Febrero 1917. Travesía Boston -Liverpool
Clarice observó cómo Candy se quedaba apoyada en la barandilla del RMS Caronia. Los ojos de su hija se quedaban fijos en el horizonte. Las líneas de la costa de Boston a penas se distinguían; su niña apoyaba la cabeza en los brazos y se estremecía llevada por el llanto mientras el grito de las gaviotas, amortiguaba los sollozos.
"Oh mi niña...
Pero ella sabiendo que necesitaba estar a solas, decidió apartarse. Decidió respetar su dolor comprendiendo que ella ya era una joven mujer que necesitaba procesar su dolor a solas. Nada de lo que le dijera iba a servir de consuelo.
Suspiró y se fue a buscar a Ben, que había desaparecido de cubierta buscando instalarse en su lujoso camarote. Scott había hecho lo propio y ella tenía curiosidad por el suyo; estaba algo cansada por el viaje a Boston desde Chicago y necesitaba instalarse. El mozo ya se había hecho cargo de sus maletas y sus camarotes con vistas al mar estaban listos para ser ocupados. Albert no había escatimado gastos y ella se sintió abrumada por toda aquella muestra de generosidad."Debe quererte mucho, Candy querida...", pensó mirando hacia ella, luego suspiró y siguió su camino.
Candy sentía el frío de las lágrimas. En cubierta el aire de febrero parecía cortarle las mejillas y se apretó los brazos con fuerza intentando darse calor, darse fuerza.
—Adiós, mi amor. Cuídate mucho. Te escribiré todos los días...—Prometió levantando al fin el rostro enrojecido mientras el aire salado del mar le humedecía y despeinaba los cabellos.
El viaje duraría seis días, seis días en el mar...Sintiendo cómo cada día la distancia se hacía más larga entre los dos. Pero ni un océano los separaría. Candy aguardaba con impaciencia el día en que toda aquella pesadilla terminase para volver a estrecharlo entre sus brazos, para volver a enterrar su cabeza en su pecho, para volver a fundirse con él sin que nada se interpusiera entre ellos. Y en aquel momento, ya no importaría nada. No importaría el sufrimiento vivido. Todo volvería a su razón de ser.
Por eso, debía ser fuerte, debía encarar el futuro con valentía. Como siempre lo había hecho.
Su hermano Gilbert tampoco lo estaba pasando bien. De vez en cuando se quitaba las gafas y se limpiaba las lágrimas que asomaban a sus ojos. Eran como dos topacios brillantes, llenos de vida, de dolor. Y Candy entendió: Millie Anderson.
Él también tenía el corazón roto.
Se sentó a su lado en la enorme tumbona de madera de las muchas que había pulcramente alineadas en cubierta, junto con las correspondientes sombrillas que permanecían plegadas y compartieron en silencio el calor de una de las hermosas mantas que proporcionaba la tripulación a los pasajeros de primera clase para protegerse del frío de la tarde en caso de que quisieran disfrutar del aire libre. Los camareros se afanaban sirviendo bebidas calientes.
Pero ellos los ignoraron ajenos a todo. Ambos compartían el mismo sentimiento de pérdida.
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Más allá del hilo rojo [Libro 1]
FanfictionCandice White Ardlay está viviendo un sueño: luego de ser adoptada y descubrir la identidad secreta de su príncipe de la colina está trabajando de enfermera en la clínica que Albert construyó para ella y el Doctor Martin. También ayuda a la Srta. P...