MELANCOLÍA

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Laura

La despedida estaba cerca, pensaba mientras veía a mi pequeña por la ventana, ella sonreía y conversaba con un grupo de chicos, se me escapó un suspiro, al ver lo grande que es, lo bella que está, no podía dejar de verla, de mirarla, quería recordar esa sonrisa, mi madre se acercó.

- Los hijos crecen muy rápido, abren sus alas – Laura me miró, con una sonrisa en los labios, con los ojos llenos de melancolía .

- Siempre la veré como mi niña- suspire, mi voz llena de melancolía.

- Nuestros hijos jamás crecen para nosotros, siempre estamos para ellos, esperándolos en casa, con los brazos abiertos- la mire a los ojos, ella me miró, sus ojos llenos de lágrimas, su voz entrecortada, la abrace.

- La voy a extrañar- suspire.

- Y ella a ti, pero en vacaciones estarán juntas- intente animarla.

- Quisiera detener el tiempo- lo deseaba, deseaba tener a mi familia unida, Flor, Andrea y yo, pensar que era un mal sueño, cerré los ojos, me aferré a mi madre, quien trataba de consolarme, su voz dulce y suave.

- Estaré a tu lado- bese su frente- no estás sola mi amor, la vida sigue, tú seguirás con tu vida, volverás a enamorarte, se enamorarán de ti- ella seguía llorando cual niña.

- Yo quería mi vida con ella, quería estar toda la vida con ella, con nuestra hija- repetí entre lágrimas, entre las cenizas de mi corazón, mi madre seguía consolándome, animándome.

- Tú puedes seguir adelante, eres una chica muy valiente y estaré contigo, no voy a dejarte- a una madre le duele ver a sus hijos llorar, con el corazón roto- yo sé lo que Flor significa para ti- la abrace con fuerza – se que esto no será fácil olvidarla, pero debes intentarlo por ti, debes estar bien- bese su frente, ella me soltó.

- Gracias por tu amor y tu apoyo- mis ojos estaban posados en ella, en su sonrisa , en su cabello blanco, como las nubes, su rostro con pliegues, sus ojos negro, su sonrisa, capaz de aliviar mi alma, de animarme, de motivarme- te amo madre- la abrace y bese.

- Yo también te amo mi niña- suspire.





Flor

Los días pasaban, el regreso de mi hija estaba próximo, yo estaba feliz y me pondría aún más feliz, la puerta de mi oficina se abrió, el dueño de la empresa entró.

- Buena tarde Flor- sonreí, ahora la veo diferente, por el hecho de tener una relación con una mujer, pero la respeto.

- Hola, buena tarde - le di una sonrisa, se sentó frente, empezó a hablar y finalizó diciendo.

- Gracias por tu apoyo, viajas mañana a Peru- Salí.





Jazmín

Un ligero mareo, me senté en una de las sillas, cuando me sentí mejor fui al consultorio, me enviaron a casa y a hacer algunos análisis, al llegar me puse ropa de dormí, encendí la música, preparé un té de manzana, últimamente se me antoja mucho, me senté sobre el sofá del jardín, me cubrí con una manta, horas más tarde mi esposa llegó.

- Estoy en casa amor – coloqué mi bolso, llaves y abrigo sobre el perchero, camine, buscando a mi esposa quien estoy segura no me escucho llegar, vi la puerta abierta del jardín, el aire jugaba con las rosas del jardín, mi esposa estaba sentada en el sofá, me acerque- que mujer tan bella- le dije cerca del oído.

- Hola mi amor- suspiré, ella me miró fijamente.

- Te noto pálida- coloqué mi mano en su mejilla.

- Estoy bien mi amor- sonreí, no quería preocuparla.

- Amor- la mire, a los ojos.

- Dime- la expresión de su rostro, me ponía a pensar, nuestros ojos se encontraron, beso mi mejilla.

- Debo viajar a Peru- la expresión de su rostro cambio, se separó de mi, dio unos pasos hacia el sofá, donde estaba sentada, yo me senté a su lado, un silencio entre las dos, ella terminó su té, se levantó, extendió su mano.

- Vamos hay una maleta que preparar- sonreí, guiño de ojo, no estaba preparada para verla irse tantos días, hace mucho no viaja, pero debo apoyarla, camine hacia la entrada de la casa, ella tras de mí.

- Te amo- le dije al oído, mientras la abrazaba por la espalda, cerré los ojos, suspire, quería quedarme ahí, así en ese momento, tener el poder de detener el tiempo, el silencio nos acompañaba, se giró, para quedar frente a mi, mis labios rosaron su frente, mis manos rodeaban su cintura, sus brazos rodeaban mi cuello, permanecimos en silencio, era una noche difícil, una despedida, que no queríamos que llegara, pasó una hora así, hasta que mi teléfono sonó, trayéndonos a la realidad, ella me miró, sus ojos café, estaban un tanto pagado, me sonrió.

- Responde, te veo en la habitación- intente sonreír.

- Ahora voy- le lance un beso la vida subir cada escalón me alejaba de ella,  tome el celular , le regrese la llamada a Andrea- hola mi amor- seque la lágrima que recorría mi mejilla, intente sonreír.

- Hola ma- me senté sobre el sofá, estaba sola en la sala.

- Mi amor, ya quiero verte, abrazarte, te extraño- me recargue sobre el sofá, mi ojos recorrían la casa, cada espacio, los recuerdos venían a mi mente, algo no estaba bien, pensé,  Andrea me trajo de vuelta.

- Ey ma- se quedó en silencio.

- Disculpa no tengo buena señal- mentí, me sentía rara, triste, melancólica.

- Quiero pedirte permiso para quedarme aquí – tome aire.

- ¿Quedarte?- no fue muy clara.

- Si ma, quedarme medio año acá y volver antes de finalizar las clases – mi tono tímido.

- Mi amor, me encantaría pero debes volver- empecé a dar vueltas por la casa.

- Ma- estaba por insistir pero recordé que mi madre , siempre que da su primera respuesta con esa se queda, es casi imposible hacerla cambiar de opinión.

- Te veo – preferí que fuera sorpresa- en una semana- sonreí

- Te amo ma- sonreí , colgué la llamada.

Flor

Sentada, en la escalera, algo me provocaba melancolía, entre mis manos el teléfono, me levanté, fui a la habitación, ahí estaba ella, sentada, con la vista hacia la ventana, los audífonos puestos, eso me hizo saber que algo no andaba bien.

FLORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora