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Gala

El día de la convocatoria final para el Mundial había llegado, y el nerviosismo me estaba matando. Me senté en el sofá con el corazón acelerado, mi dedo deslizándose por la pantalla mientras esperaba que la lista de seleccionadas se cargara. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad. Finalmente, la lista apareció y, con un nudo en el estómago, empecé a buscar mi nombre.

Pero al escanear la lista, mi corazón se hundió. No había rastro de mi nombre. La decepción me golpeó con fuerza, y me quedé paralizada. En cambio, el nombre de mi hermana Aitana brillaba en la lista, como siempre, de forma destacada. La alegría que sentí por ella era inmensa, como siempre había sido con cada uno de sus triunfos, pero ahora, en medio de mi tristeza, también sentía una punzada de envidia. Me dolía no ver mi nombre allí, y aunque quería alegrarme completamente por ella, era difícil ignorar el vacío que sentía.

Mis amigas estaban a mi lado. Desde el momento en que notaron mi reacción, se acercaron a mí con un apoyo incondicional. Jule, con su estilo directo y siempre optimista, me dio un fuerte abrazo.

-Ellos se lo pierden. Eres increíble, Gala. Tienes todo lo que se necesita para brillar, y hay otras oportunidades por delante-Dijo sonriéndome.

Ewa, con su actitud calmada y alentadora, me miró con una sonrisa comprensiva.

-No te preocupes. Este no es el fin. Hay mucho más y siempre te lo digo, cuando menos te lo esperes te llegará algo genial-Me dijo tranquilizandome un poco.

Para distraerme un poco y cambiar de tema, les pregunté a Lena y Jule si ellas habían sido convocadas para el Mundial con Alemania. Ambas asintieron, sus caras iluminándose con una mezcla de orgullo y emoción. La noticia me alegró y, aunque mi propio sueño parecía desvanecerse, me sentí entusiasmada por ellas.

-¡Chicas, eso es increíble!-exclamé, sonriendo con entusiasmo.-Dejad de estar tristes por mí. En lugar de eso, vamos a celebrar que dos de nosotras van a estar allí.

Lena y Jule se rieron y aceptaron mi entusiasmo. Me uní a su celebración, intentando dejar a un lado mi propia decepción y enfocándome en el logro de mis amigas. Aunque el dolor por no haber sido seleccionada seguía ahí, me sentí reconfortada al ver cómo mis amigas brillaban y cómo su alegría también me contagiaba.

La tarde continuó con una mezcla de celebraciones y consuelo. Nos reímos, recordamos viejos tiempos y hablamos sobre los próximos pasos. A pesar de mi tristeza, estaba agradecida por el apoyo incondicional de mis amigas y por el amor que sentía por mi hermana. Aunque no estaba en la lista, sabía que este no era el final de mi historia. Había mucho más por venir y, por ahora, me centraría en celebrar los éxitos de quienes estaban a mi lado.

Esa misma tarde, mientras aún me recuperaba de la mezcla de emociones tras la convocatoria para el Mundial, mi teléfono comenzó a sonar. Miré la pantalla y vi que el nombre de Sergio, mi representante, aparecía en la llamada entrante. A pesar de la reciente decepción, me sentí un rayo de esperanza. Quizás esta llamada significara algo bueno.

Contesté sin pensarlo demasiado, intentando mantener una actitud positiva.

-Hola, Sergio, ¿qué pasa?-pregunté, tratando de sonar tranquila, aunque en el fondo estaba llena de nervios y curiosidad.

La voz de Sergio sonó firme y directa al otro lado de la línea, sin rodeos.

-Gala, no pierdo tiempo. El Barça te quiere-Las palabras de Sergio llegaron como un golpe de electricidad, y mis emociones se dispararon al instante.

La noticia era impactante, y no podía creer lo que acababa de escuchar. Me quedé en silencio por un momento, procesando la enormidad de lo que acababa de decir.

-¿El Barça? ¿En serio?-murmuré, sin poder ocultar mi asombro. El equipo que siempre había soñado con jugar, el club con el que había admirado y seguido desde lejos, me estaba ofreciendo una oportunidad real.

Sergio continuó con su tono profesional, pero había una nota de satisfacción en su voz.

-Sí, así es. Quieren hablar contigo lo antes posible para discutir los detalles. Están muy interesados en ti-La noticia me llenó de una mezcla de emociones: excitación, incredulidad y, por supuesto, una gran dosis de felicidad.

No podía creer que después de todo lo que había pasado, un equipo de la talla del Barça estuviera interesado en mí. Mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría mientras mi mente corría a toda velocidad, imaginando las posibilidades y el futuro que se abría ante mí.

-Gracias, Sergio-dije finalmente, mi voz temblando un poco.-De verdad, no sé qué decir.

-Solo quería que lo supieras-respondió Sergio.-Te pondré en contacto con ellos para que puedan coordinar una reunión. Felicidades, Gala. Te lo mereces.

Colgué el teléfono con una sensación de incredulidad y alegría que no podía describir con palabras. Miré a mi alrededor, tratando de asimilar la magnitud de la noticia. Todo parecía surrealista. Me senté en el sofá, tratando de calmarme mientras un torrente de pensamientos y sentimientos se apoderaban de mí.

Finalmente, pude conectar con mis amigas, que aún estaban en la sala. Me vieron con una expresión de asombro en mi rostro y, antes de que pudiera decir una palabra, ya estaban rodeándome con entusiasmo y preguntas. Les conté la noticia, y la alegría que compartimos fue desbordante. Era un nuevo capítulo que se abría, lleno de oportunidades y esperanzas.

A pesar de que el dolor de no haber sido seleccionada para el Mundial seguía ahí, esta nueva oportunidad con el Barça me daba una nueva razón para sonreír y mirar hacia adelante. La tarde continuó con celebraciones y promesas de futuros brillantes, y mientras la noticia se asentaba, me sentí agradecida por todo el apoyo y amor que me rodeaba.

Volver al Barça significaba mucho más para mí que simplemente cambiar de equipo. Desde el momento en que empecé a jugar al fútbol, el Barcelona había sido el club con el que soñaba, el equipo al que siempre había admirado desde las gradas. Era como un faro que me guiaba, una meta que por un tiempo pareció posible, pero que no acabó funcionando. Ahora, la oportunidad de unirme al primer equipo se sentía como un sueño hecho realidad, una culminación de años de trabajo duro, sacrificios y dedicación.

Era como si todo mi esfuerzo y pasión hubieran llevado a este momento exacto. Me imaginaba en el Camp Nou o en Johan Cruyff, con el escudo del Barça en mi pecho, jugando junto a algunas de las mejores futbolistas del mundo. La idea me llenaba de una mezcla de emoción y nerviosismo.

Mi regreso al Barça también significaba algo muy especial en lo personal: jugar de nuevo con Aitana. Ella había sido una de las personas más importantes en mi vida futbolística y personal, una compañera de equipo y una persona a la que siempre había visto como mi ejemplo a seguir. Habíamos compartido muchas experiencias juntas en el pasado, y ahora, tener la oportunidad de volver a jugar con ella en un escenario tan grande, me emocionaba enormemente.

Aitana y yo habíamos jugado juntas durante años, desde que éramos niñas, nuestra conexión en el campo era algo que siempre había apreciado, un entendimiento mutuo que hacía que nuestro juego fluyera de manera casi mágica. Volver a compartir el campo con ella en el primer equipo del Barça era un sueño que nunca había dejado de albergar.

Además, sabía que el regreso al Barça me ofrecería una plataforma increíble para demostrar lo que podía hacer. Era una oportunidad para mostrar todo lo que había aprendido y crecido como futbolista. El nivel de competencia sería alto, y cada partido sería una prueba de mi habilidad y determinación.

El Barça no solo era un club al que había querido unirme, sino también un lugar donde sentía que podía crecer y evolucionar como jugadora. La historia y la tradición del club eran una gran fuente de inspiración para mí, y el simple hecho de estar allí, con el primer equipo, era un logro que había soñado desde el principio.
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Opaaaa😝

No la han convocado pero la quiere fichar el Barça, a win is a win

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora