Iba a darle la noticia a Pedri, de que mi proyecto había sido aprobado y que me iba a Londres un mes, no sabía cómo se lo iba a tomar.
Después de la universidad me pase al campo, ya no podía esperar más, porque mi vuelo salía en dos días.
Ferran—¡Ester! ¿Y eso que vienes tan temprano?
Ester—Pues vengo a ver a Pedri.
Ferran—No está en los vestidores, está en la cancha.
Ester—Ah, vale, pues voy ahí, gracias Ferran.
Ferran—Antes de que te vayas necesito contarte algo.
Ester—¿A mi? ¿De que o que?
Ferran—Sira y yo estamos teniendo muchos problemas. Hasta hemos pensado en terminar nuestra relación. Pero yo no quiero.
Ester—¿Ustedes? No me la creo. ¿Pero porqué?
Ferran—No se, tiene unos cambios de humor medio raros, está muy seca y a cada rato estamos discutiendo.
Ester— Tal vez puedo hablar con ella, y luego te cuento que le pasa. Pero si quieres que soluciones las cosas, háblale con la verdad, y dile cómo te sientes. Su relación es yo creo la más perfecta que he visto en mi vida, no la dejen por una simple tontería.
Ferran—Vale, lo haré.
Pedri—¡Ester! (La voz de Pedri se hizo presente en nuestra conversación).
Ferran—Bueno yo los dejo.
Ester—Vale.
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Pedri—¿De qué hablaban?
Ester—Pero no te pongas celoso. Me estaba contando que su relación con Sira va mal.
Pedri—¿En serio?
Ester—Si. Oye... tengo que decirte algo y ya no me puedo aguantar. Me voy en dos días a Londres.
Pedri—¿Tan rápido?
Ester—Si. Hoy me han dicho que mi proyecto gano y bueno, tengo que tomar esta oportunidad.
Pedri—Pues vamos a celebrar ¿no?
Ester—Me parece buena idea.
Pedri—Sigo en entrenamiento, pero pasó por ti en la noche como a las 8 ¿te parece?
Ester—Aja. Bueno yo te dejo que tengo que ir a hacer unas cosillas y a alistar mis cosas. (Me acerqué a Pedri y le di un beso).
Horas más tarde...
Pedri había hecho reserva en nuestro restaurante favorito de sushi.
Mesera—Enseguida les traigo su orden.
Pedri—Gracias.
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Pedri—¿Por qué tienes esa cara?
Ester—Pues... me sorprende que no te hayas puesto triste o desanimado porque me iba.
Pedri—Como me voy a poner triste, si veo a mi novia feliz de ir a hacer lo que le gusta. Orgulloso de ti, es poco, de verdad que te mereces ese viaje y muchos más, porque le dedicas mucho tiempo a tus estudios. Estoy seguro que vas a hacer de las mejores psicólogas en el mundo, de mi te acuerdas.
Ester—No es para tanto. Yo se que soy tu novia, pero pongamos los pies en la tierra.
Pedri—No seas cruel contigo misma, yo te digo sólo la verdad. Así que necesitas creer en ti.
Después de unos minutos la comida llegó, empecé a sentirme rara y él hambre se me había ido.
Pedri—Quiero suponer que comiste algo antes de venir ¿verdad? (Yo solo me quede callada).
Ester—Pues... no en realidad. Creo que siguen siendo los medicamentos, te digo que cada vez que los tomo, me dan muchas ganas de vomitar.
Pedri—Tienes que ir al doctor, mucho medicamento te puede dañar el hígado o otra cosa. Ve mañana, por si algo.
Ester—No tengo tiempo, mañana tengo que tener todo listo para irme a Londres.
Pedri—Ester...
Ester—¿Sí?
Pedri—Prométeme que cuando estes haya, no me vas a dejar de hablar, y me vas a contar todo lo que te pase con detalle, quiero vivir esta experiencia contigo.
Ester—Voy a tratar. Sabes que a mi eso de estar checando cada cinco minutos es muy complicado.
Pedri—Vale, pero escríbeme todos los días, que no se te vaya a olvidar.
Ester—Te lo prometo. (Me acerqué a Pedri y lo besé). —Te quiero.
Pedri—Vuélvelo a decir, me encanta escucharte.
Ester—Que te quiero, y mucho.
Pedri—Yo te quiero más.
Ester—No, yo más. (Unas chicas se nos quedaron mirando y yo solo comencé a reír).
Pedri—¿Qué pasó?
Ester—¿Desde cuando mostrar afecto en público es ilegal?
Pedri—Pues que yo sepa, nunca ha sido ilegal ¿Por qué?
Ester—Ve la cara de esas chicas, nos miraron raro.
Pedri—Obvio que nos van a mirar raro. En su vida van a poder tener esto que nosotros tenemos.
Ester—Mm, tienes razón. Cada día te pones más guapo.
Pedri—No empieces.
Discretamente comencé a bajar mi mano a su parte íntima y Pedri retorció los ojos.
Ester—Pero si no te he hecho nada.
Pedri—Sabes que con tan solo tocarme, causas algo en mi. Por favor no lo hagas, estamos enfrente de todos.
Ester—¿Y eso no te pone mas cachondo? Deja de pedirme que lo deje de hacer, porque no voy a parar.
Baje el zíper de su pantalón e introduje mi mano dentro, tocaba su miembro delicadamente, Pedri se mordía los labios, porque si llegaba a gemir todo el mundo nos miraría peor.
Ester—Gime en mi oído.
Pedri—No me pidas eso.
Ester—Hazlo, si no quieres que gima yo.
Pedri se acercó a mi oído y solo bastó con que gimiera, para ir a sus labios y comerle la boca.
Ester—Se me está olvidando qué hay gente.
Pedri—Se nota.
Volví a subir mi mano para tomar el cuello del chico, pero Pedri la volví a bajar.
Pedri—No dejes lo que no haz terminado, necesito más de ti, no sabes cuantas ganas tengo de follarte aquí mismo.
Ester—¿Y por qué no lo haces? ¿No que no le tenías miedo a nada?
El chico y yo nos volvimos a besar, hasta que Pedri se corrió.
Ahora en esta historia hay un contexto que va a pasar en la otra que estoy escribiendo, así que pronto se darán cuenta.
La otra historia se llama: Solamente si es con él.
Para que también la lean.