Capítulo 13: Reencuentro en Bretaña

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Bretaña, Îlle Vierge 1915

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Bretaña, Îlle Vierge 1915. Francia

William A. Ardlay, jefe del poderoso clan Ardlay en persona se reunió con la Señora Sophie Le Bail en pequeña taberna de pueblo en el pueblo de l' îIle Vierge de la Bretaña francesa una cálida tarde de mediados de mayo, tras un frenético viaje de seis días en el transatlántico RMS Lucania con escala en Southampton. Había dado instrucciones precisas a Georges para que se reuniera con la señorita Higgins en su despacho de Chicago ya que, si había alguien capaz de dar con la persona que estaba buscando, aquella era Vanessa. Georges, tan capaz o más que ella se uniría a ella en su búsqueda. Según lo que habían hablado en su última reunión en la mansión de Chicago, estaba cerca de averiguar su paradero. Ella estaba feliz porque sabía que era absolutamente necesario que lograra cualquier avance y los resultados que había obtenido eran más que prometedores.

Con la ayuda de Georges, había conseguido dar con la partida de nacimiento de una niña que había nacido en un hospicio para pobres en Michigan y estaba segura de que pronto localizaría a sus padres.

—¿Estás segura de que puede tratarse de ella? — preguntó muy serio mirando las hojas manuscritas que la joven le había entregado.

— Casi estamos seguros de que es ella, William. Ahora, Georges y yo debemos ir a comprobar si lo que hemos averiguado es una buena pista — dijo su amiga con los ojos brillantes de la emoción pues sabía lo importante que era para su amigo.

Le Apretó el hombro intentando transmitirle fe y confianza. Albert, le apretó la mano y suspiró. Después salieron al porche. Vanessa estaba especialmente hermosa aquel día. Sus ojos brillaban y estaba feliz. Llevaba un precioso vestido de color verde de corte imperio que dejaba ver los tobillos y resaltaba su increíble cabellera pelirroja. No le gustaba llevar sombreros, pero en aquella ocasión se había puesto un coqueto sombrero con un tocado de bayas y florecillas silvestres. Se acercó y le dijo al oído que la próxima vez hablarían de algo importante. Albert se echó a reír mientras bajaban la escalinata principal, conociéndola se podría esperar cualquier cosa, se abrazaron efusivamente. Vanessa le dio un beso en la mejilla para despedirse y Albert, galante como siempre le abrió la puerta del coche donde Georges aguardaba con expresión estoica y tranquila. Se diría, sin embargo, que sus ojos sonreían.

Ninguno de los que allí estaban pudo ver cómo la silueta de una rubia jovencita que corría como el viento iba a esconderse tras la columnata de la casa vecina, mientras apretaba con fuerza contra su pecho una blanca y pequeña maleta de piel con las esquinas rematadas en rojo.

En Southampton el viento de primavera soplaba fresco y William sintió cómo iba recobrando el ánimo. Le sentaba de maravilla estar al aire libre, aunque estuviera en un ruidoso puerto inglés atestado de barcos, con el pitido de sus sirenas taladrándole los tímpanos. Prefería en su lugar, los sitios tranquilos, menos poblados donde podía tumbarse a escuchar el viento en las hojas de los árboles y el trinar de los pájaros. Se encogió en la elegante capa de viaje presa de un escalofrío, refrescaba.

Más allá del hilo rojo [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora