LXII

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Gala

Abrí los ojos, con una sensación de mareo que no era precisamente agradable. Miré a mi alrededor y vi que había quedado caída en el sofá. Aún con un poco de dificultad, me incorporé, tambaleándome ligeramente, y me dirigí hacia la cocina. Cada paso parecía requerir un pequeño esfuerzo, pero la visión de Jana, en la cocina, llenando un vaso de agua, era suficiente motivación para seguir adelante.

Cuando llegué a su lado, me acerqué y la abracé por detrás, hundiendo mi rostro en su cuello. Su aroma era tan reconfortante que me hizo sentir un poco mejor. Era increíble cómo su presencia podía calmarme en momentos como este.

—Jana... —susurré, acurrucándome más contra ella—. Quiero ir a la cama.

No estaba completamente segura de cómo se tomaría mi propuesta. No habíamos pasado la noche juntas todavía, y aunque me sentía completamente a gusto con ella, me preguntaba si era el momento adecuado para dar ese paso. Sin embargo, el deseo de estar cerca de ella era más fuerte que cualquier duda.

Jana se quedó quieta un momento, con el vaso de agua aún en la mano, y luego se giró para mirarme con una expresión de sorpresa en el rostro. Sus ojos, normalmente llenos de picardía y confianza, ahora mostraban una mezcla de sorpresa y ternura.

—¿Quieres decir que... quieres dormir conmigo? —preguntó, con un tono que reflejaba tanto sorpresa como un brillo de emoción.

Asentí lentamente, sintiendo cómo una sonrisa se dibujaba en mi rostro. No estaba segura de si me estaba moviendo con claridad o si el alcohol todavía me estaba afectando, pero sabía que era una decisión que quería tomar. El simple pensamiento de estar cerca de Jana, de compartir ese espacio íntimo con ella, me hacía sentir segura y contenta.

—Sí, quiero —dije con firmeza, manteniéndome abrazada a su espalda.

Jana dejó el vaso de agua sobre la encimera y giró para mirarme completamente. Sus ojos brillaban con un resplandor cálido, y sin decir más, me tomó de la mano y me condujo suavemente hacia la habitación. Mientras caminábamos, sentía que el ambiente entre nosotras se volvía más íntimo, casi como si estuviéramos creando un pequeño rincón solo para nosotras.

Cuando llegamos a la habitación, Jana apagó las luces y encendió una lámpara de mesa que emitía una luz suave y cálida. Me guió hacia la cama y, con una sonrisa, me ayudó a acomodarme en el lado que había sido cuidadosamente preparado para mí. Ella se sentó a mi lado y me miró con ternura.

—No te preocupes, todo está bien —dijo, con una voz suave y tranquilizadora—. Me alegra que quieras estar aquí conmigo.

Su tono y su mirada me hicieron sentir más cómoda de lo que había imaginado. Mientras me acurrucaba bajo las sábanas, sintiendo cómo el calor de su cuerpo se unía al mío, entendí que no había necesidad de dudas ni inseguridades. Jana estaba aquí, y eso era todo lo que necesitaba para sentirme completa.

Jana se deslizó bajo las sábanas a mi lado, y mientras nos acomodábamos, me rodeó con sus brazos, ofreciendo una protección y una calidez que me hizo sonreír aún más. El mundo exterior parecía desvanecerse mientras nos envolvíamos en un abrazo cómodo y cercano.

En ese momento, mientras nos acomodábamos y el sueño se apoderaba de mí, supe que había tomado la decisión correcta. Estar aquí con Jana, compartiendo este espacio tan íntimo y cálido, era exactamente lo que necesitaba para cerrar el día.

Desperté lentamente, la luz matutina se filtraba suavemente a través de las cortinas, creando un ambiente acogedor y cálido en la habitación. Me estiré con tranquilidad, notando la suavidad de las sábanas a mi alrededor. Entonces, mi mirada se posó en el lado de la cama donde Jana yacía junto a mí.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora