20. TUSA (Karol G ft. Nicki Minaj)

80 9 0
                                    

MARÍA

Los ojos de David parecían más claros si los veías de cerca. Tenía las pupilas dilatadas, no sabía si por la adrenalina del momento o por el alcohol, y algunos trazos de marrón más oscuro se arremolinaban alrededor de ellas como pequeñas motas de polvo. No sé qué se me había pasado por la cabeza para acabar arrinconándolo en aquella esquina, pero él no protestó y, dado que nos habíamos adueñado de su intento de escondite, ayudarle a ocultarse me había parecido una buena forma de compensación. La María de hacía unos años estaría dando saltitos de felicidad y se habría marchado corriendo a contárselo a todas sus amigas. La de diecisiete tenía otro tipo de prioridades.

Ámbar estaba terminando de lavarse la cara cuando entré en el servicio. Estaba un poco pálida, pero me aseguró que le había sentado bien, (todo lo bien que puede sentarte el hecho de volver el estómago), y que se moría de ganas de comerse lo que fuese que Gala y Zaida habían ido a comprar a las máquinas expendedoras del aparcamiento. Salimos del aseo, esta vez cada una por su propio pie, y pedimos disculpas a la gente que había estado esperando antes de agarrarnos de las manos para no perdernos entre la multitud.

Conseguimos llegar a la mesa al cabo de pocos minutos y todos recibieron a Ámbar como si acabásemos de traerla sana y salva de la guerra. La fiesta volvió a seguir su curso con total normalidad, como si nada hubiese pasado en absoluto. Cantamos a pleno pulmón hasta quedarnos sin aliento, nos acercamos a la barra para pedir cualquier canción que se nos pasase por la cabeza y nos divertimos como no habíamos hecho en mucho tiempo desde que habían empezado las clases. Por un momento, el mundo exterior dejó de existir. Solo estábamos las paredes del local, nuestras copas y nosotros. Nos teníamos a nosotros, y eso era lo importante.

Me senté durante un momento para descansar las piernas en una silla cargada de chaquetas y vi a Ámbar mirando por la ventana, de espaldas. Me incorporé de nuevo y me coloqué a su lado para apoyarme en la repisa, junto a ella.

- ¿Cómo vas?

Levantó una botella de agua y sonrió sin muchas ganas.

- Tirando. No vuelvo a beber en mi vida.

- Eso decís todas siempre –sonreí-, pero ambas sabemos que el sábado que viene la historia va a ser la misma.

- Esta vez me he pasado –dijo sin apartar la vista de la calle-. Pensé que los chupitos me ayudarían a no pensar y bueno..., pensar la verdad es que no he pensado mucho. Pero no te lo recomiendo. En serio, Meri, que suerte tienes de no emborracharte.

"No es suerte, es elección", pensé, pero no dije nada porque aquello no era lo importante de la conversación.

- ¿Dices que te pusiste así de pedo porque no querías pensar? –asintió, cabizbaja, y suspiré-. No me digas que es por lo que yo creo que es... -volvió a mover la cabeza de arriba abajo-. Joder, Ámbar. ¿Habéis vuelto a hablar?

- Menos –respondió después de beber un traguito-. Tengo la sensación de que ha vuelto con ella.

- ¿Te lo ha dicho?

- No, nadie me ha dicho nada. Creo que la gente ni siquiera sabe que lo han dejado otra vez. Pero no sé. Él esquiva el tema, pero lo noto. Y lo veía venir, tía. Soy las sobras que picotea cada vez que le recogen el plato principal.

- Eh, tú no eres las sobras de nadie. Tú eres el jodido menú, amiga –sonrió un poco y la abracé por encima del hombro-. Creo que deberías hablar con él y dejarle las cosas claras. O ella o tú. Aunque, si quieres mi sincera opinión, creo que no os merece a ninguna.

- Consejos vendo, para mí no tengo, ¿eh? –me puse colorada y ella se rio-. Es broma, tranquila. Venga, vamos a bailar. Carnaval solo es una vez al año y nadie se merece que estemos aquí lamentándonos.

El momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora