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Poco a poco, y gracias a mi esfuerzo y determinación, conseguí volver al nivel que tenía antes de la lesión, e incluso superarlo. No fue un camino fácil, pero cada día me levantaba con la firme convicción de que volvería a ser la jugadora que siempre había sido, y eso me impulsaba a seguir adelante, a pesar de los momentos difíciles. Mi constancia dio sus frutos, y empecé a destacar nuevamente en mi equipo, el Bayer Leverkusen. Los entrenadores confiaban en mí y mis compañeras también; poco a poco me convertí en una pieza clave en el equipo.

Mi rendimiento no pasó desapercibido, y pronto llamé la atención de otros clubes de la liga alemana, e incluso de fuera de Alemania. Entre todas las ofertas que recibí, hubo una que me llamó especialmente la atención: la del VfL Wolfsburgo, uno de los clubes más prestigiosos de Alemania y con una gran trayectoria en el fútbol europeo. Sabía que aceptar esa oferta significaría un gran cambio, pero también una oportunidad inigualable de seguir creciendo como jugadora y de competir al más alto nivel.

La decisión no fue fácil. Dejar el Bayer Leverkusen, un club que había sido mi hogar durante siete años, no era algo que pudiera tomar a la ligera. Había crecido como persona y como futbolista allí, y tenía un fuerte vínculo con los aficionados, que siempre me habían apoyado, incluso en los momentos más difíciles. Sin embargo, sentía que era el momento de dar un paso adelante en mi carrera. Después de reflexionar profundamente y hablar con mi familia y seres queridos, tomé la decisión de aceptar la oferta del Wolfsburgo.

La despedida en Leverkusen fue emotiva. Mis compañeras, el cuerpo técnico y los aficionados me despidieron con mucho cariño, y aunque fue difícil decir adiós, sentí que todos entendían mi decisión. Fue una de las pocas veces en las que no recibí críticas por cambiar de equipo, lo cual me sorprendió gratamente. Los aficionados reconocían todo lo que había dado por el club y me deseaban lo mejor en mi nueva aventura. Aquella despedida fue un cierre perfecto para mi etapa en Leverkusen, y me dio la fuerza que necesitaba para enfrentar lo que venía.

Mi llegada al Wolfsburgo fue más fluida de lo que había imaginado. Aunque cambiar de equipo siempre conlleva un período de adaptación, me sentí acogida desde el primer día. El hecho de que ya controlara el idioma fue un gran alivio, y además, ya conocía a algunas de las jugadoras del equipo, lo que facilitó aún más mi integración. Conecté rápidamente con muchas de ellas, y en poco tiempo ya había formado amistades que se sentían como si fueran de toda la vida. Había un ambiente de equipo muy positivo, y me sentía emocionada por lo que podíamos lograr juntas.

Mi primera temporada con el Wolfsburgo fue bastante buena. Aunque no siempre era titular, aprovechaba al máximo cada minuto que me daban en el campo. Jugaba principalmente de extremo o de mediapunta, posiciones en las que me sentía muy cómoda y en las que podía explotar mi visión de juego y mi capacidad para conectar con las otras delanteras. Con el paso de los partidos, los aficionados empezaron a notar mi química en el campo con Ewa Pajor, una de las delanteras estrella del equipo. Ambas estábamos teniendo números impresionantes en todas las competiciones, y nuestro entendimiento mutuo se reflejaba en cada partido. La gente empezaba a hablar de nosotras como una dupla letal, y eso me llenaba de orgullo.

A medida que la temporada avanzaba, nuestros objetivos se volvían cada vez más claros. Estábamos compitiendo en varias competiciones, pero la Champions League era sin duda la más emocionante. Cada ronda que pasábamos nos acercaba más a la gran final, y con ello, mi mente no podía evitar imaginar un posible reencuentro con mi hermana. Sabía que el Barça, el equipo donde jugaba ella, también estaba haciendo una gran temporada y que había grandes posibilidades de que nos cruzáramos en el camino.

El Barça llegó a las semifinales de la Champions, donde se enfrentó al Chelsea, un rival difícil pero al que lograron superar con esfuerzo y determinación. Mientras tanto, nosotras nos preparábamos para nuestro propio desafío en las semifinales, donde nos mediríamos contra el Arsenal. Fue un partido duro, muy igualado, en el que ambos equipos lo dieron todo. Sin embargo, en los momentos decisivos, logramos imponernos y asegurarnos un lugar en la final.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora