Capítulo 74

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Eddie

Ella venía corriendo, sus lágrimas rodaban por sus lindas mejillas que estaban en un tono carmesí, todo parecía ir en cámara lenta, corría en dirección hacía donde estaba él... Steve tenía razón, yo no soy nada para ella, apreté fuerte mis puños. Caí en la cruda realidad, ella aún lo quiere y yo solo me estaba haciendo ideas erróneas, yo era el único que se estaba ilusionando con todo esto. Cerré mis ojos para no ver como la chica que me gusta cruzaba a un lado mío para ir a los brazos de otro.

¡No vayas con él, mi corazón no lo soportaría!.

El ruido de sus pisadas al correr era cada vez más fuerte, mi cerebro solo se enfocaba en ese sonido que provocaban sus zapatos al hacer contacto con el suelo "tap, tap, tap" , se estaba acercando a mi, sentía su presencia, no quería abrir mis ojos, tenía miedo y mi cuerpo temblaba al saber que lo estaba eligiendo a él, mi corazón dolía de tan fuerte que estaba palpitando.

El sonido de sus pies corriendo se detuvo, el ligero peso de su cuerpo hizo presión en el mío, me estaba abrazando con todas sus fuerzas, escuchaba sus sollozos cerca de mi oído, su respiración era agitada y no paraba de llorar, parecía una ovejita asustada y perdida, aún no podía creer lo que estaba pasando, ella me estaba eligiendo...

— Dime que estás bien... — su voz era un desastre, apenas podía entenderle con tantos lloriqueos.

Llevé mis brazos a su cintura para abrazarla con más fuerza, nuestros cuerpos se juntaron aún más, quería sentir el calor de su cuerpo, sentí las lágrimas de mis ojos desbordarse, ¿Cómo pude dudar de ti?. Escondí mi rostro en la hendidura de su cuello y hombro, el olor a fresas se hizo presente en mis fosas nasales, siempre huele tan bien, podría morir aquí mismo...

"No me abandones nunca, por favor".

Eddie, dime algo, ¿Steve, te lastimó? — dijo separándose del abrazo para mirarme el rostro.

— Estoy bien, cariño — hablé con ternura mientras le limpiaba con mi pulgar un par de lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.

Sus delicadas y suaves yemas de sus dedos acariciaron la comisura de mi labio, hice un gesto de dolor, estaba hinchado y con una ligera abertura, sus ojos querían volver a llorar al verme con el labio roto... No pequeña, no llores, me parte el alma verte así. Sus manos temblaban al igual que sus labios.

— ¿Qué pasó?, ¿Te duele mucho?, ¿Dónde más te lastimó? — hacía tantas preguntas de manera rápida y nerviosa.

— No es nada, deberías ver como quedó él — sonreí mientras ella seguía viendo mi labio, yo no podía dejar de verla, se veía tan linda como se preocupaba por mi.

— Es un imbécil, iré a ponerlo en su lugar de una vez — dijo molesta separándose del abrazo.

— No, quédate conmigo — dije tomándola del brazo para volver a abrazarla, solo quería sentir su calidez, quería quedarme así por el resto del día. Me sentía como cuando una batería se queda sin energías y con ese abrazo me hubiera recargado por completo.

— Pero te hizo daño, debo terminar con él, pero, me muero de miedo, no soportaría verte lleno de heridas y golpes por mi culpa — su voz era cada vez más débil, en cualquier momento volvería a quebrarse. Llevé mi manos a sus mejillas y me incliné un poco para juntar nuestras frentes.

— Yo estaré bien mientras tú estés a mi lado, puede hacerme a mi lo que quiera, pero a ti no, no quiero verte sufrir de nuevo, quiero que estés bien, déjame protegerte, déjame cuidarte, no dejaré que te vuelva a hacer daño, apóyate en mi las veces que lo necesites, déjame ser tu fortaleza, por favor... Déjame hacerte feliz — hablé mientras le daba un pequeño beso en su frente.

Amor CristalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora