XXXIX

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Gala

Me estaba preparando para la cita con Jana y no podía evitar que los nervios se apoderaran de mí. Frente al espejo, ajusté mi ropa una vez más, intentando tranquilizarme, pero cada pequeño detalle parecía importante. ¿El peinado? Perfecto. ¿La chaqueta? A juego. Todo tenía que estar en su lugar. A pesar de haber compartido ya un beso, la emoción de esta primera cita oficial era abrumadora. El simple hecho de pensar en ella me hacía sonreír como una tonta.

Cuando llegué a su casa y toqué el timbre, mi corazón empezó a latir más rápido. Jana abrió la puerta y, por un momento, me quedé completamente sin palabras. Iba absolutamente espectacular. Su ropa casual pero cuidadosamente elegida la hacía ver increíblemente guapa, y su pelo caía en ondas suaves sobre sus hombros. Por poco se me cae la mandíbula al suelo. Cada vez que la veía, parecía superar mis expectativas, pero esa noche había algo especial en ella, algo que me hizo sentir que estaba viviendo un sueño.

—¿Qué tal? —dijo ella con una sonrisa traviesa al notar mi reacción.

—Vas... increíble. —Las palabras casi no me salían de la boca, pero pude al menos articular algo.

Jana sonrió más ampliamente, como si disfrutara de mi nerviosismo. Se acercó al coche con ese andar despreocupado y confiado que siempre tenía, y cuando se subió al asiento del copiloto, antes de que pudiera siquiera procesar lo que estaba pasando, se inclinó y me dio un pequeño beso en los labios.

Sentí un escalofrío recorrerme de pies a cabeza, y al instante me sonrojé. Pude notar cómo el calor subía por mi cuello y se instalaba en mis mejillas, quemándome de la vergüenza y la emoción. Jana, al darse cuenta de mi reacción, soltó una risa suave, como si todo le pareciera tremendamente adorable.

—Te sonrojas tan fácil, Gala —dijo con ese tono burlón y dulce que había aprendido a reconocer en ella.

—No es justo —murmuré, intentando esconder mi sonrisa, mientras giraba la cabeza para arrancar el coche y evitar que viera lo roja que estaba.

—No lo puedo evitar —añadió Jana, divertida—. Me encanta verte así.

Intenté concentrarme en el camino, pero cada vez que sus ojos se posaban sobre mí, sentía una mezcla de nervios y felicidad. No podía creer que la chica que estaba a mi lado me hacía sentir tantas cosas, y mucho menos que esta cita que habíamos planeado tímidamente se sintiera tan perfecta desde el primer momento.

Llegamos al restaurante, y sentí cómo los nervios se intensificaban con cada paso que daba. Aparqué el coche y, mientras caminábamos hacia la entrada, mis manos estaban sudorosas, y mi mente no dejaba de dar vueltas. Había estado pensando en esta noche desde que le había preguntado, y ahora que estábamos a punto de vivirlo, no podía evitar que los nervios me dominaran.

Jana, por el contrario, parecía completamente relajada. Caminaba a mi lado con una sonrisa tranquila en los labios, su energía era tan ligera y despreocupada que casi me hacía sentir peor por lo mucho que estaba agobiada. Al llegar a la puerta del restaurante, me detuve un segundo para respirar profundamente, intentando calmar mi corazón acelerado.

—¿Estás bien? —me preguntó Jana con suavidad, al notar que no me movía.

La miré y sus ojos reflejaban genuina preocupación, pero también una pizca de diversión, como si no pudiera entender del todo por qué yo estaba tan tensa. Le devolví una sonrisa nerviosa y asentí, aunque estaba claro que no me creía.

—Sí, sí... solo... es que... —No podía encontrar las palabras adecuadas, así que solté un suspiro pesado—. Estoy muy nerviosa, Jana.

Jana arqueó una ceja y, aún sonriendo, me tomó suavemente de la mano, lo que hizo que mi corazón latiera aún más rápido.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora