Capítulo 63: Un viaje a Chicago

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Después de que Annie leyera la carta escrita por William Albert Ardlay en persona se quedó en shock. Sus padres adoptivos la miraron con preocupación y pidieron las sales para tratar de reanimarla.

— ¿Estás bien, cariño? — preguntó Beatrice.

Ella asintió tomó aire y sonrió a su madre con lágrimas en los ojos. Annie se sentía infinitamente agradecida a William por haber intercedido. Por fin tanto Archie como ella eran libres para mostrar su amor al mundo. Pero, por otra parte, también se había sentido desfallecer por lo que había supuesto la revelación de la identidad de sus verdaderos padres.

—Así que me llamaba Marie Bennet. — Dijo con incredulidad.

Se había quedado pálida, incapaz de reaccionar. Se fiaba de la palabra del jefe del clan de los Ardlay ¿Por qué habría de mentirles? No tenía ningún sentido que lo hiciera. Ahora se veía en la tesitura de conocerlos, aunque tampoco quería hacer daño a sus padres adoptivos. Ella los amaba. Pero no podía evitar sentir curiosidad por saber cuáles eran sus verdaderos orígenes.

Los Brighton siempre iban a ocupar un lugar en su corazón. Ellos eran quienes la habían criado y cuidado desde que era una niña. Le habían pagado una exquisita educación y se sentía profundamente unida a ellos, no solo por la gratitud sino también por el irrompible vínculo del amor. Pero, por otra parte, el saber que había sido arrancada por la fuerza de su verdadero hogar la había hecho comprender lo duro que había tenido que ser para los Bennet el perderla de aquella manera tan cruel. Así que decidió conocerlos.

—Mamá, creo que es justo para mis padres biológicos que los recibamos en nuestra casa. También lo es para mí. Ellos no tuvieron la culpa de lo que les sucedió. Fueron tan víctimas como yo de la maldad de otros— dijo Annie solemne.

—Comprendo, querida — convino Leopold tocando el hombro de su mujer que estaba conteniendo el llanto.

—Mamá...no llores, por favor. Esto no significa que os quiera menos. Es sólo que necesito conocerlos. — Pidió Annie abrazando a Beatrice.

—Lo entiendo, cariño. Es lo justo para ti y también para ellos. —Afirmó su madre acariciándole el cabello.

—Bien...entonces está decidido. Les enviaré una invitación para que vengan a nuestra casa. De esta manera, podremos charlar tranquilamente. Habrá que preparar una recepción adecuada para agasajarlos.— Dijo Leopold levantándose del sofá.

El señor Brighton se fue a su despacho y escribió una invitación en un caro papel de carta que tenía para esos menesteres. Los trazos elegantes de su escritura fluyeron sobre el papel. Llamó a una de las doncellas y le entregó el sobre con instrucciones de que fuera enviada con carácter urgente a la residencia de los Bennet en Minnesota.

 Llamó a una de las doncellas y le entregó el sobre con instrucciones de que fuera enviada con carácter urgente a la residencia de los Bennet en Minnesota

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Más allá del hilo rojo [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora