Boston febrero,1917.
—¡Escríbenos, Candy!—Pidió Annie al borde de las lágrimas en el muelle donde había atracado el imponente transatlántico.
Candy estaba conmovida. Abrazada a sus amigas, le costaba separarse de ellas.
—Sí, escríbenos por favor...—Rogó Patty cogiéndole las manos con lágrimas asomándose a sus grandes y cálidos ojos castaños.
—Por supuesto, por supuesto que lo hare...No pasará un solo día en que no tengáis noticias mías— respondió la chica incapaz de contener las lágrimas.
Todos estaban emocionados. Archie y Stair intentaban controlar la situación, pero ellos también estaban emocionados.
—Buen viaje, te echaremos de menos...— Dijo Stair intentando no pensar en las circunstancias que la llevaban a abandonar el país.
—Sobre todo cuídate de los escoceses, Candy...— Le aconsejó Archie guiñándole un ojo provocador de la mano de una Annie que intentaba aguantar las lágrimas.
—Tendrán que cuidarse ellos de mí.— Respondió Candy con desparpajo ya a punto de subir por la pasarela.
Se abrazaron y lloraron, sabían que Europa estaba en guerra y también sabían que Candy volvía al hogar ancestral de su familia. Pero el tío William había sido claro: ella debía partir para su protección. Albert, sabía lo que hacía y sus amigos no objetaron nada al respecto. A la joven ya le había costado asumir que tenía que alejarse de sus seres queridos por un tiempo y ellos no querían ponerle las cosas más difíciles de lo que ya eran de por sí. La querían demasiado y se preocupaban por su bienestar. Porque ¿Dónde iba a estar ella más segura y más protegida que con los suyos en Escocia?
Además, ella les había dicho que tenía muchas ganas de conocer a sus abuelos, a sus tías y a sus primos.
—¡Stair viejo zorro, acuérdate de seguir las instrucciones...! —Gritó Gilbert agitando efusivamente la mano.
Su madre y su tío Ben aguantaron la risa. Pero Scott mantenía el gesto serio, estaba preocupado por su mujer y su hija. Todavía sentía escalofríos cuando recordaba el episodio de Chicago con aquellos matones y el tipo peligroso del que le había hablado Ardlay. Le había prometido que le mantendría informado sobre Mc Bride y sus movimientos.
Scott había dejado a su hombre de confianza a cargo de su fábrica textil. Por su parte Clarice, había decidido pagarle un extra a uno de los aprendices que tenía más talento y ponerle al frente del negocio. Confiaba en él, era joven y su honradez había quedado demostrada en numerosas ocasiones.
En ese sentido, los padres de Candy también se habían quedado tranquilos, porque Albert se había ofrecido a dedicar recursos para que los negocios de los dos, funcionaran a pleno rendimiento en su ausencia. Y ellos confiaban en su palabra.
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Más allá del hilo rojo [Libro 1]
FanfictionCandice White Ardlay está viviendo un sueño: luego de ser adoptada y descubrir la identidad secreta de su príncipe de la colina está trabajando de enfermera en la clínica que Albert construyó para ella y el Doctor Martin. También ayuda a la Srta. P...