Pasaban los días y, aunque los mensajes de Gala seguían llegando, una especie de culpa e inseguridad se instalaba en mi pecho, como una sombra que no podía sacudirme. Cada vez que veía su nombre aparecer en la pantalla, una parte de mí se sentía aliviada, pero otra parte no podía evitar caer en ese ciclo de pensamientos oscuros.
¿Qué estaba haciendo en ese momento? ¿Estaba con Ewa? ¿Otra vez en algún catamarán, en alguna playa, riendo con ella mientras yo me consumía de dudas?
Los mensajes que me mandaba no eran distintos a los de siempre. Gala me hablaba de su día, de cómo estaba disfrutando de las vacaciones, de las bromas con sus amigas. Pero era lo que no decía lo que me torturaba. Había algo en esa ausencia de información que me hacía pensar en todo lo que podría estar pasando entre ellas dos. Me dolía pensar que mientras yo intentaba concentrarme en mis vacaciones con la familia, Gala estaba allí, a solas con Ewa, viviendo momentos que antes compartía conmigo.
Intentaba mantenerme serena, fingir que todo estaba bien, pero cada vez que veía una foto de Gala en sus redes, con esa sonrisa tan suya, tan despreocupada, las dudas me asaltaban de nuevo. ¿Y si había algo más que amistad? Sabía que estaba siendo irracional, que Gala no me había dado motivos para dudar de ella, pero esas imágenes seguían rondando mi cabeza como un mal sueño.
En uno de los mensajes, me dijo que había pasado el día navegando otra vez, disfrutando del sol y de la compañía de las chicas. Me lo contaba con el mismo entusiasmo de siempre, pero yo ya no podía leer sus palabras sin imaginármela a su lado, cerca de Ewa, riendo, compartiendo momentos que ya no parecían tan inocentes.
Intentaba no pensar demasiado en ello. Pero cuando caía la noche y el ruido del día se disipaba, esos pensamientos volvían a apoderarse de mí. Me preguntaba por qué estaba tan distante conmigo últimamente, por qué era yo siempre la que tenía que dar el primer paso. ¿Acaso no me echaba de menos? ¿No sentía lo mismo que yo?
La inseguridad se había colado en mi mente, y aunque intentaba racionalizarlo, me costaba cada vez más. ¿Por qué no me habla de Ewa? ¿Por qué no menciona nada de lo que hacen juntas? Esa omisión me hacía pensar que quizá había algo que no quería que supiera. Intentaba convencerme de que eran amigas, de que Gala siempre había sido cercana con sus compañeras de equipo, pero la sombra de la duda seguía ahí.
Y cada vez que veía una nueva foto de ellas dos juntas, se hacía más grande.
A veces, durante el día, mi familia me notaban ausente, desconectada de las vacaciones, y me preguntaban si estaba bien. Sonreía, fingía que todo estaba perfecto, pero en mi interior la incertidumbre crecía. No podía sacarme de la cabeza esas imágenes, esas sonrisas compartidas, esos momentos que parecía que Gala disfrutaba más con Ewa que conmigo.
Me sentía culpable por dudar de ella, por dejar que los celos me consumieran de esa manera. Sabía que Gala me quería. Me lo había demostrado en tantas ocasiones, y sin embargo, no podía evitar sentirme insegura. Cada mensaje suyo, en lugar de tranquilizarme, me hacía cuestionar más cosas. ¿Y si se estaba alejando de mí sin que me diera cuenta?
Las noches eran lo peor. En la oscuridad de mi habitación, cuando el mundo parecía detenerse, mi mente seguía corriendo, llenándose de imágenes de Gala y Ewa juntas, compartiendo momentos que deberían ser nuestros. Intentaba decirme que todo esto era fruto de mis propios miedos, pero a medida que pasaban los días y Gala seguía sin mencionar nada sobre ella, más difícil se hacía creer en mis propias palabras.
¿Por qué me estaba sintiendo así? Me preguntaba una y otra vez. ¿Era solo la distancia? ¿O había algo más, algo real que estaba cambiando entre nosotras y que yo no podía controlar?
No podía hablar de esto con nadie. Sabía que si le contaba a alguien lo que estaba pensando, parecería paranoica, o insegura, o peor aún, celosa sin motivo. Pero lo cierto es que esas dudas ya estaban enraizadas en mi cabeza, y aunque intentaba luchar contra ellas, no podía ignorarlas.
Y así, cada vez que recibía un mensaje de Gala, en lugar de sentirme mejor, me sentía más perdida. Porque mientras yo la veía como la misma chica que había conocido, no podía dejar de imaginar que, lejos de mí, había otra persona ocupando el espacio que yo solía llenar. Y eso me aterraba.
Era tarde cuando el teléfono sonó. Estaba acostada, ya preparada para dormir, pero al ver el nombre de Gala en la pantalla, sentí una punzada de nervios en el estómago. ¿Por qué estaba llamando ahora? No era habitual que me llamara tan tarde. Mi mente empezó a correr en todas direcciones. Sabía que algo estaba mal, o al menos, lo sentía así. Pero tomé aire y deslicé el dedo para contestar.
—¿Hola? —dije, tratando de sonar lo más tranquila posible.
La voz de Gala resonó al otro lado de la línea, llena de emoción y energía. Parecía contenta, demasiado contenta, y por un instante sentí alivio al escuchar su entusiasmo.
—¡Jana! —exclamó casi sin aliento—. Tenía que llamarte, no podía esperar más. He estado pensando mucho y… aunque todavía me quedan dos semanas de vacaciones, he decidido que la última semana la pasaré contigo. He cancelado todos los planes que tenía, las salidas con las chicas y todo, para poder estar contigo. Solo falta una cosa… la próxima semana iré a Alemania con Ewa. Ya lo habíamos planeado hace meses, pero después de eso, estaré contigo toda la semana.
Mi corazón se detuvo por un momento. ¿Alemania con Ewa? Era lo primero que resonó en mi mente, como un eco que no podía apagar. No importaba que ella estuviera hablando de cancelar sus otros planes para estar conmigo, la imagen de Gala y Ewa juntas en Alemania se apoderó de mis pensamientos. Intenté procesarlo todo, pero mis emociones se enredaron en una maraña de celos y dudas que me paralizó. Respondí casi automáticamente, sin poder controlar el tono seco de mi voz.
—Está bien —contesté, sintiendo cómo mi garganta se cerraba un poco.
El silencio que siguió fue pesado, incómodo. Podía casi oír a Gala morderse el labio al otro lado del teléfono, notando que algo no estaba bien. Yo también lo sentía, pero no podía sacudirme la sensación de incomodidad que se apoderaba de mí.
—¿Jana? ¿Estás bien? —me preguntó, su voz ahora más suave, casi preocupada—. Si no te parece bien que vaya, podemos hablarlo… No quiero que te sientas mal. Si prefieres que no lo haga, no pasa nada.
Gala comenzó a hablar cada vez más rápido, nerviosa, como si intentara justificar algo que ni siquiera había sucedido aún.
—Solo… pensaba que te haría ilusión verme y estar juntas al menos una semana, pero ahora siento que te molesta y no quiero que esto sea un problema entre nosotras. De verdad quiero estar contigo, por eso he cancelado todo lo demás… —su voz se quebraba un poco, y podía sentir su ansiedad filtrándose a través de la línea.
Me quedé en silencio, incapaz de formar una respuesta coherente. Todo lo que pensaba era: "Alemania. Ewa. Juntas. Una semana." Las imágenes de ellas en un país extranjero, lejos de todo, lejos de mí, me golpearon de nuevo. Intentaba razonar conmigo misma, decirme que Gala me estaba demostrando lo mucho que me quería al cancelar sus otros planes, que quería estar conmigo, pero… ¿por qué no podía dejar de pensar en Ewa?
—No, no es eso… —mentí, sabiendo que Gala podía notar que algo no cuadraba. Intentaba sonar tranquila, pero mis pensamientos seguían atrapados en un bucle—. No es que no quiera que vengas, es solo que… no sé, no me lo esperaba.
La línea quedó en silencio por unos segundos más, y supe que ella estaba esperando que yo dijera algo más. Sentía su ansiedad, su nerviosismo. Pero yo también estaba atrapada en mi propio torbellino de emociones, y no sabía cómo calmarme, cómo explicarle lo que realmente estaba pasando por mi cabeza.
—¿De verdad está todo bien? —insistió Gala, su voz casi en un susurro.
En ese momento, no podía responder con sinceridad. Mis inseguridades, los celos, el miedo a perderla, todo se acumulaba y no me dejaba ver con claridad. No quería que Gala lo supiera, no quería que se sintiera culpable por mis propios demonios. Pero tampoco podía mentirle. Sentía que si le decía que todo estaba bien, estaría traicionando mis propios sentimientos.
Respiré hondo, tratando de encontrar las palabras, pero nada salía. Gala seguía ahí, esperando una respuesta, una que no podía darle en ese momento.
—Gala, no te preocupes —fue lo único que conseguí decir, con una voz apagada—. Está todo bien. Haz lo que tengas que hacer.
____Ay😭
En nada el siguiente paciencia
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𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳
RandomGala es una chica que desde pequeña tiene el sueño de convertirse en una gran futbolista, está en el camino de conseguirlo junto a su hermana cuando sufre una grave lesión, esa lesión hace que los caminos de ambas hermanas se separen de una manera c...