— Llévame a Lakewood, Albert...Quiero estar contigo, por favor. Les enviaré una nota a mis padres para que no se preocupen. Quiero pasar todo el tiempo que me queda contigo antes de que el barco zarpe y nos separe. Además, podré visitar a la señorita Pony y a la hermana Lane, tengo ganas de ver al doctor Martin...Y también quiero que me enseñes a pescar— Demandó la joven con los ojos brillantes.
—Eso es imposible, Candy. Pescar requiere su técnica—rio él.— Nada me haría más feliz, créeme. Sabes que no es muy prudente esto que me pides ¿verdad? —Le recordó él.
Su mirada era sombría y triste. Pero Candy no se quería dar por vencida.
—Oh, venga. Por favor...por favor...por fav...—Albert la interrumpió con un dulce beso en los labios. En ese momento, el joven suspiró y se dio por vencido.
Le tomó su encantador rostro entre las manos, sus cálidos ojos sonreían.
—Está bien Candy, sabes que no puedo negarte nada.—Repuso riendo.—Pero ahora, tienes que regresar a la casa principal. Los chicos estarán preocupados...
La alegría, la sensación de felicidad desbordante llenó de luz su rostro. Aunque fuera algo efímero...ese tiempo lo atesoraría, junto con el resto de recuerdos que habían dejado su impronta en su corazón. Candy estallaba de felicidad.
—De acuerdo, entonces...—Acordó ella quitándose la camisa delante de él.
Albert apartó con pudor la mirada, tenerla de nuevo totalmente desnuda a la vista era algo que lo alteraba profundamente y prefería no caer de nuevo en la tentación.
Ella se dio cuenta.
"Oh. Es como un chiquillo..."
—¿Albert?...¡Pero si estás todo colorado!—Rio Candy acercándosele aún a medio vestir con la diversión escrita en su rostro.
Los ojos del joven habían adquirido otro tono. Eran oscuros, dilatados por el deseo.
—Humm... no me tientes, Candy. — Repuso intentando disimular la reacción inmediata a tamaña provocación.
Candy se contuvo. Era mejor no pincharle. No dejaba de ser un hombre al fin y al cabo.
— Enviaré a alguien a recogerte.— Añadió intentando borrar aquella sugerente visión de su mente.
Albert terminó de vestirse, mientras ella lo observaba con disimulo. La fascinaba. No podía evitarlo. Por fin se echó a reír y se lanzó de nuevo a sus brazos. Volvieron a caer encima de la cama y de no ser porque debían irse, se habrían demorado un poco más. La recién descubierta felicidad de estar juntos les resultaba casi imposible de resistir.
—Candy...Candy...Candy ¡Me tienes loco! —rio Albert con ganas.
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Más allá del hilo rojo [Libro 1]
FanfictionCandice White Ardlay está viviendo un sueño: luego de ser adoptada y descubrir la identidad secreta de su príncipe de la colina está trabajando de enfermera en la clínica que Albert construyó para ella y el Doctor Martin. También ayuda a la Srta. P...