Cuando Stair, Archie y Candy fueron a recoger a Patty al puerto de Boston el transatlántico ya había atracado. Estaban muy emocionados y nerviosos. Hacía días que habían recibido el telegrama. También se habían preocupado mucho, pues desde el hundimiento del Lusitania los barcos con civiles ya no estaban seguros, ni mucho menos los transatlánticos. Pero sabían que la decisión ya había sido tomada y no pudieron más que admirar el coraje de Patty.
—Stair, no me aprietes tanto el brazo. Me van a salir moratones— dijo Archie resoplando.
Stair no paraba de mirar hacia el muelle. El transatlántico era una imponente mole de hierro remachado, parecía increíble que algo tan pesado pudiera flotar y atravesar océanos con cientos de personas dentro. Habían venido con tiempo de adelanto y los pasajeros desembarcarían pronto.
Archie les había contado durante el viaje que el tío William había intercedido por Annie y por él ante la familia para poder formalizar el compromiso con Annie y estaba feliz.
—No me imagino qué habrá hecho el tío William para convencerles. Porque es bien cierto que tienen la cabeza dura y no son gente fácil de tratar —suspiró Archie cogiéndose la barbilla.
—Sí, sabemos cómo se las gastan. Es gente de cuidado. La tía Elroy es una histérica y los Lagan son una obra fallida de Dios, parece mentira que seamos familia. Lo que nos molestaba era que sus prejuicios acabasen por envenenar también a nuestros padres —dijo Stair poniendo los ojos en blanco.
—Candy ¿Tú sabes algo? — inquirió el joven mirándola fijamente.
— ¿Yo? ¿Por qué lo iba a saber? — se extrañó ella.
—Por nada, por nada.... — dijo Archie sonriendo y mirándola de reojo —. Sabemos la confianza que te tiene y supusimos que quizá sabrías algo al respecto. Lo cierto, es que también la tía Elroy ha cedido y nuestros padres ya no se oponen. Es realmente maravilloso. Ahora Annie y yo vamos a poder celebrar la fiesta de compromiso que nos merecemos.
Los ojos de Archie brillaron. Se imaginaba a Annie llevando un hermoso vestido de George Lepape que dejaba un poco más a la vista los tobillos. Se ruborizó pensando en lo hermosa que estaría vestida de color beige, con bordados de motivos vegetales color caramelo. Sus rubios cabellos sueltos por la espalda y con un hermoso tocado de flores ciñendo su frente. La fiesta se celebraría en Lakewood y los dos harían su entrada en barca por su portal. Sería una entrada grandiosa. Y él, por supuesto, él llevaría un chaqué a juego con el vestido de su prometida para la ocasión.
— ¿En qué piensas, Archie? —preguntó Stair mirando a su hermano con ojo crítico.
—En nada en especial — mintió Archie sabiendo que su hermano estaba ojo avizor.
—Ah, ya sé lo que estás pensando... viejo truhan — añadió dándole un codazo.
—Cállate, Stair...—Dijo Archie sonrojándose aún más.
—Ahora que no hay ningún impedimento para comprometerte ya nada te impide pasar al siguiente nivel. ¿Eh, Archie? — dijo Stair cada vez más sonriente.
—Oh...de verdad, eres un pesado —dijo Archie resoplando, cruzándose de brazos y mirando hacia el enorme transatlántico atracado en el muelle. La sirena era ensordecedora.
—No sé por qué te metes conmigo ... cuando realmente te olvidas de que estamos aquí esperando por tu novia— repuso Archie mirando intensamente a Stair.
Este se empezó a ruborizar a su vez.
—Cállate...Archie. No te aguanto— protestó, el joven dándole un codazo.
Pero luego entró en razón y ambos empezaron a reír como en los buenos tiempos:
—Es cierto, la verdad es que estoy nerviosísimo. Es la primera vez que nos vemos después del incidente de Francia y no sé cómo se lo puede tomar cuando vea mi cicatriz y cuando vea que me falta la mano — repuso Stair mirando hacia el suelo.
—No te preocupes, hermano. Patty es una gran chica y no creo que eso la vaya a importar demasiado— dijo Archie pasándole un brazo por los hombros.
Candy estaba conmovida. También pensaba lo mismo que Archie y se mantenía al lado de su amigo para infundirle valor. Afuera hacía frío y se mantenían en el interior del vehículo para mantener el calor. El chófer de la familia se mantuvo discretamente atento esperando a que los pasajeros desembarcaran. En el momento indicado vieron a una joven bajar la escala a toda velocidad. Llevaba gafas y sin duda era Patty. Los buscaba entre la gente que estaba apostada esperando la llegada de sus seres queridos.
—¡Patty, Patty...Aquí— gritaron los muchachos que habían salido del coche en cuanto la vieron.
Estaba más delgada, pero sin duda era ella. Stair sintió como si el corazón le fuese a explotar en el pecho de pura felicidad y ella corrió a su encuentro nada más verlo.
—¡Stair... Stair...! ¡Oh, mi amor...! — gritó Patty entre lágrimas. Sólo quería fundirse con él y no separarse jamás de sus brazos.
—Te he añorado tanto...—lloró Stair enterrando su cara en sus cabellos.
Olía a mar y a sal. Ella había arriesgado su vida para volver a su lado y estaba conmovido. Patty se enjuagó las lágrimas y se abrazó alborozada a Archie y a Candy. Estaba en casa, sentía que estaba en su hogar porque su amor vivía allí. Y ella se quedaría donde estuviera él porque lo amaba con todo su corazón.
Lo miró a los ojos feliz, aquellos ojos verdeazulados que tanto amaba. Se puso de puntillas y lo besó en los labios. Fue intenso, breve, conmovedor. Y Stair la abrazó con fuerza.
Candy y Archie se quedaron mudos. Era una escena tan tierna que no supieron qué decir. Sólo se sintieron felices de que los dos enamorados se hubiesen reunido por fin después de tanto dolor. Una vez se calmaron las emociones iniciales se rieron y decidieron regresar a casa.
Así que cuando el mozo hubo traído el equipaje de Patty y el chófer de los Ardlay hubo colocado las maletas en el portaequipajes Archie se sentó en el asiento del copiloto y Patty se quedó al punto dormida apoyada en el hombro de Stair. Candy que estaba sentada a su lado sonrió con ternura. Stair también sonrió comprendiendo que a Patty le daba lo mismo en qué estado estuviera su cuerpo ahora. Ella lo amaba tanto como él la amaba a ella. Y aquello era más que suficiente.
Candy pensó en lo maravilloso que sería encontrar un amor como aquel. Y pensó en Albert. En sus besos y en aquella noche tormentosa, cuando le dijo que lo volvía loco. ¿Qué había querido decir, exactamente? Él la había vuelto loca a ella. Sin embargo, le estaba muy agradecida. Albert había localizado a sus padres para ella y aquello significaba algo muy profundo. Nunca le iba a poder pagar ese favor.
Ahora que sabía quién era su padre, quería conocer a su madre. Ignoraba por qué no había venido con él a verla y desde luego descartaba preguntarle a Albert por su dirección. Se la preguntaría a Scott y le haría una visita a su madre. Lo tenía muy claro. En ese punto, Candy apoyó la espalda en el respaldo del asiento trasero del coche y se quedó dormida con una sonrisa en los labios.
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Más allá del hilo rojo [Libro 1]
FanfictionCandice White Ardlay está viviendo un sueño: luego de ser adoptada y descubrir la identidad secreta de su príncipe de la colina está trabajando de enfermera en la clínica que Albert construyó para ella y el Doctor Martin. También ayuda a la Srta. P...