Los días siguientes pasaron como un suspiro. Después de la intensidad de los entrenamientos y partidos, el ritmo frenético de la concentración y las despedidas en el aeropuerto, sentía que me merecía un descanso, y no se me ocurría mejor manera de disfrutar de las vacaciones que escaparme a Ibiza con algunas de mis compañeras del equipo. Siempre había querido ir y, después de planearlo durante semanas, finalmente el momento había llegado.
El grupo que me acompañaba era grande entre ellas tres de mis compañeras favoritas: Pajor, Lena y Jule. Desde que entré en el equipo, ellas habían sido mis grandes apoyos. Las tres tenían personalidades completamente distintas, pero juntas formábamos un cuarteto inseparable. Pajor, con su energía tranquila y su talento incuestionable en el campo, era la líder natural del grupo. Lena, siempre dispuesta a hacer una broma o a romper el hielo, era el alma de la fiesta, y Jule, con su sentido del humor seco y su capacidad para hacerte reír con una sola palabra, añadía un toque único a nuestras dinámicas.
Llegamos a Ibiza en un vuelo temprano, con las mochilas llenas de bañadores, crema solar y esa sensación de libertad que solo sientes cuando sabes que no tienes que pensar en el fútbol por unos días. Nada de entrenamientos, nada de dietas estrictas… Solo nosotras, el mar y un sinfín de aventuras por delante.
Nos alojamos en una villa preciosa, apartada del bullicio pero lo suficientemente cerca de las mejores playas. Desde el primer momento, supe que serían unas vacaciones para recordar. El clima era perfecto, el cielo siempre despejado, y la energía de la isla nos envolvía desde que pusimos un pie en ella.
El primer día lo dedicamos a relajarnos. Después de tantas semanas de tensión, necesitábamos tiempo para desconectar. Pasamos horas en la playa, tumbadas en la arena o flotando en el agua cristalina. Pajor, siempre tan tranquila, cerraba los ojos mientras Lena y Jule intentaban sumergirse en el mar sin dejar de reír. Yo me uní a ellas en algún momento, aunque a menudo me encontraba observando desde la orilla, disfrutando de la simple tranquilidad de estar rodeada de amigas.
Por las noches, el ambiente cambiaba. Nos arreglábamos y salíamos a cenar a restaurantes preciosos, con vistas al mar y comida que, después de tanto tiempo de restricciones, saboreábamos como si fuese la mejor del mundo. Cada comida era acompañada de risas, chistes internos y anécdotas del campo que solo nosotras entendíamos.
En una de esas noches, mientras estábamos en una terraza disfrutando de la brisa.
—¿Te das cuenta de lo mucho que necesitábamos esto?-Me preguntó Ewa con una sonrisa tranquila.
Sonreí, porque sabía exactamente a lo que se refería. No era solo el descanso físico, sino el mental. Nos habíamos sumergido tanto en el fútbol, en la presión de las competiciones, que a veces olvidábamos lo importante que era tomarse un respiro.
—Sí —respondí—, y no me he dado cuenta de cuánto hasta ahora.
Lena, que estaba sentada a mi otro lado, interrumpió el momento con uno de sus comentarios ingeniosos.
—Bueno, lo que yo necesito es otra ronda de mojitos-Dijo haciendonos reír a todas.
—Y yo necesito que alguien me explique por qué Lena siempre tiene sed-Añadió la rubia aumentando las risas.
Las risas no tardaron en llenar la terraza. Esa era la esencia de nuestras vacaciones: disfrutar, reírnos y, sobre todo, estar presentes en el momento.
A medida que los días pasaban, la conexión entre nosotras se hacía más fuerte. Había algo especial en compartir no solo el campo de juego, sino también estos momentos de descanso, de relajación y amistad pura. Cada una de ellas había dejado su huella en mi vida de formas diferentes, y mientras estábamos juntas en Ibiza, lo sentía más que nunca.
ESTÁS LEYENDO
𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐂𝐄-𝐉𝐚𝐧𝐚 𝐅𝐞𝐫𝐧á𝐧𝐝𝐞𝐳
RandomGala es una chica que desde pequeña tiene el sueño de convertirse en una gran futbolista, está en el camino de conseguirlo junto a su hermana cuando sufre una grave lesión, esa lesión hace que los caminos de ambas hermanas se separen de una manera c...