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Jana

Esa tarde en casa, había decidido distraerme un poco para despejar mi mente de la preocupación constante por Gala. La ausencia de sus mensajes y su silencio en las últimas horas me habían hecho sentir ansiosa. Decidí revisar Instagram para pasar el rato, esperando encontrar algo que me sacara de la rutina de ansiedad en la que me encontraba.

Deslizando sin mucho interés, llegué a una historia publicada por Ewa Pajor, una jugadora a la que seguía y admiraba desde hacía tiempo. La historia comenzó con un video divertido de Ewa, Lena Oberdorf y Jule Brand jugando al Just Dance en un ambiente desenfadado. Las risas y la energía en el video me hicieron sonreír, pero no fue eso lo que realmente me hizo detenerme.

De repente, la cámara se movió y vi algo que me dejó paralizada. Ahí estaba Gala, en el fondo, riendo con esa alegría contagiosa que siempre me había fascinado. La imagen me impactó. No solo porque verla en Alemania me sorprendió, sino porque lo que vi fue mucho más allá de lo que había imaginado.

La presencia de Gala en el video con Ewa y el resto de su ex equipo no me había generado solo sorpresa, sino una ola de celos e inseguridades que no había anticipado. Me di cuenta de que, mientras Gala se mostraba tan feliz y cómoda en un entorno que no conocía bien, yo estaba aquí, sola y llena de dudas. La idea de que ella pudiera estar formando un vínculo más cercano con Ewa, me hizo sentir un nudo en el estómago.

El vídeo era una mezcla de familiaridad y distancia. Veía a Gala compartiendo risas y momentos alegres con Ewa, y me preguntaba si había algo más en juego. Esa chispa de complicidad que compartían, la forma en que Gala se reía, no podía evitar preguntarme si había algo más que simple amistad entre ellas. Era un pensamiento que me atormentaba, y me sentí invadida por un torbellino de emociones.

Recordé las conversaciones que había tenido con Gala en la concentración, cuando me había hablado de sus amistades y su tiempo en el Wolfsburgo. Había mencionado a Ewa con cariño, pero nunca había imaginado que esta cercanía podría causar en mí este tipo de celos. Me asustaba pensar que podría haber una conexión más profunda entre ellas, algo que yo no entendía del todo.

Mi mente empezó a correr, tratando de entender si Gala estaba buscando algo en Alemania que no había encontrado conmigo. Me pregunté si quizás había algo entre ellas que yo no había visto, o si había algo que había pasado entre ellas mientras ella estaba allí. Los pensamientos se amontonaban en mi mente, y me encontraba atrapada en un remolino de inseguridades que no podía controlar.

Me sentía como si estuviera observando a Gala alejarse de mí, no solo físicamente, sino emocionalmente. La distancia, que en un principio había sido solo una cuestión de kilómetros, ahora parecía convertirse en un abismo. La imagen de Gala riendo y disfrutando con Ewa era un recordatorio constante de la barrera que sentía entre nosotras. Me encontraba en un lugar incómodo, donde la duda y el miedo se entrelazaban, creando una red de celos y desconfianza.

Me obligué a respirar hondo, intentando no dejarme llevar por la emoción del momento. Sabía que debía esperar a hablar con Gala directamente para entender lo que realmente estaba pasando. Pero la imagen de ella en el video, compartiendo esos momentos con Ewa, no dejaba de rondar en mi mente, y me preguntaba si realmente sabía lo que estaba ocurriendo en su vida o si, tal vez, me estaba perdiendo algo crucial.

El nudo en mi estómago no se deshacía, y me di cuenta de que, aunque intentara ser razonable y objetiva, los celos y la inseguridad estaban ganando terreno. Todo lo que quería era saber si había algo de verdad en mis temores, y si Gala seguía siendo parte importante de mi vida, o si me estaba perdiendo en la distancia y la incertidumbre.

Gala

Estábamos en el salón, la casa de Ewa estaba llena de risas y charlas animadas. Habíamos pasado la tarde recordando viejos tiempos y poniéndonos al día. Mis amigas de Wolfsburgo me habían recibido con los brazos abiertos, y sentía una mezcla de nostalgia y confort. Sin embargo, a pesar de la alegría que me rodeaba, había un pensamiento persistente en mi mente que no podía apartar.

Me senté en el sofá con Ewa y Lena a mi lado, mientras Jule preparaba algo de comer en la cocina. La conversación fluía de forma natural, y de vez en cuando, me encontraba perdiéndome en mis propios pensamientos. Finalmente, decidí compartir con ellas lo que había estado rondando en mi cabeza, algo que me había estado preocupando y emocionando al mismo tiempo.

—Chicas —empecé, con un tono más serio del que pretendía—, necesito hablar con vosotras sobre algo.

Ewa levantó la vista de su teléfono, y Lena, que estaba revisando una revista, me miró curiosa. Las dos se acomodaron para prestarme atención.

—Claro, ¿qué pasa? —preguntó Ewa, inclinándose hacia adelante.

Tomé una respiración profunda, sintiendo el peso de mis palabras en mi pecho. Sabía que tenía que decirlo, pero el miedo a lo desconocido me retenía. Finalmente, me decidí a hablar.

—Es sobre Jana —dije, y noté que ambas amigas se tensaron ligeramente, dándose cuenta de que esto era importante para mí.

—¿Qué pasa con Jana? —preguntó Lena, claramente interesada.

—He estado pensando mucho en ella últimamente —empecé, tratando de organizar mis pensamientos—. Me doy cuenta de que no quiero que simplemente se quede en algo casual. Quiero… quiero pedirle que sea mi novia.

Las palabras salieron de mi boca como un susurro, y el silencio que siguió fue tan pesado que podía sentirlo en el aire. Ewa y Lena me miraban expectantes, esperando que continuara.

—Pero —añadí, sintiendo el nerviosismo apoderarse de mí—, tengo miedo de que no acepte. No sé si está lista para dar ese paso, o si incluso lo quiera.

Ewa, que me conocía bien, me miró con comprensión. Su expresión era de aliento, como si entendiera perfectamente mi incertidumbre.

—Gala, si realmente sientes esto, deberías decírselo —dijo Ewa suavemente—. A veces, el miedo a lo que podría pasar es lo que más nos frena. No puedes saber si Jana estará dispuesta si no le das la oportunidad de decidir.

Lena asintió, y sus palabras eran un bálsamo reconfortante. Ella siempre había sido práctica y directa, y ahora sus consejos eran exactamente lo que necesitaba.

—Además —añadió Lena—, si tú no lo dices, nunca sabrás si podría haber algo más. Es mejor enfrentarse a los miedos que quedarse con la duda.

Sus palabras resonaron en mi mente, y aunque seguía sintiendo un nudo de ansiedad en mi estómago, empecé a sentirme un poco más segura.

—Tienes razón —dije, sintiendo una pequeña chispa de determinación—. Necesito ser valiente y hablar con ella.

Las dos me sonrieron, dándome el apoyo que tanto necesitaba. Me di cuenta de que, a pesar de mis temores, lo más importante era ser honesta con mis sentimientos. A veces, el riesgo era parte del proceso, y no podía permitir que el miedo me impidiera dar el siguiente paso en mi relación con Jana.

Con el corazón aún acelerado, me sentí más decidida. Agradecí a mis amigas por su apoyo y me preparé para enfrentar el desafío que tenía por delante. No sabía qué iba a pasar, pero al menos sabía que no estaba sola en esto.
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Jana sufriendo y Gala queriendo pedirle salir🥺


𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora