pasado, le diría que por fin encontramos a alguien que nos acepta tal y como somos, que no hay porque llorar cuando alguien nos espera con sus brazos abiertos — Eddie habló refiriéndose a mi, tan solo ese gesto hizo que rompiera en llanto, lo abracé tan fuerte y comencé a llorar...

Siempre renegué que mis padres no estuvieran conmigo, y por bastante tiempo me sentía solitaria, pero, Eddie... Él sufrió más que yo en el pasado y por más que quisiera cubrir las cicatrices de su alma no podía, pero de una cosa estaba completamente segura y es que a partir de ahora quiero hacerlo inmensamente feliz, tanto como me sea posible...

Amor CristalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora