El silencio entre nosotras se volvió insoportable. La tensión estaba ahí, en el aire, palpable, y aunque intentaba explicarle lo que sentía, parecía que no era suficiente. Jana se levantó bruscamente del sofá, la mandíbula tensa, sus manos en puños como si estuviera conteniendo algo.
—Si no hablas conmigo, es porque no confías en mí —soltó de repente, su voz firme, pero fría. Cada palabra salió cortante, como si estuviera escupiendo un pensamiento que llevaba demasiado tiempo callando—. Y si no me tienes confianza, Gala… yo no puedo estar con alguien que no confía en mí.
Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago. Me quedé congelada en el sitio, incapaz de procesar lo que acababa de decir. Mi mente se quedó en blanco, y por un instante, no supe cómo reaccionar. El eco de su voz resonaba en mi cabeza, rebotando una y otra vez: “no puedo estar con alguien que no confía en mí”.
Intenté decir algo, cualquier cosa, pero las palabras no salían. Abrí la boca, pero me quedé ahí, bloqueada, incapaz de articular una respuesta. Mi pecho se apretaba y un nudo se formaba en mi garganta, impidiéndome hablar. Todo lo que quería era poder explicarle, decirle que no era cuestión de confianza, sino de lo mucho que me dolía revivir aquello, de lo difícil que me resultaba contarle esa parte de mi vida. Pero parecía que cada vez que intentaba acercarme a esa conversación, me paralizaba.
—Jana, yo… —murmuré al fin, la voz apenas un susurro. Pero ella no me miró, seguía de pie, dándome la espalda, su postura rígida.
Sabía que ella estaba dolida, que la había hecho sentir como si no fuera lo suficientemente importante para mí. Y ese no era el caso en absoluto. Pero no podía evitarlo. La idea de hablarle de ese episodio oscuro de mi vida, de revivir el dolor, el abandono, la humillación, me aterraba.
—No confías en mí, ¿verdad? —repitió, esta vez más suave, pero igual de contundente, sin mirarme aún.
—No es eso… —intenté decir, con la voz entrecortada. No quería perderla, pero tampoco sabía cómo abrir esa puerta a lo que me había marcado tan profundamente.
Jana soltó un suspiro, girándose apenas lo suficiente para mirarme de reojo. Su mirada estaba llena de una mezcla de dolor y frustración, y me sentí más pequeña que nunca.
—Entonces, ¿qué es? —preguntó, con una frialdad que no había visto antes en ella.
Mis manos temblaban mientras las apretaba contra mis rodillas. Sentía cómo las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos, pero no quería llorar, no ahora. No quería mostrarme tan vulnerable cuando no podía ni siquiera explicar lo que estaba pasando dentro de mí.
—No sé cómo hablar de eso… —admití, mi voz rota. Era lo más honesto que podía decir en ese momento. No sabía cómo enfrentar ese dolor, cómo dejarlo salir sin que me destrozara otra vez.
Jana no respondió de inmediato. Se quedó ahí, en silencio, mirándome, pero esta vez su expresión era más dura, como si ya hubiera tomado una decisión. Y eso me aterraba.
—Si no puedes hablar conmigo… entonces, ¿cómo puedo estar contigo? —su voz era más baja ahora, pero el peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa.
Ese "cómo puedo estar contigo" me hizo sentir como si todo estuviera a punto de derrumbarse. Me quedé inmóvil, incapaz de moverme, de reaccionar. Sabía que estaba perdiéndola y no sabía cómo detenerlo.
Jana
Me quedé mirándola, esperando una respuesta que no llegaba. Gala estaba allí, pero su mirada estaba perdida, ausente. La vi tambalearse emocionalmente, como si mis palabras hubieran tocado una herida que ni siquiera sabía que existía o que, al menos, no entendía del todo. Parte de mí quería abrazarla, pero otra parte… otra parte estaba agotada.
—No puedo seguir así —dije, mi voz más suave, pero con la misma determinación que antes. Mi corazón se aceleraba con cada palabra, pero tenía que decirlo. Era necesario.
Gala levantó la cabeza, y por primera vez en todo ese silencio, vi el miedo en sus ojos. Sus labios temblaron como si estuviera a punto de decir algo, pero no lo hizo. En su lugar, se llevó una mano al rostro, como si quisiera esconderse detrás de ella.
—No confías en mí —repetí, esta vez más triste que enfadada. Y, en realidad, eso era lo que más me dolía. No era solo el hecho de que hubiera un secreto, sino que no podía compartirlo conmigo. Éramos pareja, estábamos construyendo algo juntas, y sin embargo, había partes de ella a las que nunca me dejaba llegar.
—Jana, no es que no confíe en ti… —comenzó a decir, con la voz apenas audible.
Sentí un nudo en el estómago al escucharla. Sabía que algo estaba profundamente mal, algo que la estaba paralizando, pero después de todo este tiempo, no podía seguir siendo la persona que siempre empujaba, la que insistía. Necesitaba que ella también diera un paso, por mínimo que fuera.
—Entonces, ¿qué es? —pregunté. Mi tono no era acusador, pero sí insistente. Sabía que esto no era solo sobre el cumpleaños, era algo más profundo, algo que la afectaba en formas que aún no podía comprender. Y me estaba agotando no saberlo.
Ella me miró de nuevo, con esos ojos oscuros que siempre me habían atrapado, pero esta vez estaban llenos de tormento. El silencio entre nosotras se hizo tan espeso que casi podía sentirlo como una presencia física en la habitación.
—No quiero perderte —dijo al fin, su voz quebrada, casi en un susurro.
Mis ojos se suavizaron ante esas palabras, pero no era suficiente. No quería escuchar simplemente que tenía miedo de perderme, quería saber por qué seguía huyendo, por qué no podía confiar en mí con lo que le dolía.
—No vas a perderme, Gala… no si me dejas estar ahí para ti. Pero no puedo hacer esto si sigues cerrándote. Me haces sentir como si yo fuera una extraña cuando no me dejas entrar-Se encogió ligeramente, y vi cómo se mordía el labio inferior, su típico gesto cuando intentaba contenerse. Pero esta vez, ya no podía con las evasivas, con la incertidumbre de no saber qué pasaba por su mente.
—Es… difícil. —Finalmente, sus palabras salieron en un susurro. Cerró los ojos, como si le costara formar la frase completa. Pude notar cómo su pecho subía y bajaba de manera irregular. Estaba nerviosa, más de lo que jamás la había visto—. No sé cómo… no sé cómo hablar de esto, Jana.
Me acerqué, dejé que mis dedos rozaran su mano, un gesto de ternura, pero también de necesidad.
—Entonces, por favor, intenta. Aunque sea difícil, aunque no lo puedas contar todo de golpe. Solo dime algo —insistí, mi voz temblaba de una mezcla de frustración y amor. No quería que sintiera que la estaba presionando, pero tampoco podía soportar la idea de quedarme en la oscuridad por más tiempo.
—No es que no quiera, es que... me da miedo que cuando sepas todo, no me veas igual —dijo finalmente, su mirada perdida en algún punto de la habitación.
Eso me dolió más de lo que quería admitir. ¿De verdad pensaba que podría cambiar lo que sentía por ella solo por lo que había pasado? Me acerqué más, tomé su mano con más fuerza esta vez.
—Nada de lo que me digas cambiará lo que siento por ti. Pero no puedo hacer esto si tú sigues luchando sola. —Las palabras salieron de mis labios con más determinación de la que esperaba. Y lo que más me dolía era que sabía que, si seguíamos así, no importaba lo fuerte que fuera nuestro amor, terminaríamos haciéndonos daño.
Gala se quedó en silencio, y aunque no lo dijo, sabía que seguía atrapada en ese miedo. Estábamos ahí, juntas, pero aún había un océano entre nosotras. Y me pregunté si alguna vez podríamos cruzarlo.
____Gala mi niña pobre😔
Alguien ha dicho el nombre de la futbolista, así que os lo revelo ya
La siguiente historia será de Bruna
No hay muchas historias de ella y estoy intentando que sea algo diferente a las demás, en la historia habrá dos tiempos diferentes🫢
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𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳
De TodoGala es una chica que desde pequeña tiene el sueño de convertirse en una gran futbolista, está en el camino de conseguirlo junto a su hermana cuando sufre una grave lesión, esa lesión hace que los caminos de ambas hermanas se separen de una manera c...