Capítulo 88

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Sky

Después de hacer varios largos en el mar, Eddie fue el primero en volver al yate, empezaba a hacer frío, la temperatura estaba bajando y el cielo reflejaba un lindo atardecer rojo, las nubes se colaban en medio del sol y este proyectaba sus rayos dentro de ellas. Decidí que también era el momento de volver, así que subí al barco para sentarme al lado de él que estaba observando la puesta del sol desde la proa. Esto se sentía extrañamente bien, el ruido del océano, el clima tan fresco, el barco meneándose de un lado a otro por las olas, el silencio que nos envuelve nunca es incómodo.

Eddie

Ya no podía resistirlo más, los pocos rayos del sol iluminaban su lindo rostro angelical, quería besarla, acariciarla, poseerla, terminar lo que no pudimos en el cuarto de baño, no quería verme como un depredador desesperado pero no me quedaba de otra, si ella no daba el primer paso me volvería loco, acerqué más mi rostro al suyo y conecté nuestros labios, metiendo mi lengua en busca de la suya para hacer el beso más lascivo, ella cerró sus ojos esperando mi próximo movimiento, deslicé mis dedos por su vientre hasta llegar a su intimidad para frotar por encima de su bañador, soltó el primer jadeo, hice a un lado la tela que cubría su sexo y acaricié lentamente sus labios vaginales, me abrió aún más sus piernas, me estaba dando el total acceso para hacerle lo que me plazca, nunca pensé que ella sentiría lo mismo, estaba tan mojada que era bastante fácil hundir mis dedos dentro de ella.

Me separé del beso en busca de aire, sus mejillas estaban totalmente ruborizadas, bajé la cremallera de su traje de baño y lo deslicé hasta la altura de su abdomen, sus redondos y perfectos senos quedaron al descubierto, metí uno a mi boca, froté con mi lengua su erecto pezón de manera circular y lo mordisquee suavemente arrancándole un gemido de su boca.

— Eddie... — gimió mi nombre y eso me puso aún más caliente, sus gemidos eran música para mis oídos, eran la jodida gloria.

Sus manos bajaron mi short hasta sacar mi erecto miembro, torpemente nos acostamos sobre aquel piso de madera, ella estaba acostada boca arriba, con sus piernas abiertas para mi, como una buena chica, yo estaba acostado de lado mientras ella bombeaba mi polla de manera lenta y resbaladiza por el liquido preseminal, mis dedos seguían con el asalto, los metí lentamente en su sexo y ella soltó otro gemido más placentero, lo estaba disfrutando, mi lengua seguía lamiendo su duro pezón, su espalda se arqueaba con cada espasmo que daba, el sonido obsceno de mis dedos entrando a su interior era exquisito, volví a buscar sus labios para besarla y dejé entrar un tercer dedo dentro de ella, su primer instinto fue cerrar instantáneamente sus piernas, mientras un chillido fue enmudecido por mis labios.

— Eddie, follame — dijo separándose del beso, sus ojos estaban dilatados y llenos de deseo.

— Ya sabes lo que tienes que decir si quieres que tu amo te consienta, gatita — susurré con una voz ronca.

— Por favor, amo, haga lo que quiera con mi cuerpo, vacíe toda su carga dentro de mi sucio coño — respondió con una voz agitada, suplicante, por fin se dignaba a hablar con un lenguaje vulgar.

— Bien, ahora sé una buena chica y no te corras hasta que yo te lo ordene — respondí de manera dominante.

Me deshice de su traje de baño y del mío, nuestros cuerpos quedaron totalmente desnudos, me puse encima de ella que me abrió gustosamente las piernas para que pudiera penetrarla, sin más, metí mi verga dentro de su interior sin previo aviso, estaba tan apretada, tan húmeda y cálida, entrar en ella era el paraíso sin lugar a dudas, apreté sus muslos y acerqué mis labios a su blanquecina piel para comenzar a dejarle algunas marcas sobre ella, mis caderas tomaron absoluto control sobre mi, no podía dejar de darle fuertes embestidas, quería sus gemidos, quería sus sonidos mas vulgares, quería destrozarla, que gritara mi nombre suplicándome por más, el choque de nuestros cuerpos formaban chasquidos, podía ver como sus jugos salpicaban el piso y ella gemía consecutivamente, sus paredes me apretaban cada vez más y solté un gruñido, estaba a punto de correrse y cesé mis embestidas. Varias veces hice esto, haciendo que fuera una deliciosa tortura para ella.

— No, no pares por favor — suplicó.

— Aún no he dado la orden, aguanta un poco más — respondí.

De un solo y ágil movimiento hice que ella estuviera ahora en la cima, comenzó a montarme rápidamente como si fuera una maldita experta, flexione mis piernas para que ella pudiera apoyarse de mis rodillas, sus senos rebotaban al mismo ritmo que sus caderas, estaba desesperada y buscaba su propia liberación, sus mechones del cabello se pegaban a su rostro debido al sudor y al agua de mar que aún se encontraba en su cuerpo, mierda, era tan jodidamente caliente, saltaba de arriba hacía a abajo, y luego meneaba sus caderas de manera circular, el sol sobre su cuerpo se encargaba de hacerla ver como una magnífica diosa, llevé mi mano hasta su cuello donde lo apreté, ella puso su mano sobre mi muñeca, nuestros ojos se conectaron por unos minutos, ver su rostro lleno de placer me hacía perder el control, azote mi mano en sus nalgas y ella gimió gustosa de placer. Nuestros gemidos y jadeos se volvían uno al igual que nuestros cuerpos, sus saltos se volvían más erráticos y yo pensaba en otra cosa para no correrme antes que ella. Sus piernas temblaban como gelatinas, comenzó a gritar de placer mi nombre y sus paredes volvieron a apretarme toda la verga, haciéndome saber que estaba a punto de volver a correrse, cada vez que saltaba mi vientre era salpicado por sus jugos.

— Amo, estoy a punto de correrme, por favor, déjeme hacerlo, no creo soportarlo más — volvió a suplicar, era una excelente sumisa.

— Bien, perrita, hazlo, córrete para papi — dije con una voz ronca.

Yo también estaba apunto de correrme, mis manos pasaron a sus caderas para sostenerlas y empezar a dar fuertes embestidas en ella, un grito pronunciando mi nombre me hizo entender que estaba llegando a su orgasmo, sus paredes me apretaron tanto que disparé todo mi esperma dentro de ella, llenando todo su interior, al sacar mi miembro nuestros fluidos se combinaron y salían de ella deslizándose por sus muslos...

Se acostó a un lado mío rendida, tratando de recuperar el aliento, giré mi cuerpo para poder verla, su rostro estaba totalmente rojo y su pecho subía y bajaba de manera rápida, le di un beso sobre su frente.

— Me encantas, Sky — acaricié su mejilla con dulzura.

— Y tú a mí — sonrió y acerqué mis labios a los de ella para plantarle un beso corto.

Amor CristalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora