William estaba satisfecho. Las cosas marchaban según sus plantes y estaba seguro de que pronto recibiría la noticia de que los Cornwell iban a celebrar el compromiso de los chicos en la residencia de los Ardlay en Lakewood. La Tía Elroy había enviado una nota de disculpa a los Brighton y también los Lagan habían guardado los cuchillos. Pero se preguntaba hasta cuándo. La construcción del nuevo hotel en Miami se había iniciado tras la descongelación de los fondos necesarios para su ejecución. Calculaban que terminarían su construcción en un par de años. Era un hotel de cinco estrellas situado en un lugar exclusivo y privilegiado. William en persona había supervisado el proyecto junto con el Señor Lagan y todo apuntaba a que iba a ser un éxito empresarial. Los estudios de mercado auguraban que la inversión se recuperaría en tiempo récord y tampoco iban a tener problemas en cuanto a competencia. Miami era una zona donde la renta per cápita era alta y sin duda, no iban a tener problemas por atraer huéspedes ilustres a sus habitaciones. Los beneficios no iban a tardar en aparecer.
Pero lo que más ansiaba William era otra cosa muy distinta y quizás más importante para él porque afectaba a Candy. El joven quería que los Lagan se retractasen de todas las falsas acusaciones vertidas contra ella. Y también buscaría la forma de que lo hiciesen, lo ordenaría si era preciso. Sobre todo, sabiendo que gracias a sus inquinas Candy había sido muy infeliz. El hecho de que la acusaran falsamente de ser una ladrona había manchado seriamente su reputación ante todo el mundo, tanto que la misma Tía Elroy seguía mirando a su protegida con malos ojos. William tenía serias reservas de que Elroy depusiera su agria actitud hacia Candy incluso después de saberse que ella era la persona responsable de la curación de su amnesia. En ese punto, ordenó llamar a su tía para poder explicarle la situación y aclarar de una vez por todas las cosas.
Elroy apareció puntual a la cita aquella tarde de invierno en la mansión de Chicago. Llevaba un sobrio traje gris y sus amplias y almidonadas faldas crujieron cuando tomó asiento. La doncella les sirvió un té con pastas y luego se despidió tras hacer una reverencia.
—Bueno, William ¿Qué asunto es ese tan importante que quieres tratar conmigo?— inquirió la vieja dama mientras daba un sorbo de té de la taza de exquisita porcelana china.
—Tía, quiero que empieces a tratar a Candy con el respeto que se merece. Ella no ha tenido la culpa de que la abandonasen de niña en la Casa de Pony y su vida ha sido muy dura, como seguramente habrás sabido. — Empezó el joven.
Elroy se atragantó con el té.
—¿Qué...?
William no se inmutó y siguió con su exposición:
—Desde que fue acogida en casa de tu hija como dama de compañía para Eliza su vida ha sido infinitamente peor. Sobre todo, por culpa de Eliza y Neal. Tus nietos son personas mezquinas y manipuladoras. Ellos planearon culpar a Candy de ladrona tras sustraer las joyas de la familia y guardarlas debajo de la almohada de su cama. Una cama que habían puesto en la cuadra con los caballos...no sé si me sigues, tía.— Ironizó el joven.
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Más allá del hilo rojo [Libro 1]
FanficCandice White Ardlay está viviendo un sueño: luego de ser adoptada y descubrir la identidad secreta de su príncipe de la colina está trabajando de enfermera en la clínica que Albert construyó para ella y el Doctor Martin. También ayuda a la Srta. P...