Tuve la intención de correr tras ella, de encontrarla entre la multitud antes de que se alejara más. No podía dejar que esto terminara así, no después de lo que había visto en sus ojos. Mi cuerpo ya estaba empezando a moverse, las piernas dispuestas a seguir el impulso que me dictaba el corazón, cuando sentí un tirón en el brazo que me detuvo en seco.
Cuando sentí el tirón en mi brazo, me giré de inmediato, confundida y algo irritada. Pero al ver quién me detenía, mi enfado se desvaneció, reemplazado por una mezcla de incomodidad y culpa. Aitana, la hermana mayor de Gala, me estaba sujetando con fuerza, con una mirada que no dejaba lugar a dudas: estaba furiosa.
Siempre había tenido una relación de respeto con Aitana. Nos conocíamos bien de compartir equipo, y aunque no éramos las más cercanas, siempre la había admirado por su liderazgo y por cómo protegía a los suyos, en especial a su hermana pequeña. Pero esa noche, la vi de una forma completamente distinta. Su mirada estaba cargada de una rabia que nunca había visto en ella, una que, por primera vez, parecía directamente dirigida hacia mí.
—Ni se te ocurra —me dijo, su voz baja pero afilada como un cuchillo. Sentí cómo cada palabra me atravesaba.
Mi primer instinto fue defenderme, explicar que no había sido mi culpa, que no había planeado que esa chica me besara. Pero las palabras no salieron. El dolor en los ojos de Aitana me paralizó. Sabía que lo que quería decir iba mucho más allá de ese beso. Iba directo al núcleo de todo lo que había pasado entre Gala y yo, de las semanas de tensión, de las inseguridades que nos habían alejado.
—Aitana… —intenté decir algo, cualquier cosa, pero me cortó en seco.
—No, Jana. No lo intentes. No la sigas —repitió, soltándome el brazo, pero quedándose firme frente a mí, bloqueando cualquier intento de correr detrás de Gala. Su voz era más dura de lo que había escuchado nunca, y sus ojos brillaban con una mezcla de frustración y dolor.
Quise protestar, pero ella alzó una mano, exasperada.
—¿De verdad no te das cuenta? —su tono era casi de incredulidad—. Le estás haciendo daño. Gala no te lo dice porque te quiere, pero lo que estás haciendo, todo este lío… la está destrozando. Y yo no voy a quedarme de brazos cruzados viendo cómo sigues haciéndoselo.
Cada palabra me golpeaba con fuerza. Sabía que Aitana siempre había sido protectora con Gala, pero ahora lo veía claro: yo era la causa del dolor de su hermana, y no había nada que pudiera decir para contradecirla.
Tragué saliva, intentando mantener la compostura, pero la verdad era que me sentía completamente expuesta. Aitana no se andaba con rodeos, y tenía razón. Cada uno de mis errores, cada uno de mis momentos de inseguridad, había construido esta situación. Y aunque no quería admitirlo, sabía que mi relación con Gala no podía seguir así.
—No ha sido mi intención… —empecé a decir, pero mi voz sonó tan débil y rota que apenas me reconocí. Aitana no se conmovió.
—No importa si ha sido tu intención o no, Jana. Lo que importa es lo que está pasando. Y lo que está pasando es que estás haciendo que mi hermana se sienta insuficiente. Se siente como si no la quisieras, como si fuera fácil para ti dejarla. Y eso no es algo que voy a permitir que sigas haciéndole-Dijo tan seria que me dió hasta miedo.
El nudo en mi garganta se hizo más grande. Sabía que lo que decía era cierto. Había dejado que mis inseguridades y miedos arruinaran lo que teníamos. Y ahora estaba pagando el precio por ello.
Aitana me miró por unos segundos más, evaluando si sus palabras habían tenido el efecto que quería. Y cuando vio que no tenía más que decir, que no podía ni quería discutirle, su expresión suavizó un poco. Pero el daño ya estaba hecho.
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𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳
AléatoireGala es una chica que desde pequeña tiene el sueño de convertirse en una gran futbolista, está en el camino de conseguirlo junto a su hermana cuando sufre una grave lesión, esa lesión hace que los caminos de ambas hermanas se separen de una manera c...