Capítulo 97: Propuestas y revelaciones

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Él seguía con su firme intención de dar caza al monstruo

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Él seguía con su firme intención de dar caza al monstruo.

Sabía que el joven Lagan había estado próximo a Arthur y que poseía información comprometedora. De hecho, desde que había salido del calabozo tras ser abonada la fianza por sus padres el joven permanecía recluido en una de las muchas mansiones de la familia bajo fuertes medidas de seguridad. Los Lagan tenían miedo de que Mc Bride fuera a por él si se decidía tirar a de la manta.

Cobarde como era, estaba seguro de que su sobrino no hablaría. El miedo era un potente disuasorio que le impedía ser honesto.  Él se había decidido a presionarlo por una buena causa: por justicia.  Y estaba satisfecho porque ya había obtenido de él cierta información que podría considerarse cuanto menos, valiosa.

William había solicitado a su abogado que se reuniera con él y le había ofrecido un trato. Además, también le había ofrecido otro incentivo que le había hecho replantearse sus prioridades.

Se había reunido con los constructores del Hotel Miami Resort Inn y le había prometido  que él se haría cargo de refinanciar  las obras  si se ofrecía a colaborar con la policía en calidad testigo en la causa contra Mc Bride.

Por una vez, el joven Lagan había sido capaz de tomar una decisión inteligente y había aceptado. Él se libraría de la amenaza de Mc Bride y por otra parte, sus padres recuperarían el proyecto que había sido congelado por decisión suya.

Sara Lagan y su marido Raymond habían decido mantenerse al margen, siendo conscientes de que el jefe del clan estaba siendo magnánimo con ellos tras las afrentas cometidas contra un integrante del clan Ardlay tan próximo al patriarca y Eliza estaba demasiado ocupada intentando sobrellevar su embarazo como para pensar en su hermano.

La joven Lagan había decidido recluirse, consciente de lo escandaloso que sería aparecer embarazada sin marido en sociedad por amor a un hijo del que su padre desconocía su existencia.

En ese sentido, William no tenía ninguna intención de dejar pasar la afrenta a Candy y seguía manteniendo su decisión de  apartarlos radicalmente de la familia Ardlay.

Sabía que aquella decisión aún le pesaba a su tía, pero debía mantenerla por el bien de todos. Eran una rama podrida del árbol familiar y él estaba decidido a cortarla.

Por respeto a sí mismo, por respeto a su familia, lo haría.

"Candy...Candy...Candy..."

"¿Dónde estás ahora? Las noticias sobre la Gran Guerra son alarmantes. Me tortura pensar que intentando alejarte de mi enemigo, te haya arrojado a los tiburones. A ti...a tu familia... ", pensó mientras llevaba la mano a la frente,  apoyaba el codo encima de la mesa y cerraba los ojos.

La angustia lo torturaba. Pero ya no podía hacer nada más que encomendar la suerte de su amada al destino y rezarle a Dios para que ella y los suyos llegasen a salvo a Escocia.

Más allá del hilo rojo [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora