87. Amorfina (Marlon)

14 4 0
                                    

DAVID

Es bien sabido que los primeros besos nunca vienen solos, y el nuestro llegó acompañado por muchos otros durante nuestro recorrido de vuelta a casa. No sucedió nada más esa noche pese a que sí acabamos compartiendo colchón, conscientes de que ambos habíamos cruzado ya el mayor de nuestros límites.

Besar a María fue como beber de un arroyo de agua fresca después de meses caminando muerto de sed. Un huracán emocional que me quitó el sueño hasta bien entrado el amanecer, pero cuya sacudida me hizo volver de nuevo a la vida. Por momentos, me sentía acojonado y culpable. En otros, extasiado y feliz. Nada de lo que pudiese experimentar emocionalmente parecía tener algún tipo de sentido, así que decidí compartir mi caos con la única persona a la que veía capaz de sacarle algo de provecho.

Cuando me escabullí de entre las sábanas para rescatar mi portátil de la buhardilla, di las gracias al Cosmos por la existencia de la diferencia horaria y por el hecho de que Scarlett estuviese despierta a la una de la madrugada americana.

- ¡Pero bueno, si vuelvo a tener noticias tuyas! –exclamó nada más descolgar-. Desde que te has ido de luna de miel, cualquiera sabe algo de ti...

- Perdón por llamarte a estas horas, pero necesitaba hablar con alguien urgentemente.

- No te preocupes. No tengo intención de acostarme, así que perdonaré tus días de ausencia con una buena sesión de cotilleo –se acomodó hacia atrás en el que reconocí como el sofá de nuestro apartamento y noté cómo arrugaba ligeramente la frente al consultar la hora en el teléfono-. ¿No deberías estar tú durmiendo? Ahí debe de ser muy tarde.

- O muy temprano, depende de por dónde lo mires.

- Joder, sí que tiene que ser importante. Déjame adivinar... ¿Te ha llamado el de la discográfica?

- ¿No te había dicho que tenía que llamarlo yo a él?

- Sí, claro, pero deduzco que tú ya lo has hecho –su expresión fue ensombreciéndose ante mi silencio antes de dejar escapar un resoplido-. Vale, no lo has hecho. ¿Se puede saber a qué estás esperando? ¡Es la oportunidad de tu vida!

- Sabes que mi vuelta es una realidad –justifiqué.

- ¡Aún estás a tiempo de que no lo sea! Tu padre no va a ponerte una soga al cuello.

- No le faltará mucho...

- Discutiremos sobre esto en otro momento. ¿Qué puede ser más importante que tu propia carrera profesional, entonces?

Estaba tan nervioso que tuve que traducir la frase palabra por palabra en mi cabeza antes de pronunciarla.

- He besado a María.

Mi interior llevaba toda la noche convirtiéndose en un torbellino de decenas de emociones, pero el rostro de Scarlett fue capaz de exteriorizar la mayor parte de ellas en cuestión de milésimas de segundo.

- Dime que estás de coña –negué con la cabeza y se pasó las manos por la cara-. Ay, David...

- ¿No era lo que querías? –pregunté-. ¿Lo que estabas segura de que iba a pasar de un momento a otro?

- ¡Por supuesto que sí! ¡Pero de nada sirve que haya sucedido si tú vas a darle la espalda!

- No voy a darle la...

- ¿No vas a marcharte, entonces? –inquirió-. ¿Vas a quedarte ahí? ¿Abrirle a ella tu corazón? ¿Luchar por tu sueño? ¿De verdad, David?

- Te estás pasando.

- ¡Pues claro que sí! ¡Pero es que no veo otra forma de que razones!

- No voy a tirar mi vida por la borda, Scarlett.

El momento perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora