XCV

1K 79 4
                                    

Con el tiempo, lo conseguimos. Retomamos todo lo que alguna vez había parecido perdido. No fue fácil, ni rápido, ni sin dolor. Hubo lágrimas, noches en las que dudamos, momentos en los que el miedo de volver a equivocarnos estuvo a punto de tomar el control. Pero lo superamos, porque después de todo, lo que teníamos era real, era auténtico. No éramos solo dos personas enamoradas, éramos dos personas comprometidas a aprender, a crecer y, lo más importante, a amarnos de una manera que no dejara lugar a las dudas, ni a los fantasmas del pasado.

El amor no es solo sentirse bien. Eso lo comprendimos después de todo lo que nos sucedió. El amor también implica trabajo, conversaciones difíciles y, a veces, separarse para poder reencontrarse. No es algo que te dan en una bandeja de plata; es algo que tienes que forjar día a día. Y así fue como lo hicimos. Con cada día que pasaba, nuestra relación, que había sido rota y casi irreparable, se fue reconstruyendo, pero mejor, más fuerte. No era la relación que habíamos tenido antes, esa que estaba llena de inseguridades y de silencios, sino una nueva versión de nosotras mismas, más segura, más auténtica.

Jana aprendió a gestionar sus celos, algo que en su momento fue el mayor obstáculo entre nosotras. Al principio, sus dudas y miedos nos habían separado, pero ahora... ahora todo era distinto. La Jana que una vez dejaba que la incertidumbre y las inseguridades la dominaran, era ahora una persona que, aunque seguía siendo humana, había aprendido a confiar. Confiaba en mí. Confió en que nuestro amor no se quebraría por cosas insignificantes. Y esa confianza, que en su momento tanto le costó alcanzar, se convirtió en una de las bases más sólidas de nuestra relación. La Jana que se enfrentaba a sus miedos, que aprendió a dejar atrás el control, era la misma que, un día, se hizo amiga de Ewa.

Nunca olvidaré el momento en que las vi a las dos, Jana y Ewa, riéndose juntas por primera vez. Era como si el universo hubiera decidido darnos una segunda oportunidad, no solo en nuestra relación, sino también en nuestras amistades. En su momento, la simple idea de que Jana y Ewa pudieran estar en la misma habitación sin que Jana se sintiera incómoda me parecía imposible. Pero ahí estaban, riendo, hablando como si siempre hubieran sido amigas. Fue uno de esos momentos en los que todo el dolor del pasado valió la pena. Ver a Jana crecer, cambiar y superar esos miedos fue una de las cosas más hermosas que he presenciado. En su amistad con Ewa, encontré la prueba de que el amor que compartíamos había evolucionado, y que habíamos crecido más de lo que jamás habríamos imaginado.

Por mi parte, aprendí algo mucho más grande que todo lo anterior. Algo que resonaba profundamente en mí. Me di cuenta de que lo que vivimos no fue solo una prueba de amor, fue una prueba de quiénes éramos como personas. Siento que lo que me pasó con Jana es lo mismo que me sucedió cuando me fui a Alemania. Aquella vez, tuve que separarme de todo lo que conocía, de mi familia, de mis amigos, en busca de algo que pensaba que me completaría. Y aunque esa experiencia fue dura, fue necesaria para entenderme mejor a mí misma. Y eso mismo pasó con nosotras.

A veces, es necesario tomarse un descanso, alejarse de lo que amas, no porque no lo quieras, sino porque necesitas espacio para comprender lo que significa realmente. Me fui de Alemania y volví, y lo mismo ocurrió con nuestra relación. Nos alejamos, nos dimos un tiempo, y ese tiempo nos permitió ver lo que era verdaderamente importante. A veces hay que perderse para poder encontrarse de nuevo.

Y nos encontramos. Pero no fue solo un encuentro de dos personas que se amaban, fue un encuentro de dos personas que ahora sabían mejor lo que querían, lo que necesitaban, lo que eran. Me di cuenta de que no importa cuán lejos te vayas de alguien o de algo; si es tu lugar, si es donde perteneces, tarde o temprano volverás. Y yo volví. Mi lugar siempre fue Barcelona. Pero no es solo la ciudad. Es más que el fútbol, más que mi equipo. Es el conjunto de todas esas cosas, pero sobre todo, es mi familia, es Jana.

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora