21. This side of paradise

23 8 0
                                    


DAVID

Conseguí armar el valor suficiente para volver a la fiesta, pero no para quedarme en ella demasiado tiempo. No estaba seguro de qué era lo que fallaba, pero estaba claro que algo había cambiado con respecto a la situación que estaba viviendo hacía tan solo unos minutos. No sabía si había sido por la repentina aparición de Gisela, por su absurda maquinación para volver a arreglar lo nuestro o por la libre iniciativa que mis amigos habían tomado al intentar ayudarla, sin contar primero con mi opinión. No estaba enfadado, sabía que no lo habían hecho con mala intención, pero la burbuja de estabilidad que parecía haberse inflado a mi alrededor explotó de golpe y me empapó, haciéndome sentir completamente fuera de lugar.

Al cabo de unos pocos minutos les dije a los chicos que no me encontraba demasiado bien y que iba a salir afuera a tomar el aire. No era mentira. Mi incomodidad se había hecho más grande con el agobio de la gente, la música y la posibilidad de que Gisela volviese a aparecer por allí. Intentaron acompañarme en un principio, pero conseguí convencerlos alegando que tardaríamos demasiado y que así aprovecharía para hacer una llamada. Tanto Tino como Román se mostraron un poco reacios, pero asintieron y se despidieron de mí con una palmadita en el hombro, sin añadir nada más. Supongo que comprendieron que necesitaba mi espacio para pensar.

Sorteé a muy duras penas la enorme multitud y subí las escaleras del local de dos en dos. El calor, los nervios y las copas me habían hecho marearme un poco y, si a ello le sumábamos que no me apetecía cruzarme con más gente conocida aquella noche, lo más sensato que se me ocurrió fue caminar un poco por la plaza y sentarme en la puerta de un portal.

Me acomodé con los codos apoyados sobre las rodillas y cerré los ojos tratando de inspirar hondo y ordenar un poco la mente. Hacerme el fuerte me estaba costando más de lo que pensaba. Por mucho que intentase fingir que todo estaba bien y que podía enfrentarme a todo aquello solo, siempre había algo que me hacía darme un cabezazo contra realidad. Podía ser una persona, un gesto, un detalle..., cualquier cosa. Me acordé de Scarlett, enfadada detrás de la pantalla, diciéndome que dejase marchar a mis fantasmas y que me enfrentase a aquello que tanto me asustaba. ¿Cómo podía hacerlo si ni siquiera sabía qué era lo que dejaba asomar aquellos momentos de debilidad?

Abrí los ojos y recorrí el espacio con la mirada, como si los rincones de aquel lugar fuesen a darme la respuesta que buscaba. Las estrellas apenas se veían con las nubes y las luces de las farolas, el murmullo de la gente llegaba hasta mí proveniente del exterior del Arce y no había nadie a quien observar en varios metros a la redonda. Tan solo un chico fumándose un cigarro escondido en un portal, un camarero caminando con una enorme bolsa de basura y una pareja discutiendo acaloradamente cerca de mí, en la esquina de la plaza. No podía ver bien sus caras, así que me entretuve observándolos e intentando imaginar la conversación.

¿Por qué estarían discutiendo? ¿Estarían poniendo punto y final a su historia? ¿Cuál habría sido el motivo? ¿Dónde habrían colocado el límite? ¿Qué cosa en el mundo puede ser capaz de echar algo tan preciado por la borda?

Intenté disimular un poco cuando vi cómo, después de unos cuantos aspavientos con los brazos por parte de ella, él comenzó a alejarse caminando en dirección a donde yo me encontraba. Sin reparar en mi presencia, cruzó la plaza por delante de mí con las manos en el bolsillo de la sudadera y reconocí su rostro de perfil, bajo la capucha. Itzan Santana. Mi cerebro viajó de repente a la noche del sábado en la que me lo encontré en el portal y volví a desviar la vista hacia la esquina con la intención de confirmar mis sospechas. El vestido rojo de la becaria dio la razón a mi subconsciente, y no pude hacer otra cosa que contemplar su silueta encogida desde la distancia, sin saber muy bien cómo actuar.

El momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora