Capitulo 18: Aves de rapiña

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Oxford, 1904

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Oxford, 1904.

Vanessa no se podía concentrar en las clases. Después de lo sucedido la noche anterior se sentía realmente confusa y decidió ir a la biblioteca para poder aclarar sus ideas con su carpeta de cuero bajo el brazo ¿Era aquello lo que ella quería realmente? ¿Y qué hay de los sentimientos de William? ¿La amaba? ¿Cómo iba a poder seguir con sus planes si iniciaban una relación?

Ella quería estudiar, licenciarse. El tener un lío con su compañero de cuarto iba a acabar por complicar las cosas mucho más de lo que estaban de por sí, con tantos nuevos enemigos acechando. Las miradas que le dirigía últimamente Gordo Joe le helaban la sangre.

Era mediodía, y los dos jóvenes que compartían alguna de las clases durante la jornada coincidieron en el pasillo después de salir del aula y se saludaron cuando se encontraron con una tímida sonrisa.

— ¿Vienes a la biblioteca? — le preguntó ella.

William asintió y decidió acompañarla en silencio algo azorado e inquieto. También él se sentía confuso. No podía parar de pensar en lo sucedido. Pese a que la noche anterior había sido estupenda, se había dado cuenta de que sus sentimientos por Vanessa no iban más allá de la amistad. No quería arriesgar lo que tenía y había compartido con ella por iniciar una relación tan complicada. Y si bien era cierto era que su cuerpo reaccionaba a su cercanía y que la joven tenía un cuerpo hermoso, lo que había sucedido le había dejado una extraña sensación de vacío.

Ella hablaba a su lado, mucho, como siempre. Pero el muchacho no podía prestarle atención.

Habían sido generosos en extremo y habían experimentado el placer de explorar sensaciones que hasta aquel momento eran desconocidas para ambos

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Habían sido generosos en extremo y habían experimentado el placer de explorar sensaciones que hasta aquel momento eran desconocidas para ambos. No obstante, en su corazón no la amaba. Él estaba convencido de que le faltaba algo... y no sabía explicarlo, pero su alma le decía que la dejara ir. Que no era la indicada, aunque su cerebro, le decía que era excepcional y que ella sería una opción más que acertada para compartir con él su futuro y que la tía Elroy la iba a encontrar más que encantadora.

No obstante, algo en su interior le impedía quererla como se merecía. ¿Cómo se lo iba a decir sin herirla? Apreciaba enormemente su compañía y ciertamente, gracias a ella sus días universitarios se habían vuelto más soportables. Ya formaba parte de su vida y la sentía como la querida hermana que había perdido hacía ya tanto tiempo: su Rosemary.

Más allá del hilo rojo [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora