XXXIV

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Al entrar entrar en casa, el nerviosismo me invadió con una intensidad que no había experimentado en mucho tiempo. Sabía que tenía que hablar con alguien sobre lo que acababa de suceder, y sin pensarlo dos veces, busqué mi teléfono con manos temblorosas. La primera persona a la que pensé en llamar fue Bruna, mi mejor amiga y confidente.

Marcando su número con rapidez, esperé a que contestara. Mientras lo hacía, mi mente revoloteaba entre los detalles del día, intentando procesar todo lo que había ocurrido. Cuando finalmente escuché su voz al otro lado de la línea, sentí un pequeño alivio, aunque la ansiedad seguía siendo fuerte.

—Bruna, necesito hablar contigo—dije casi en un grito, sin poder contener mi emoción.

—¿Qué pasa, Jana? —preguntó Bruna, claramente sorprendida por la urgencia en mi voz.

—Casi... casi nos besamos —dije, y en mi tono se reflejaba la combinación de nervios y euforia que sentía.

Hubo un breve momento de silencio en el que podía imaginar a Bruna procesando lo que acababa de decir. Luego, su voz se alzó, llena de asombro.

—¡¿Qué?! Necesito más información, ¿cómo que "casi"? ¿Con quién? ¿Cuándo? ¿Qué ha pasado?-Sus preguntas me hicieron reír nerviosamente, y me senté en el sofá, intentando organizar mis pensamientos mientras le explicaba.

—Con Gala —dije finalmente, sintiendo cómo el nombre de Gala resonaba en mi mente, haciendo que mi corazón latiera un poco más rápido—. Mira, estaba en el centro comercial con ella, y al final de la tarde, cuando me ha llevado a casa, nos hemos dado un abrazo. Pero ha sido uno de esos abrazos largos, con una conexión... y luego nos quedamos ahí, demasiado cerca. Ha sido como si algo estuviera a punto de pasar.

Bruna quedó en silencio por un momento, digiriendo la información.

—Espera ¿Estás hablando de Gala, la hermana de Aitana? ¿Nuestra compañera?-Preguntó imoactada.

—Sí, esa misma —respondí, sintiendo cómo la tensión en mi cuerpo aumentaba a medida que lo decía.

—¡Dios mío! —exclamó Bruna—. Necesito ver esto ¿Tienes alguna prueba?

—Sí, de hecho, hecho he subido una historia a mejores amigos —dije, sintiendo que la explicación de la historia podría ser el punto de partida para que Bruna entendiera mejor—. Es una foto de Gala con esas gafas ridículas que nos probamos en la tienda.

En ese momento, Bruna supuse que Bruna se puso a mirar su teléfono. La pude oír deslizarse rápidamente por la pantalla, buscando la historia que había subido. El silencio se hizo más denso mientras esperaba su reacción.

—¡Dios Jana!—gritó Bruna de repente -estás tardando en contarmelo todo.

Me reí de nuevo, esta vez con una mezcla de nervios y alegría.

Bruna comenzó a hacer preguntas a toda prisa, intentando obtener todos los detalles posibles. Pero, a pesar de la emoción y la intriga, lo que más necesitaba en ese momento era simplemente compartir la experiencia con alguien que entendiera la profundidad de lo que había sentido.

—Jana, esto es increíble —dijo Bruna finalmente, con un tono de admiración en su voz—. Me alegra mucho que hayas tenido ese momento, y con Gala.

Reí nuevamente, y una sensación de alivio me invadió al poder hablar libremente con Bruna sobre lo que había vivido. Aunque el nerviosismo seguía presente, compartir mi experiencia con alguien que me entendía me hizo sentir más conectada con lo que había pasado. Sabía que, independientemente de lo que sucediera a continuación, había dado un paso importante en explorar mis sentimientos y que, por ahora, estaba exactamente donde necesitaba estar: con una amiga que entendía y apoyaba.

Esa noche, mientras me metía bajo las sábanas, las mariposas en mi estómago revoloteaban sin parar. No podía evitar sonreír mientras pensaba en todo lo que había pasado durante el día. El simple hecho de recordar la sonrisa de Gala me hacía sentir una especie de calor reconfortante. Era extraño, porque sabía que tal vez no debería estar tan ilusionada, pero, aun así, no podía evitarlo. Gala tenía esa manera de iluminar todo a su alrededor, de hacer que cualquier cosa pareciera menos complicada.

Me giré en la cama, abrazando la almohada, y no pude evitar recordar la forma en la que me había mirado hoy. Fue algo simple, pero significativo. Esa mirada suya, curiosa, profunda, siempre acompañada por esa risa suya tan contagiosa. Cada vez que reía, sentía como si el mundo entero se volviera un poco más ligero, más fácil de sobrellevar. Y hoy, mientras estábamos en el centro comercial, había reído de una manera que no había visto en nadie más. Esa risa... no podía sacármela de la cabeza.

Me mordí el labio, intentando contener la emoción que me invadía. No podía dejar de pensar en cómo me hacía sentir Gala. La forma en la que me trataba, con esa mezcla de ternura y complicidad, como si solo existiéramos las dos en el mundo. A veces me decía que todo esto podía ser solo una fase, un momento pasajero de confusión, pero cuando recordaba cómo me hacía sentir su cercanía, sus bromas, la manera en la que me hablaba y, sobre todo, cómo siempre lograba hacerme reír, esos pensamientos se desvanecían.

Suspiré, dejándome llevar por mis propios pensamientos. Sabía que tal vez me estaba ilusionando más de lo que debía, pero no podía evitarlo. Gala tenía algo que no había sentido con nadie más, algo que no podía definir, pero que estaba ahí. Estaba completamente ilusionada con ella, aunque eso me asustara un poco.

Y lo peor, o quizás lo mejor es que Gala acababa de irse y ya la echaba de menos. Estaba deseando que llegara el día siguiente, solo para verla de nuevo en el entrenamiento, para escuchar su risa, para sentir esa conexión que habíamos estado construyendo, poco a poco. Me hacía feliz de una manera que no podía explicar, y eso era suficiente.

Cerré los ojos, abrazando aún más fuerte la almohada, mientras mi mente seguía viajando hacia ella, hacia la posibilidad de lo que podríamos ser. No sabía a dónde nos llevaría esto, ni siquiera sabía cómo me sentía realmente, pero lo que sí sabía era que, por primera vez en mucho tiempo, me sentía llena de ilusión.

Y mientras el sueño comenzaba a vencerme, solo podía pensar en una cosa: mañana, volvería a verla, y esa idea era suficiente para hacerme dormir con una sonrisa en los labios.
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Ha caído fuerte fuerte😝

Veremos qué pasa en el entrenamiento

𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora