Capitulo 34: Una discusión en la biblioteca

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Mansión de Lakewood

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Mansión de Lakewood. Residencia de los Ardlay otoño 1916.

 La Tía Elroy había exigido hablar con él. Algo debía de ser verdaderamente urgente para ser tratado en medio de una fiesta, ante tantos invitados. Miró a su alrededor en busca de Vanessa y no la encontró. Seguramente tal y como había venido...

Miró hacia sus sobrinos. Archie había adoptado un gesto serio, lo que estaba sucediendo con Annie lo torturaba y William se acercó para decirle  que no se preocupara.

 Le  apretó con suavidad el hombro. El joven sonrió con pesar.

—Gracias, tío...

William le sonrió y luego siguió su camino, otros familiares lo esperaban. 

Pensó en Candy... en lo dulces que habían sido aquellos momentos que habían compartido en el jardín, conmovido por sus lágrimas, por su sonrisa. Confió en no haberse equivocado al seguir sus instintos. La había besado tierna y sinceramente y ansiaba volver a hacerlo. Pero en aquellos momentos, otros asuntos familiares le exigían su atención. Él mismo, sus sentimientos, tendrían que esperar.

Entró en la biblioteca. Los Lagan estaban sentados a la gran mesa. La tía Elroy la presidía solemne. Cuando lo vieron entrar, se levantaron para saludarlo y luego se sentaron aguardando expectantes a lo que tenía que decir ella.

—William, te he mandado llamar porque hay un asunto urgente que necesito tratar contigo. — Dijo la tía Elroy ceremoniosamente.

El joven ignoraba cual podría ser aquel asunto que no podía esperar. Lo único que lo preocupaba realmente era el impacto que el conflicto estaba teniendo la Gran Guerra en los negocios de la familia. Algunas de las principales propiedades de los Ardlay en Inglaterra y Escocia habían sido habilitadas como hospitales de campaña.

Los alemanes habían torpedeado varios de los barcos que habían enviado con víveres para ayudar a los ingleses a sobrellevar las restricciones de alimentos. Y los negocios en Inglaterra estaban sufriendo la carencia de aprovisionamientos y alimentos a causa del bloqueo alemán. William se había visto obligado a cerrar algunas de las empresas de la familia. Y había redirigido sus esfuerzos a intentar reflotar otros negocios. Los Mc Bride habían empezado a adoptar actitudes agresivas en el sector del acero, estratégico para la fabricación de armas y competían con los Ardlay por acaparar todo el mercado.

—No sé si habrá llegado a tus oídos que el joven Arthur Mc Bride ha pedido en matrimonio a nuestra Eliza. Y yo he dado mi bendición — dijo sin rodeos.

William quedó sin palabras. Dios mío ... Arthur Mc Bride, su antiguo compañero de Oxford. No podía permitirlo. Una alianza con aquel tipo resultaba del todo disparatada. Y también temía por la propia integridad de su sobrina ya que sabía que aquel hombre era perverso.

—Yo lo amo...— dijo una Eliza totalmente entregada. Seguía echando miradas furtivas a su sortija de diamantes.

—No puedo autorizar semejante unión...— dijo William tajante.

Más allá del hilo rojo [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora