40. Flowers (Miley Cyrus)

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MARÍA

El autocuidado es un proceso complejo y tuve la oportunidad de aprender mucho de él después de aquella ¿ruptura?, (a día de hoy creo que sigo sin saber poner nombre a lo que tuvimos). Entre examen y examen, intenté dedicarme a mí misma todo el tiempo posible. La soledad seguía sin gustarme, pero con David estaba aprendiendo a rellenar los silencios escuchándome por dentro.

Mentiría si dijese que no fue duro. Itzan, como buen exnovio tóxico del S.XXI, siguió haciendo acto de presencia prácticamente a diario reaccionando a cualquier cosa que subiese a mis redes sociales, bien fuera una foto mía o un vídeo del gato de mi tía. Tuve que aprender a decir que no por primera vez en mi vida y me sorprendí al darme cuenta de que no era tan horroroso como pensaba. Darle voz a la María interna me habría parecido algo imposible meses atrás, y ahora que por fin lo había hecho, no podía sentirme más orgullosa de haberme reconciliado con ella.

En general, la gente se sorprendió bastante. No entiendo por qué Itzan le tenía tanto miedo al compromiso; todo el mundo sabía que estábamos liados. En cuestión de un par de días pasé de ser una persona prácticamente irrelevante dentro del pueblo a ser "la chica que dejó escapar a Itzan Santana". Para la mayor parte de chicas del instituto, de hecho, esa nueva identidad iba a menudo precedida de la palabra "tonta". Su opinión no debería importarme demasiado, yo sabía lo que había vivido con él y prefería ser una tonta a sufrir por algo que sabía que no me merecía. Sin embargo, no podía evitar que me llamase la atención aquel calificativo despectivo. ¿Era una tonta por dejar escapar a la cara bonita del pueblo? ¿Por qué no lo era él, que también me había perdido a mí? Hablaban y trataban a Itzan como si fuese un objeto, una de esas perfectas e intocables estatuas que residen detrás de una vitrina en algún museo parisino. No se molestaban en palpar lo que había detrás del cristal, simplemente se dedicaban a adorarlo desde la ignorancia, sin reparar en el material con el que estaba hecho o en la historia que había detrás. Me daba mucha pena, pero él había demostrado que prefería seguir así a dejar que alguien se asomase más allá de su particular escaparate. ¿Triste? Sí. ¿Reparable? Por el momento, poco había que hacer.

En mi grupo de amigos la noticia cayó con más alegría que una ronda de chupitos gratis. No podía culparlos. Aunque sé que les dolía verme así, llevaban meses deseando aquel desenlace.

Agradecí mucho su apoyo, pero, inevitablemente, fue un duelo que tuve que pasar sola. Estaba acostumbrada a guardarme las cosas para mí y ocultar toda la verdad no debería resultarme una tarea complicada, pero en este caso el esfuerzo se multiplicó por mil. Me mordía la lengua cada vez que salía el tema de conversación tomando algo en la cafetería del instituto y mis ojos, inconscientemente, se chocaban con los de Salma. Porque sí, tenía la suficiente sangre fría como para sentarse a una distancia prudencial de mí y actuar como la niña buena que aparentemente era, fingiendo la misma cara de sorpresa cada vez que yo contaba la historia. No sé por qué la estaba protegiendo, por qué le estaba dejando ocupar de nuevo un lugar dentro del grupo que ya no le pertenecía. Aquella persona me había demostrado que ya no era mi amiga, pero yo no era capaz de dejar de ser la suya.

No era una situación cómoda y eso me llevó a rechazar muchos planes grupales durante esos días. Sé que mis amigas me proponían salir de casa constantemente para hacerme sentir mejor, pero estaba cansada de tener que aparentar normalidad. No me quedaba sola, estaba conmigo, y me entretenía descubriendo lo maravillosa que puede ser a veces la compañía de una misma.

David sí estuvo ahí para escuchar todas aquellas cosas que no estaba preparada para revelarle al resto de mis amigos, pero quiso respetar mi espacio y me dejó toda la libertad del mundo para tropezar con mis propios pasos sola, apareciendo justo antes de que me chocase contra el suelo para darme un empujón si era necesario.

El momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora