XXVI

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Al terminar el entrenamiento, mientras todas nos dirigíamos hacia los vestuarios, no podía dejar de pensar en la manera en que Gala había jugado hoy. Se había lucido, había demostrado que merecía estar aquí, pero a pesar de su brillante actuación, notaba que seguía un poco nerviosa y reservada. Tenía sentido, era su primer día, y aunque había hecho una gran impresión, siempre parecía sentirse un poco fuera de lugar, especialmente entre tantas caras conocidas.

Decidí acercarme a ella. Me quité las botas, dejándolas caer al suelo mientras ella se acomodaba en el banco para quitarse las suyas. Me senté a su lado, sintiéndome un poco más relajada ahora que el entrenamiento había terminado.

—Ey, Gala —le dije, inclinándome un poco hacia ella—. Esta tarde algunas de las chicas vamos a salir a tomar algo, ¿te quieres venir?

Gala levantó la cabeza, sorprendida. Por un segundo, sus ojos se abrieron un poco más de lo normal y su rostro se tiñó de una pequeña sonrisa nerviosa.

—Eh... —empezó a decir, claramente dubitativa—. Sí, claro. Me apunto.

Noté la tensión en su respuesta, y no pude evitar sonreírle con más confianza, intentando hacer que se sintiera más cómoda.

—No te preocupes, no es nada serio, solo un rato para relajarnos. Siempre vamos al mismo sitio, te va a gustar. —Le guiñé un ojo y luego, sin pensarlo mucho, añadí algo más—Si me das tu número, te paso la ubicación del bar.

Por un momento, Gala pareció dudar. Pero al final sacó su teléfono del bolsa, sonriendo con un poco más de confianza. Intercambiamos números rápidamente, y le prometí que le mandaría la ubicación en cuanto estuviéramos listas.

—Ya verás, lo vas a pasar bien —dije, bromeando para aliviar la tensión que sentía en el ambiente.

Gala se rió, aunque todavía se notaba algo nerviosa, y eso hizo que me sintiera satisfecha. Sabía que necesitaba un tiempo para adaptarse, pero también sabía que estar cerca de las chicas, fuera del campo, le ayudaría a relajarse un poco y sentirse más en casa.

Nos levantamos para ir a las duchas, y mientras caminábamos hacia los vestuarios, noté que Gala me miraba de reojo, como si todavía estuviera procesando la idea de salir con nosotras esa noche. Pero por primera vez desde que había llegado, parecía un poco más tranquila, como si realmente empezara a sentir que pertenecía allí.

Me di la vuelta y le sonreí.

—No te preocupes, Sonic. Esta noche será divertida.

...

La tarde con las chicas estaba siendo increíble. Entre risas y anécdotas, me estaba empezando a sentir mucho más relajada, como si ya formara parte del grupo desde siempre. Habíamos compartido tapas, bebidas, y sobre todo un buen rato juntas. Me sentía aliviada de que Jana me hubiera invitado a salir, era justo lo que necesitaba para desconectar un poco.

En un momento, Bruna miró su teléfono y frunció el ceño antes de levantar la mano.

—Chicas, me tengo que ir —dijo con una sonrisa algo forzada—. Es algo de mi familia, nada grave, pero necesito ayudar a mis padres con una cosa.

—¿Todo bien? —preguntó Patri, notando el tono preocupado de Bruna.

—Sí, sí, nada serio. Sólo que me necesitan en casa —Bruna se levantó, cogiendo su chaqueta.

Nos despedimos de ella entre risas y abrazos, aunque podía notarse una pequeña nube de preocupación flotando entre nosotras. Le dije que la vería en los entrenamientos y que cualquier cosa, nos avisara. Una vez Bruna salió del bar, el ambiente se relajó de nuevo.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora