Me había levantado temprano, me puse una sudadera y baje a la cocina topándome a Pedri.
Ester—¿Y eso?
Pedri—¡Sorpresa!
Ester—Muy buena sorpresa. (Me acerqué a él y le di un beso). ¿Qué pasó?
Pedri—Pues te tengo dos noticias. Una buena y una mala.
Ester—La mala primero.
Pedri—La mala es que no podré estar el día de tu cumpleaños.
Ester—Qué, nooo ¿Por qué?
Pedri—Tenemos partido y será en Londres. Pero la buena noticia es que tengo tres dias libre, así que como te gusta mucho la playa, hoy nos vamos a Ibiza.
Ester—¿En serio?
Pedri—Si si, así que has tú maleta y lo que te quieras llevar. Ya reserve un Airbnb junto a la playa, está espectacular.
Ester—Me encanta y me encantas tú también. Acompáñame a hacer la maleta.
Subimos a mi habitación y empecé a buscar ropa como loca.
Ester—¿Está frío en Ibiza?
Pedri—Depende, llévate ropa de invierno y de verano, no vaya hacer que haga un poco de frío.
Ester—Lastima. No me podrás ver en bikini todo el día.
Pedri—Pues prendemos la calefacción en el cuarto y te los pones.
Ester—Que inteligente eres. Por eso me fijé en ti. (Le dije sarcásticamente).
Pedri—Chistosa, ¿lista?
Ester—Si si.
Pedri me ayudaba con las maletas para bajarlas a la entrada de mi casa. Vi como en la entrada estaban Natasha y mi papá así que no pude resistirme.
Ester—¿Tú no entendiste lo que te dije ayer, verdad? Te dije que te largarás.
Oscar—Ester, por favor, Natasha no se va a ir.
Ester—No cabe duda que si te tiene mal. Mira Oscar, tú no puedes ser novia de esta empleaducha, me da muchísimo asco y pena por ti. Pero bueno ¿le hiciste ojitos a mi papá para que te dejara quedar una noche más o que?
Pedri—Ey, Ey, ya tranquila.
Ester—Tranquila ni nada. O se larga ella, o yo el lunes que sea mi cumpleaños, me largo de esta casa. Porque yo con una mojigata no me voy a mezclar. Tú sabrás Oscar. Y a ti que ya te entré por una vez en la cabeza, tú no perteneces aquí, regrésate a tu pueblo donde sólo comen frijoles y déjanos en paz, sino quieres consecuencias.
Pedri—Oscar, nos vamos tres días a Ibiza, si se te ofrece algo tienes mi número. Ester vente, ya.
Pedri subió las maletas a la cajuela, encendió el coche y comenzó a manejar.
Ya había pasado un rato en el que ambos íbamos callados, Pedri ni siquiera me volteaba a ver.
Ester—¿Entonces no me vas a hablar?
Pedri—No debiste insultarla tanto, ella no te ha hecho nada.
Ester—¿Ah, no? Se quedó con algo que me pertenece.
Pedri—¿Con qué?
Ester—Con mi papá. (Pedri me miro y yo solo estaba seria). —Mira mi papá me cae muy mal, pero en vez de quererme a mi, quiere a otras y además a la empleada. Tan solo pensarlo me dan ganas de vomitar.